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Chile a medio camino: control, caridad y centralismo

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Portales y los conservadores ganaron. Perdieron Infante (federalismo), Bilbao (libertad), Lastarria (educación de calidad), Balmaceda (infraestructura regional) MacIver (industrialismo), Hurtado (reformas estructurales), Silva Henríquez (derechos humanos integrales).


Quisiéramos ser más exitistas, pero no podemos, aunque en los diarios de Centro América, donde residimos, se colma a Chile de elogios: control de legalidad, baja corrupción, país casi desarrollado que entró a la OECD, baja tasa de crímenes violentos, logros notables en los indicadores de salud (mortalidad infantil, esperanza de vida) y redes asistenciales eficaces.

Pertenezco a los chilenos “tristes”, a los críticos, aquellos que no se conforman, aunque reconozcan. Rodrigo Alvayay me hizo leer hace ya varios años el libro Sinceridad, ensayo crudo de la desigualdad y pobreza del Chile del Centenario. Pero aceptemos, por un minuto, la admiración de los centroamericanos, de lo que se llama el Estado en forma de su temprana institucionalización que es Chile comparado a algunos Estados fallidos, como se suele caracterizar a aquellas naciones en que la violencia alcanza ribetes impensables, la corrupción es galopante y la insensibilidad de las clases dominantes con los pobres es un pecado estructural que encarna el infierno.

[cita]Portales y los conservadores ganaron. Perdieron Infante (federalismo), Bilbao (libertad), Lastarria (educación de calidad), Balmaceda (infraestructura regional) MacIver (industrialismo), Hurtado (reformas estructurales), Silva Henríquez (derechos humanos integrales).[/cita]

Pero seamos equilibrados: Chile es un país donde hay pocos asesinatos y casi nula impunidad con los mismos, pero crece el robo y el hurto, sin éxito en programas de soporte comunitario para vencer a los micro carteles en nuestras poblaciones. La Contraloría opera y la separación de poderes ha mostrado sus frutos en controlar los abusos megas, pero el ser avispado es parte del ethos nacional, y hay una epidemia de corruptelas privadas y públicas. La caridad activa da frutos y el país consensuó entre la derecha popular y la izquierda asistencial un pacto fecundo para dotar a todo el mundo de un menú básico de ayudas, pero hay muy poca mejora en la calidad de los empleos y la desigualdad estructural sigue incólume, en el país de los commodities y la tasa impositiva del 18% (casi la mitad del promedio de la OECD). Por último, Santiago muestra atisbos de modernidad en el país en que la dictadura y la Concertación no modificaron en cuadro de híper centralismo en el único país de desarrollo medio del mundo que no elige sus autoridades regionales ni cuenta con fondos relevantes de convergencia territorial para equilibrar el desarrollo de sus territorios.

Entonces, sí, somos un país en que hay control, existe caridad y el centralismo ha dibujado una geografía de mínimos sociales y una cabeza metropolitana que busca lucir mimetizarse con el primer mundo de Plaza Italia hasta Farellones. Ese país que casi no se rasguñó con el terremoto, aquel que no sabe, no huele, no vive, no conoce las calles de Curepto ni la desesperanza de Tomé cuando se cierran las textiles y luego un tsunami hace desaparecer Dichato.

Somos eso; virtud y vicio: control, caridad, centralismo. Portales y los conservadores ganaron. Perdieron Infante (federalismo), Bilbao (libertad), Lastarria (educación de calidad), Balmaceda (infraestructura regional) MacIver (industrialismo), Hurtado (reformas estructurales), Silva Henríquez (derechos humanos integrales), Allende (recursos naturales)….Nicanor Parra (humor inteligente).

Estamos a medio camino y lo sabemos. Hay que evocar a Zurita y su poema en el desierto de Atacama: Sin pena ni miedo. Se puede correr las fronteras de lo posible e ir a un consenso nuevo, en que el control se llame cohesión, la caridad se convierta en fraternidad y el centralismo se supere en un país con armonía territorial. ¿Palabras utópicas de hombre triste? Nada de eso. El país de belleza dramática engendra soñadores, díscolos y luchadores….que hacen historia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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