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Coloma a contrapelo

Camilo Feres
Por : Camilo Feres Consultor en Estrategia y AA.PP.
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Estas características que lo convierten en un rostro amable y conciliador, de poco le sirven en la actual coyuntura. Es más, ahora que su partido pugna por mayor injerencia en las cosas de Gobierno, al timonel gremialista se le ve incómodo. Es cierto que ha salido en más de una ocasión a cruzarse con declaraciones del Ejecutivo, pero también es cierto que cuándo realmente se recibe el malestar UDI como una señal de alerta en los medios no es cuando habla su presidente, sino cuando irrumpe alguno de los “duros” de la tienda de Suecia.


Cuando Pablo Longueira o Jovino Novoa levantan la voz más de alguien tiembla en el entorno, pero con Juan Antonio Coloma definitivamente no pasa lo mismo. Y es que basta mirar al presidente de la UDI para darse cuenta que lo suyo es la amistad, la ironía y la buena onda y que esto de andar amenazando, poniendo ultimátum y golpeando la mesa simplemente no le queda bien.

El presidente del partido más grande de Chile y conductor de la bancada más numerosa del Congreso tiene más alma de conversador que de retador; es, como diría un gran amigo y reposado pensador, “uno de los nuestros”, es decir, de los que caminan en las reuniones con un combinado en una mano y un cigarro en la otra, que se ponen cerca del parrillero en los asados y que tienden a componer las tensiones –apenas asoman- con una buena talla, con un oportuno chiste.

Probablemente en el colegio Coloma era bastante querido y fijo que se sacó el premio al mejor compañero en más de una ocasión. Tiendo a pensar que no era de los que se sentaba en primera fila y que era bastante bueno para interrumpir la clase, pero más por lo conversador y dicharachero que por lo contestador y/o rebelde. Es más, apuesto que era el maestro de los sobrenombres y de los chistes internos.

Pero estas características que lo convierten en un rostro amable y conciliador, de poco le sirven en la actual coyuntura. Es más, ahora que su partido pugna por mayor injerencia en las cosas de Gobierno, al timonel gremialista se le ve incómodo. Es cierto que ha salido en más de una ocasión a cruzarse con declaraciones del Ejecutivo, pero también es cierto que cuándo realmente se recibe el malestar UDI como una señal de alerta en los medios no es cuando habla su presidente, sino cuando irrumpe alguno de los “duros” de la tienda de Suecia.

[cita]El senador por la VII región norte conduce un buque cuya memoria histórica está llena de éxitos derivados de enfrentamientos y por lo tanto sus militantes, lejos de temerles, los añoran. Coloma le habla a un público interno que se constituyó en mayoría con hitos como la derrota de Allamand a manos de Bombal y la de Lily Pérez a manos de Longueira.[/cita]

Lo ingrato para Coloma es que no tiene otra. Su partido forma parte de un gobierno cuya primera y segunda autoridad no pierden ocasión para sembrar símbolos fundacionales, para distanciarse de la derecha que tan fielmente representan en la UDI y para sacar de la puerta del horno los panes que con tanto trabajo y esmero lograron amasar los gremialistas en estos años.

Nadie duda, por ejemplo, del trabajo de décadas que ha desarrollado la UDI para entrar a las poblaciones y validar ahí su opción, por lo mismo sus militantes sienten que los temas que lideran la lista de preocupaciones de los más desposeídos (pobreza y delincuencia) deberían estar bajo su tutela y conducción. Pero aquí, como en tantos otros temas, la iniciativa corre por cuenta de otros.

Eso lo sienten y resienten los militantes de base que son particularmente sensibles al discurso que al respecto enarbola el siempre “retador” diputado Kast. Y aquí estriba uno de los fuegos amigos que obligan a Coloma a desdibujar su natural y amistosa sonrisa para poner, a contrapelo, algunos puntos sobre algunas íes. Así, la agenda del timonel gremialista fluctúa entre el alineamiento con las voces que roncan en el partido y la contención de los discursos críticos que ven en la natural simpatía de Coloma el espacio para sembrar la desazón y la sensación de desprotección.

Porque el Senador por la VII región norte conduce un buque cuya memoria histórica está llena de éxitos derivados de enfrentamientos y por lo tanto sus militantes, lejos de temerles, los añoran. Coloma le habla a un público interno que se constituyó en mayoría con hitos como la derrota de Allamand a manos de Bombal y la de Lily Pérez a manos de Longueira. Sus bases aún recuerdan que su partido le mostró los dientes al mismísimo Ricardo Lagos y lo obligó con ello a modificar sus modos, nombramientos y hasta su programa económico.

Es más, la UDI atesora para si una vistosa lista de victorias sobre el inquieto empresario que los desafió en más de una oportunidad y que hoy se ha convertido en Presidente: en sus primeras aventuras como presidenciable, en su abortada carrera senatorial por la V región y recientemente en algunos nombramientos que debieron ser revertidos.

Aunque en esto de los relatos de autoafirmación el piñerismo también tiene lo suyo, ya que, como muchos, sus figuras se hicieron en política sintiéndole la mano a la UDI, pero como pocos aguantaron el chaparrón hasta que la rueda de la fortuna cambió a su favor. Tal vez por lo mismo las fricciones  UDI – Piñerismo no deben intentar ser explicadas en base a ninguna teoría de estrategia -ni política ni militar-, sino más bien echándole mano a las lecturas de Freud, el psicoanálisis y las tipologías individuales o relatos de identidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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