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Una Nueva Contrariedad


Los que formamos la oposición de derecha debemos aprontarnos para una nueva contrariedad por actuaciones demagógicas del Gobierno, pues el miércoles a las 11 horas el Presidente conmemorará los 25 años del Acuerdo Nacional, una iniciativa fracasada, y anunciará tres reformas inoficiosas, aparte de otras que ha mantenido en reserva y respecto de las cuales, por tanto, no cabe anticipar un juicio.

El Acuerdo Nacional partió de una deserción de personeros que, siendo partidarios del Gobierno Militar, formaban el «vientre blando» de dicho régimen, parodiando términos de Winston Churchill (según él, el «vientre blando» del Eje era Italia). En 1985 el Partido Comunista lanzó una violenta ofensiva guerrillera, tanto que en un informe de la Embajada de los EE. UU. relativo a ese año se señalaba que la mayor causa de muertes por razones políticas en Chile era el brazo armado del PC, el FPMR, dirigido por el «encargado militar» de la colectividad y hoy diputado, amigo de las FARC, Guillermo Teillier.

El «vientre blando» del Gobierno Militar, entonces, se asustó y amilanó ante la violencia terrorista y empezó a buscar un «aterrizaje suave» ante lo que consideraba una inminente caída de aquel régimen, la cual no era tal, por supuesto, pues era sólido y la Constitución de 1980, aprobada por el 67 por ciento de los chilenos, había fijado el itinerario de retorno a la democracia que, finalmente, se cumplió con todo rigor. Ello acreditó la completa improcedencia e inutilidad del señalado Acuerdo. Pero sus promotores convencieron al cardenal Francisco Fresno de llevar el texto del mismo (que básicamente consistía en poner término anticipado al Gobierno Militar, contra lo aprobado popularmente en 1980) y el ingenuo cardenal se lo llevó al Presidente Pinochet, que si bien acogió amablemente a la visita, cuando recibió de ésta el texto de Acuerdo y sabedor de su contenido, se lo volvió a colocar al purpurado en la bocamanga de su atuendo, donde lo llevaba, y lo despidió con las mayores muestras de cordialidad. ¿Qué se va a conmemorar el miércoles, entonces? Sólo una fuga (frustrada) más de cierta gente de la derecha que siempre se está pasando al otro bando. Cero resultado concreto, como no fuera el de haber sido un paso previo a la formación de la Concertación, de triste memoria para los chilenos tras sus veinte años de paulatino retroceso, en la medida en que fue desvirtuando el modelo socio-económico y político legado por el Gobierno Militar.

En cuanto a las tres reformas políticas anunciadas por el Gobierno, son otras tantas inciativas demagógicas y carentes de contenido real: 1) Plebiscitos comunales: si son necesarios, pueden hacerse en la actualidad y, de hecho, se hacen, como en el caso más reciente de votación sobre aprobación de un mall en Carlos Antúnez; 2) Una «declaraciòn única de intereses y patrimonio». La obligación de hacerla existe en la actualidad. Basta con exigir que esté bien hecha, lo que no sucede en la mayoría de los casos. No se necesita una nueva ley, sino simplemente fiscalizar el cumplimiento actual; 3) «Creación de la iniciativa popular de ley». ¿Para qué, si el derecho de petición está vigente y basta que una persona solicite a un parlamentario u hombre de gobierno que presente una moción o un mensaje de ley sobre cualquier materia? ¿Para qué sirve entonces el sistema representativo? Hasta Perico de los Palotes va a mandar su proyectito.

Pero el mièrcoles «el país de los cerebros lavados», tan dóciles a la manipulación oficialista, va a estar pendiente de la ceremonia de autocomplacencia de los que fueron partidarios del «no» y que hoy nos gobiernan gracias a la mayoría que les dieron los partidarios del «sí» (o su «vientre blando» devenido mayoritario entre éstos), ceremonia destinada a conmemorar allí donde no hay nada que conmemorar y en que se anunciará tres iniciativas políticas (¡leyes y más leyes!) efectistas e innecesarias.

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