Don Apolinario enfatizó una distinción simple: «diferencien conocimiento de sabiduría. Tuvieron cocimiento para explotar la mina y para sacar los mineros. No hubo sabiduría en quienes no cumplieron las advertencias que llevó a los mineros a la casi muerte».
Se elogia o se advierte a Chile en torno al rescate. Los ladinos (blancos) en Guatemala expresaron lo conocido; afecto por los mineros, admiración por Chile. Sin embargo, me tocó vivir el desenlace junto a un sacerdote y un sabio maya, quienes fuerons críticos, y me hablaron de «signos de advertencia» para Chile. Comparto esta visión que merece respeto y que aporta un punto de vista a oír. Doy contexto para que se entienda parte de las lógicas de dicha interpretación.
Don Apolinario Chile Pixtún, sacerdote maya de la etnia Kakchiquel, encendió velas blancas la noche del 13 de octubre en la reunión anual de la cooperación alemana en Guatemala, mientras se iniciaba el rescate de los mineros. «Ya hablaremos del país de mi apellido, de las lecciones que dicto el inframundo», me advirtió. En su alocución desde la cosmovisión de su pueblo, conocida universalmente por su calendario que dicta con un sesgo predeterminístico el «transcurrir de los tiempos», Don Apolinario asustó primero y luego relajó a la audiencia. Es el conocido y respetado porque advirtió que sería el año más lluvioso del último siglo en Centro América -el foco del encuentro era revisar la acción por el medio ambiente de cada programa en terreno-. Pero luego intimidó: el año que viene es Kemé, el nahual (espíritu) de la muerte, por lo cual el 2011 estará plegado de «conflictos, violencia, agresiones».
Sin embargo, no es preámbulo del fin del mundo como las visiones apocalípticas, milenaristas y hollywoodenses buscan simplificar el término del calendario maya el 21 de diciembre del año 2012. Reiteró lo que es útil que conozcamos: los mayas dividen el año en 18 meses de veinte días, con un «nahual» cada jornada que se repite circularmente. Son 360 días a los que se suman los cinco días de reflexión, que son un tiempo de repensar(se). Los números sagrados en toda la visión maya son el 20 y el 13= 33, como los mineros. La historia es interpretada como 13 eras de 5200 años cada una. Estamos en la Quinta Era que acaba el 21 de diciembre del 2012, dando inicio a un tiempo de mayor esperanza, que Don Apolinario llama «Era del Sexto Sol, donde se produce el renacimiento, la modernidda se une a los valores ancestrales, cambias los hábitos de vida, los pueblos se vuelven humildes para ganar abundancia para todos».
[cita]Don Apolinario enfatizó una distinción simple: «diferencien conocimiento de sabiduría. Tuvieron cocimiento para explotar la mina y para sacar los mineros. No hubo sabiduría en quienes no cumplieron las advertencias que llevó a los mineros a la casi muerte».[/cita]
Cada era tiene trece ciclos de 400 años, por eso la suma de 5200. La totalidad de los calendarios de Meso América maya coinciden en esta visión común, desde Chiapas a Copán, de Palenque a Tikal, entre quebchíes, kichés, mams o kakchiqueles.
Don Apolinario sabe que Chile es ají en su cultura y el significado de su apellido, pero le gusta la definición mapuche de Chile «como el fin del mundo». Entonces, habla de lo que ocurrió a los mineros. Los mayas piensan todo en tres mundos: cielo, tierra y el inframundo, en un país de barrancos impenetrables, cuevas carcásicas, ríos subterráneos que emergen en grutas y quebradas a las que nadie logra bajar.
Las ciudades mayas como Kumarcaj, donde se habría encontrado el Popol Wuj (el libro sagrado maya-kiché que llama a que «nadie se quede atrás»), tienen altares al final de largas cuevas, donde el incienso y las velas son parte de una cultura que dialoga con el tiempo y los antepasados con una intensidad notable. Los mineros quedaron atrapados en el inframundo y esa fue una señal planetaria, en especial para Chile. Pudo haber sido un holocausto y no lo fue.
Valentín Tavico, sociólogo y linguista kiché, quien fue director de la Agrupación de Autoridades Indígenas, AGAI, fue categórico frente al drama de los mineros de Copiapó: «Esta es un signo severo, donde ellos fueron mensajeros. La señal es para las autoridades de Chile. El inframundo es castigo, muerte, como el fondo de una quebrada llena de culebras que no requieren luz. La no luz es dolor. Hay una lección oculta. En mi sueño de anoche se llamaba a ser respetuosos de la tierra, a no basar todo el desarrollo en la gran minería, a buscar otros caminos en la nueva era».
Don Apolinario enfatizó una distinción simple: «diferencien conocimiento de sabiduría. Tuvieron cocimiento para explotar la mina y para sacar los mineros. No hubo sabiduría en quienes no cumplieron las advertencias que llevó a los mineros a la casi muerte».
Maya significa hombres de maíz en la visión indígena que es la de un agricultor y artista de telas con colorantes natuarles, en este mundo en que viven, y que sufre la violencia de las grandes ciudades. En ese habitar de los mayas se recela de la minería industrial, porque han evadido impuestos y contaminado comunidades aguas abajo, en un país sin cordilleras con hielos eternos, por tanto, donde la dependencia al agua es vital en los secos meses de noviembre-abril. El Presidente de los Obispos. Monseños Ramacini, el mismo que encabezó marchas con las leyes anti inmigrantes en Texas, pide regulación y preocupación ambiental.
Es difícil dimensionar para un chileno, donde la minería es más del 50%, focalizada en zonas desérticas. Acá es un territorio verde donde se vive de la milpa (maiz), el frijol, se produce caña, café y el cacao, original de Guatemala. Los bulzdozer, chimeneas y relaves son leídos como agresión. La trampa sórdida de los mineros como una señal. «Para nosotros la minería artesanal es compatible y sustentable. A lo otro le tenemos miedo», confiesa Tavico.
De seguro, muchos leeran estas visiones como patrañas pre-racionales, brujería, prejuicios e ignorancia ante fenómenos «inevitables» como este accidente, que otros reducen a la negligencia y posible corrupción de algunos empresarios con uno o dos fiscalizadores. En lo persona, escuché y observo sabiduría, que provoca preguntas. Ojalá que el fin del mundo escuchemos este susurro maya y su parte en la verdad; una muy grande, como es tiempo de renovarse y fundar otro tiempo en que un país no dependa sólo de la voracidad China por crecer y demandar cobre a destajo, incitando a los señores a explotar el subsuelo sin oír advertencia alguna, sometiéndonos a todos a los insomnios de ver desmoronarse la montaña y quedar enterrados vivos, más allá de la pulcritud, las sonrisas y la escenografía contenida del acto final.