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Obama, los Republicanos y el Santo Grial

Robert Funk
Por : Robert Funk PhD en ciencia política. Académico de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile
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Estos resultados le darán algunos argumentos a los Republicanos que quieren resistir la invasión de su partido por el Tea Party. Aquí hay otro: para la Casa Blanca en 2012 los Republicanos tendrán que buscar el centro.


Nadie puede decir que ha quedado sorprendido con los resultados de las elecciones de medio término en los Estados Unidos. El Partido Republicano ha retomado el control de la Cámara de Representantes, pero no le alcanzó para dominar el Senado. Ningún drama.

Excepto, el drama que se viene ahora; la batalla que vendrá por el futuro del Partido Republicano. Porque si bien los próximos días serán de fiesta en el Partido Republicano (y de un sentimiento bastante menos festivo en la Casa Blanca), está claro que pronto vendrá una resaca de proporciones. Porque lo que se viene ahora, y de hecho comenzó hace rato, es una batalla por el futuro del Partido Republicano.

Por un lado se encuentra el ‘establishment’ del partido, debilitado hace tiempo. Estos Republicanos moderados -lo que antes se llamaban los Rockefeller Republicans- han ido perdiendo espacio desde el tiempo  de Barry Goldwater. Se definían por ser de derecha en lo económico, pero menos preocupados por temas valóricos. Eran fuertemente anti-comunistas, pero dispuestos a dialogar, tanto con la Unión Soviética como con sus contrincantes en el Congreso.

[cita]Estos resultados le darán algunos argumentos a los Republicanos que quieren resistir la invasión de su partido por el Tea Party. Aquí hay otro: para la Casa Blanca en 2012 los Republicanos tendrán que buscar el centro.[/cita]

Esta estrategia, como ya se ha mencionado, comenzó a revertirse en los 60, cuando las políticas de derechos civiles e integración racial en el sur del país, fuertemente promovido por el Demócrata Lyndon Johnson, causó un éxodo de votantes blancos sureños hacia los Republicanos, convirtiéndose en un clivaje en torno a temas valóricos.

De este quiebre surge el Tea Party, heredero no solamente de la ala más derechista del partido, sino de una larga tradición populista, anti-elitista y aislacionista, del cual hemos visto ejemplos como Pat Buchanan, Ross Perot, y hace un siglo, Theodore Roosevelt. En su encarnación actual, el populismo norteamericano se ha enfocado en algunas ideas concretas como la austeridad fiscal, y algunas más difusas, como ‘tomarse’ el gobierno de fuerzas identificadas como antiamericanas. Este último punto, siempre e históricamente presente en el discurso populista, toma especial (y oscura) fuerza en el contexto del gobierno de un presidente negro llamado Barack Hussein Obama.

En este conjunto de ideas se identifican los desafíos para el Partido Republicano. Aunque algunas posturas, como la reforma migratoria, las posturas del Tea Party no difieren mucho de las del partido, la naturaleza popular y populista del Tea Party ha resultado en la participación de personas, y por lo tanto ideas, que muchas veces no solamente no se basan en los fundamentos del Partido Republicano, sino que en un fundamentalismo constitucionalista propio, convenientemente construido, y basado en una versión revisionista de la historia. El antielitismo y antiintelectualismo del movimiento permite que estas visiones alternativas sean no solamente toleradas, sino que celebradas. El ejemplo más claro del fenómeno es la ex candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin. Y más recientemente, se refleja en por lo menos dos resultados emblemáticos de la elección. En Nevada y Delaware, perdieron dos candidatas al Senado representando las posturas más duras del Tea Party, Sharron Angle y Christine O’Donnell, indicando los límites electorales del mismo. Para el Tea Party, lo extremo inspira a sus bases, pero esas bases no son suficientes para ser elegida por una mayoría.

Estos resultados le darán algunos argumentos a los Republicanos que quieren resistir la invasión de su partido por el Tea Party. Aquí hay otro: para la Casa Blanca en 2012 los Republicanos tendrán que buscar el centro. El Tea Party quiere convencer a los Republicanos que su energía y capacidad organizacional ha permitido una notable resucitación Republicana después de la elección de Obama, ignorando los tremendos problemas con los que Obama aun no ha podido (entre los cuales el más importante es el desempleo), y los muchos errores cometidos por el Presidente.

No sería la primera vez que se cometa un error de este tipo. El ‘Contrato con América’ de Newt Gingrich, un triunfo parecido al actual, fue interpretado por los Republicanos como un cheque en blanco para implementar una agenda radical de derecha, y asumir una postura obstruccionista hacia el gobierno de Bill Clinton.  Pero Clinton profundizó la estrategia de ‘triangulación’, mezclando posturas de derecha e izquierda. Dejó atrás las reformas de salud y declaró que ‘la era de los gobiernos grandes ha terminado’. Implementó una reforma al sistema de bienestar.  Es decir, ocupó el espacio en el centro que había abandonado la derecha. El resultado: en sucesivas elecciones, los votantes gradualmente redujeron la cantidad de Representantes Republicanos, hasta que el Partido Demócrata retomó el control de la Cámara.

Por eso, el Presidente Obama tiene una gran oportunidad. Con un Partido Republicano intoxicado por populismo, Obama puede retomar el centro. No es fácil, porque a contrario a lo que se presentó en la campaña electoral, Obama ha sido un Presidente bastante centrista. Por lo tanto, como Clinton, tiene que ser muy cuidadoso y estratégico en las cosas que decide enfatizar. Esta semana ya señaló que se concentraría más en el tema del empleo. Pero ¿cómo? ¿Implementará más programas desde el Estado? ¿Subsidios a empresas? ¿Bajando el sueldo mínimo? ¿Subiendo el sueldo mínimo?

La búsqueda del centro es el Santo Grial de la política. No solamente es el deseo de todos, sino que cuando uno cree que lo ha encontrado, desaparece, o se mueve, o tal vez nunca existió. Ese es el desafío que enfrentan Obama, los Republicanos y, dicho sea de paso, algunos partidos más locales también.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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