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Liposucción de una derrota

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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Es como ir a comer un Lomo a lo pobre a las “Viejas Cochinas” en Talca. Está sabroso, pero un poco tóxico, con una cebollita a medio cocer que casi provoca una lágrima, con harto aceite el huevo y un pedazote de carne que no ayuda en nada a superar el exceso de grasa.


El último libro de Eugenio Tironi S.A.C. y Cía. es muy sabroso. Comienza en el siglo pasado y es escrito desde la óptica de un experto electoral, es decir, de aquellos que simplifican la realidad para ganar elecciones mediante mensajes binarios (o vota por mí o el Apocalipsis), y nos cuenta la historia de una coalición llamada Concertación que se habría enfocado en sus inicios en aspectos políticos, morales y distributivos para hacer frente a la derecha, su oponente, y ganar las elecciones que le permitieron desde el 89 entronizarse en el poder por el voto popular; ex profeso, sin poner en cuestión lo que él llama el “modelo económico”. El punto del libro es cómo después de 20 años se pierde el poder y se pierden los votos populares porque se entregó un mensaje comunicacional sin fortuna ni orientación.

Hasta ahí uno se pregunta ¿La Concertación preocupada desde sus inicios en aspectos políticos, si recién ahora –por un chanfle- se logró que la izquierda extraparlamentaria entrara legítimamente al Congreso? ¿Preocupada de aspectos morales, si abandonó la educación moral en las escuelas y liceos, si bajo la lupa de la Iglesia Católica conservadora nunca avanzó con fuerza con el divorcio, la píldora del día después, las libertades sexuales o el aborto terapéutico? Y finalmente ¿la Concertación preocupada de la distribución, si con ella hemos obtenido el triste récord de una de las peores distribuciones que existen en el planeta que para peor se reproduce en educación, salud y vivienda?

[cita]La pregunta cae de cajón ¿Es real esta fisonomía, estas demandas, este diagnóstico? Y la respuesta es igual de evidente: no. Son inventos del market-oriented campaign de Tironi S.A.C. y Cía.[/cita]

Según Tironi, las políticas de la Concertación habrían cambiado, nada más y nada menos, la fisonomía del chileno medio durante el tiempo de sus gobiernos; lo que se tradujo, según él, en 10 demandas concretas, de tal manera que si alguien pretendiese solicitarles el voto, debe a lo menos ofrecer mediante su mensaje satisfacción segura a: 1°) demandas por seguridad y certidumbre en lo laboral, lo educacional, etc; 2°) demandas por redes de protección; 3°) demandas por calidad en educación, salud, etc.; 4°) demandas por derechos permanentes, igualitarios y garantizados; 5°) demandas por igualdad de oportunidades; 6°) demandas por regulación estatal del mercado; 7°) demandas por un crecimiento sustentable y con calidad de vida; 8°) demandas por participación en las decisiones; 9°) demandas por consistencia y materialidad en las iniciativas; y 10°) demandas por liderazgos horizontales. Frei y la Concertación, si querían ganar, debían ofrecer un producto adecuado a estas demandas. El resto es historia.

La pregunta cae de cajón ¿Es real esta fisonomía, estas demandas, este diagnóstico? Y la respuesta es igual de evidente: no. Son inventos del market-oriented campaign de Tironi S.A.C. y Cía. (Sociedad Anónima, Concertación y Compañía Limitada -limitadísima).

Queda demostrado, después de leer este libro sabroso, que la Concertación cree a pie juntillas que la historia de las elecciones que ha ganado es prácticamente la historia de la política y la historia de Chile en los últimos 20 años. Tironi y la Concertación creen que los clivajes electorales –verdaderas estructuras lingüístico comunicacionales- corresponden a clivajes que realmente se dan en la realidad social. Pero debiesen saber que eso es una deformación que únicamente redunda y ha redundado, por una parte, en malestar y aburrimiento; pues esta verdadera cooptación del imaginario socio cultural chileno –de sus discursos, necesidades, sueños, utopías- de parte de las clases dirigentes y organizativas de los partidos políticos, es una ficción sin precedentes (bastaría con calcular que el 48% de los votos obtenidos en la última elección presidencial no corresponde al 48% de los posibles electores y menos al 48% de los ciudadanos en total). Pero por otra, es justamente esta cooptación de la política chilena lo que terminó por transformarse en una especie de farándula o un reality show que el ciudadano medio termina por aceptarla porque entretiene el día, pero que sabe, no es decisiva para su vida, como antes y como hoy.

Pero sí, el último libro de Eugenio Tironi es muy sabroso. Es como ir a comer un Lomo a lo pobre a las “Viejas Cochinas” en Talca. Está sabroso, pero un poco tóxico, con una cebollita a medio cocer que casi provoca una lágrima, con harto aceite el huevo y un pedazote de carne que no ayuda en nada a superar el exceso de grasa con el que se cuenta, casi casi, como en la Concertación. Tironi se olvida de ser el excelente sociólogo que dice ser, e intenta a lo menos hacer dos cosas que no sabe hacer, y por ello el libro resulta muy entretenido, de rápida lectura y extraordinariamente hilarante. Además, anécdota tras anécdota, nos ofrece una verdadera obra maestra de la loca política chilena.

Primero, cual cirujano plástico, intenta hacer una auténtica liposucción a la Concertación, para ver si así, en la siguiente temporada, se puede seguir en el show. Y segundo, cual literato del género fantástico, nos quiere mostrar un Chile que nunca ha existido y que además cambió sin que la Concertación se hubiese dado cuenta.

Extraordinario, toda vez que si él hubiese realizado verdaderamente una radiografía, hubiese obtenido como resultado, para la Concertación, una tuberculosis terminal acentuada por una osteoporosis irreversible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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