Publicidad

«Molestando a los Ricos y Poderosos»


Una de las pocas diferencias entre las «nuevas derechas» que han planteado, respectivamente, Hinzpeter y Longueira, que, dicho sea de paso, no son nuevas ni derechas, sino simples replanteamientos de las ideas de la más vieja izquierda, es que el primero ha justificado sus propuestas con una razón bastante original, como puede leerse en sus declaraciones a «La Tercera» del domingo 7 de noviembre, pág. R-4:

«Una vez que el gobierno alcanzó logros en seguridad y en la economía, se impulsaron medidas que botaron los mitos que históricamente acompañaban a la centroderecha, como… el impulsar temas que molestan a los ricos y poderosos, como el Sernac financiero y la venta de remedios en supermercados. La combinación de los temas tradicionales con los nuevos delinean esta centroderecha moderna».

Por supuesto, parte esencial del más antiguo sueño de la izquierda siempre fue «molestar a los ricos y poderosos». De hecho, no ha habido ningún régimen de izquierda que haya renunciado a eso, incluso al costo de sumir en la miseria a las masas de su población, como ha sido el caso de Cuba, mismo proceso en el cual está avanzando con eficacia Venezuela, y si no ha llegado todavía a igual desenlace se debe a sus enormes riquezas petroleras. Pero ya llegará. Ya hay «colas» en ese país para conseguir muchas cosas que faltan.

Es curiosa esta predisposición de la sedicente «nueva derecha» impulsada desde el Gobierno, de «molestar a los ricos y poderosos», porque si hay una persona que reúna ambas características es la del gobernante, uno de los hombres más ricos del país y, sin duda, desde el 11 de marzo, el más poderoso. Sobre todo ahora que por fin se ha hecho de «la bolita que le faltaba»,la ANFP (ver mis numerosos blogs anteriores anticipando que se jugaría entero por conseguirla).

A propósito de eso, permìtaseme hacer notar que, junto con negar toda intervención en la elección de la ANFP, en que ha obtenido el triunfo el pacto encabezado por el club del cual el Presidente es accionista-controlador, él, en su simultánea calidad de Presidente de la República, ofreció a dos clubes (que debían votar) sendos aportes para sus estadios, a horas de la elección, elección que habría tenido un resultado distinto (es decir, habría sido reelecto Mayne-Nicholls) si esos dos clubes (que tenían dos votos cada uno) hubieran sufragado por éste y no por la lista patrocinada, entre otros, por el club del cual es accionista controlador el «más rico y poderoso de Chile», a quien las políticas de su gobierno de «nueva derecha» se supone que están dirigidas a «molestar». Serían políticas de «automolestia».

Por supuesto, el Sernac financiero podría molestar a algunas instituciones financieras, pero de ninguna manera en demasía, pues en Chile hay un oligopolio bancario, dado que es muy difícil instalar nuevos bancos. El economista Alvaro Bardón (q. e. p. d.) siempre insistía en que la libertad de entrada al negocio bancario lo haría más competitivo, solución muy superior a la de dictar normas dirigistas que suelen terminar en que los respectivos servicios se encarezcan para los consumidores.

En cuanto a la «venta de remedios en los supermercados», probablemente algunos «ricos y poderosos» sí se podrían molestar, como los dueños de cadenas de farmacias (entre los cuales no está ya S. E., que vendió su participación en una de ellas al filo de las denuncias de colusión que las afectaron). Pero otros todavía más ricos que los anteriores, como son los empresarios del retail, que podrían empezar a vender masivamente remedios, estarían muy felices.

Todas estas supuestas proposiciones novedosas (supuestas, porque de novedosas no tienen nada) sólo persiguen crear imágenes para captar nuevos electores. El mismo ministro Hinzpeter lo ha confesado así en forma bastante paladina en la citada entrevista de «La Tercera»: «Yo apunto a que hoy hay mucha gente que ha perdido la vergüenza de sentirse de centro derecha. Hasta hace algunos meses existía un problema estético y una vergüenza social de declararse del sector, y por eso muchos lo ocultaban».

Estas no son, pues, propuestas políticas de fondo ni giros ideológicos de alto vuelo. Apenas maquillajes para mejorar la estética.

Los programas políticos fundados en semejante propósito pueden servir para ganar transitoriamente, a veces, algunos votos, pero nunca para construir la grandeza de los países.

Publicidad

Tendencias