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Keynes versus Friedman

Renato Cristi
Por : Renato Cristi PhD. Professor Emeritus, Department of Philosophy, Wilfrid Laurier University.
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Posner se declara ahora abiertamente keynesiano y afirma que “es la presente generación de economistas la que no entiende como funciona una economía”.


Entre los muchos trabajos que han disectado la crisis financiera que se desata en 2008, hay dos merecedores de especial atención. Sus títulos son: A Failure of Capitalism y The Crisis of Capitalist Democracy, publicados por Harvard University Press en 2009. Ambos libros critican el fundamentalismo neoliberal que estigmatiza la regulación del Estado y aboga por mercados autoregulados.

Según A Failure of Capitalism, la causa de la catástrofe hay que buscarla en uno de los dogmas fundamentales del neoliberalismo, la maximización de utilidades. “La maximización racional por parte de empresarios y consumidores guiados… por el interés individual, puede crear las condiciones para una catástrofe económica.” Según The Crisis of Capitalism el remedio para evitar esa catástrofe es simple: hay que retornar al keynesianismo.

Lo que sorprende es que el autor de ambos volúmenes sea Richard A. Posner, juez del séptimo distrito de la Corte de Apelaciones en Estados Unidos y  destacado catedrático de la Facultad de Derecho, Universidad de Chicago. Posner ha sido uno de los más ardientes defensores del mercado libre y ha contribuido poderosa y efectivamente a criticar la idea de una economía regulada. Ha sido portavoz de la Escuela de Chicago y comparte un blog con Gary Becker, el heredero intelectual de Milton Friedman.

[cita]Posner se declara ahora abiertamente keynesiano y afirma que “es la presente generación de economistas la que no entiende como funciona una economía”.[/cita]

Se le conoce en Chile por un artículo suyo aparecido en Estudios Públicos en 1998. Se lee en Estudios Públicos:  “Es conocida la influencia que Richard A. Posner ha ejercido en la reflexión jurídica anglosajona y continental durante los últimos veinte años. Concebido como un nuevo paradigma jurídico, el análisis económico del Derecho (Law & Economics) tiene en Posner uno de sus más lúcidos exponentes.”

Confiesa ahora Posner que hasta septiembre de 2008, cuando se inicia el colapso de la industria financiera, no se le había pasado por la mente tomar en cuenta La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero de John Maynard Keynes, obra que consideraba como diestramente refutada por Friedman. Confiesa también que coincidía con Gregory Mankiw, consejero económico de George W. Bush y Mitt Romney, cuando en 1992 señalaba: “La Teoria General es un libro pasado de moda… Estamos ahora en una mejor posición que Keynes para entender como funciona una economía.”

Tempora mutantur. En un artículo publicado en el New Republic (septiembre 23, 2009), Posner se declara ahora abiertamente keynesiano y afirma que “es la presente generación de economistas la que no entiende como funciona una economía.”  Ningun economista fue capaz de predecir y prevenir la burbuja habitacional y la consiguiente crisis bancaria. Peor todavía, carecían del arsenal de ideas para entender el necesario papel que juega el Estado en la superación de la crisis. Lo que sí está claro, escribe Posner, es que la llamada Escuela de Chicago se equivocó al pensar que “los mercados son perfectos, es decir, que se auto-regulan, y que la intervención estatal casi siempre empeora las cosas.”

Para entender como La Teoría General es aplicable a la crisis, Posner examina sus tres puntos claves. Primero, Keynes piensa que el consumo es “el propósito y el objetivo de toda actividad económica.” No habría producción si no hubiera consumidores. El consumo, y su efecto multiplicador, es lo que estimula la producción. Segundo, nota la importancia, y a la vez los efectos perniciosos, del ahorro. Las personas no acaparan solo pensando en una futura adquisición de bienes. Lo hacen también, entre otras razones, para acumular reservas en vistas de un futuro siempre  incierto. Tercero, esa incertidumbre caracteriza fundamentalmente el ámbito económico y agita las aguas que conducen al naufragio de una economía.

Como su preocupación central es el desempleo, lo fundamental para Keynes es el consumo y no el ahorro. Las personas ahorran y no consumen por la inseguridad con que enfrentan riesgos incalculables. Esto hace necesario gobernar el mercado. Posner cita lo que Robert Skidelsky, autor de la mejor biografía de Keynes, escribe sobre su teoría en este sentido: “Una economía capitalista no administrada es inherentemente inestable. Ni las expectativas de ganacia ni la tasa de interés están sólidamente ancladas en las fuerzas subyacentes de la productividad y el ahorro, sino que están dirigidas por expectativas inciertas y fluctuantes.”

Ese clima de inseguridad ahoga el “espíritu animal” de los empresarios y estimula el acaparamiento por parte de los consumidores, y también de aquellos inversionistas que buscan consolidar sus activos de caja. Así se precipita una caída en espiral que conduce al desempleo, reduce el ingreso, disminuye la producción, y produce aún más desempleo. Aquí, indica Posner, aparece la otra idea central de Keynes – solo la estabilidad estatal puede detener ese descenso y restablecer un clima de confianza. Junto con bajar las tasas de interés, el Estado puede incrementar la inversión pública para con ello estimular el consumo, alfa y omega de todo el proceso económico.

Según Posner, este énfasis en el consumo no hace de Keynes necesariamente un hedonista. El consumo no se limita a bienes  insustanciales. Incluye también “el equipamiento de las Fuerzas Armadas y  la subvención pública de la educación y el arte.” Nota Posner que aunque consideró factibles proyecto dispendiosos, como las pirámides egipcias, por su capacidad de incrementar el consumo, su preferencia fue que el Estado se embarcara en proyectos productivos.

A pesar de sus limitaciones, errores y exageraciones, Posner piensa que La Teoría General es el libro para el momento que vivimos. Los economistas pueden haber olvidado La Teoría General, “pero la ciencia económica no ha sobrepasado la argumentación informal que representa y que puede iluminar los oscuros rincones a los que no acceden las matemáticas”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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