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El Legado de Jaime Guzmán


En un blog de hace tiempo dije que alguna vez me referiría al legado de Jaime Guzmán. Como pasara el tiempo y no lo hiciera, hace no mucho un comentario de Christopher me cobró la palabra, y a raíz de ello me volví a comprometer a hacerlo.

No es tema para un blog breve, pero daré algunas ideas.

El legado de Jaime, primero, reside en su claridad de conceptos y en su firmeza y lucidez para defenderlos. En eso era intransigente. Lo contrario del político tradicional.
Un concepto básico suyo era el de que la democracia es mucho más que «un hombre, un voto» y el respeto a la voluntad de las mayorías. Por eso él defendía una «democracia protegida». Protegida de mandatos en su momento mayoritarios, como el de Adolfo Hitler o el de Fidel Castro (este último sin elección de por medio, pero presumiblemente mayoritario), que devinieron en la esencia de gobiernos no-democráticos.

Entonces, según Jaime, el mandato de la mayoría debía estar limitado por ciertos valores básicos que ninguna mayoría puede transgredir. Las herramientas que él patrocinó, junto con otros redactores de la Constitución de 1980, fueron quórums especiales altos para defender los derechos básicos, senadores designados al margen del partidismo y atribuciones de las instituciones de la Defensa como garantes del buen orden constitucional, a través del Consejo de Seguridad Nacional.

Probablemente la muerte de Jaime contribuyó a que esos mecanismos, salvo el de los quórums, fueran eliminados, porque no hubo nadie con la prestancia de él para preservarlos y los cuerpos uniformados carecieron de toda vocación para defender sus prerrogativas constitucionales.

Otro legado de Jaime Guzmán fue el de la firmeza en posturas contrarias al populismo ambiente. En la centroderecha abundaba la gente presta a marcharse hacia el centro y la izquierda en brazos del populismo, como cuando se votó el dar al Presidente la facultad de indultar terroristas, que no tenía. Jaime, en un votación que perdió en el Senado, se opuso públicamente y pocos dudan de que eso le costó la vida.

Parte del legado de Jaime fue también la defensa de las libertades económicas, pues siempre se declaró profano en cuanto al tema de la Economía, pero no así en el de la Libertad, lo cual lo constituyó en un aliado natural de los Chicago Boys que lograron, en gran medida, establecer en Chile un sistema de libertades en el quehacer económico.

Cuando muchos en la centroderecha predicaban que había que «tomar distancia» del Gobierno Militar, él no lo hizo. Y aquellos ansiosos de arrancar hacia posiciones parecidas a las de la Concertación, que querían aislar a la UDI, se vieron ellos aislados, cuando Jaime negoció con Gabriel Valdés la mesa del Senado sin ceder un ápice en sus posturas y dejando con un palmo de narices a quienes querían satisfacer sus propias aspiraciones al precio de arrinconar a la UDI.

Su estrategia se demostró la más eficaz, pues al mantenerse el suyo como el partido más renuente a renegar del régimen militar y caer en el populismo y la demagogia de la Concertación, le permitió convertirse en la primera colectividad del país, cosa muy diferente a la que esperaban algunos algunos líderes centroderechistas a quienes yo, personalmente, oí decir, refiriéndose a la UDI: «No hay que hacerles caso, porque en las próximas elecciones van a desaparecer».

Creo, en fin, que si en 2009 hubiera estado vivo Jaime Guzmán de todas maneras se habría preocupado de tener un candidato presidencial más afín con la esencia de su pensamiento y las posiciones suyas y de su partido. En el caso de este último, al menos, con lo que resta en él del «legado de Jaime Guzmán».

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