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Para construir un país de centroderecha

Para construir un Chile inspirado en principios de centroderecha, es necesario crear un movimiento. Y eso es, precisamente, la centroderecha norteamericana y el partido Republicano; es una plataforma en donde todos los miembros de ese movimiento tiene un espacio respetuoso.


¿Qué puede tener en común la Asociación del Rifle con el movimiento pro vida? Casi ninguna, pero en Norteamérica ¡¡¡ambos votan mayoritariamente por los Republicanos!!!

La derecha norteamericana ha logrado construir un país genéticamente de centroderecha, (la europea no) y ¡sorpresa! , la centroderecha norteamericana es profundamente moral, aunque admite de buena gana contradicciones importantes de sus miembros en este punto.

Para construir un país de centroderecha hay que ver bien cuáles han sido las fórmulas exitosas en el mundo. Hay que buscar experiencias de centroderechas que han creado realidades y no meras ilusiones al ganar elecciones, pero sin modificar comportamientos y esquemas mentales profundos de sus ciudadanos.

Al respecto, el filósofo francés Guy Sorman entregaba hace pocos días una explicación al Presidente Sebastián Piñera y su gabinete que si bien contiene consejos muy acertados, falla en algo fundamental, pues su ejemplo es la derecha europea, cuya realidad no es comparable a la chilena, porque parten de dos bases totalmente distintas.

[cita]El filósofo francés Guy Sorman entregaba hace pocos días una explicación al Presidente Sebastián Piñera y su gabinete que si bien contiene consejos muy acertados, falla en algo fundamental, pues su ejemplo es la derecha europea, cuya realidad no es comparable a la chilena, porque parten de dos bases totalmente distintas.[/cita]

Las sociedades europeas están lejos de ser sociedades cristianas; es más, ni siquiera son anticristianas, son derechamente sociedades post-cristianas y, por eso, pueden reducir su contenido valórico a una sola realidad: la “responsabilidad individual”.

Chile, en cambio -aunque no lo quieran reconocer algunos-, se mueve aún en el eje cristiano y anticristiano, es decir, los valores cristianos “son tema”, a favor o en contra, pero una postura en ellas genera realidades, lo cual está lejos de la situación de sociedades post-cristianas, es decir, en donde la postura a favor o en contra no produce efecto alguno en la realidad, a lo más una pequeña sonrisa burlona cuando alguien le pregunta a un político europeo cuán cristiano es un partido político u otro.

Las derechas europeas, en general, son sólo maquillaje. Después de Sarkozy o Cameron, me aventuro a decir que no va a quedar nada que cambie el alma socialista de los europeos.

En cambio, existe otro modelo o realidad de centroderecha mucho más exitosa que la europea. Me refiero a la centroderecha  norteamericana, la que sí ha logrado crear realidades y modificar conductas y valoraciones y que, a diferencia de la derecha europea, no elimina y excluye los valores de inspiración cristiana en la sociedad; por el contrario, los integra y valoriza en una coalición más amplia, haciendo convivir en forma efectiva elementos a veces extremadamente distintos.

El crear una nueva derecha en Chile, no será nunca acción de la UDI + RN, tampoco de la UDI + RN + un pedazo de la DC, sino que sólo será posible por RN + UDI + “Chilenos que NO les interesa la política”, es decir, cientos de chilenos que si bien no les interesa la política, sí valoran ciertos principios en sus vidas y que, eventualmente, los moverán a votar en las elecciones cuando esos valores se vean reflejados en un candidato o partido político determinado.

Es decir, más que un partido, más que una Alianza, más que una Coalición, para construir un Chile inspirado en principios de centroderecha, es necesario crear un movimiento. Y eso es, precisamente, la centroderecha norteamericana y el partido Republicano; es una plataforma en donde todos los miembros de ese movimiento tiene un espacio respetuoso (un lugar de “consensos de contradicción” como señalé en mi columna anterior).

Cuando el filosofo francés Guy Sorman le decía al Presidente Piñera y sus ministros que ya no existe consenso posible en temas valóricos, lo decía hablando de la realidad europea. Pero esa frase, guste o no, está todavía muy lejos de ser la realidad de Chile.

Basta un solo ejemplo muy concreto para graficar esta realidad. Cuando hace poco tiempo algunos legisladores socialistas presentaron un proyecto de ley sobre el matrimonio homosexual, se generó una movilización silenciosa pero masiva de la inmensa mayoría de las iglesias evangélicas de Chile, que citaron a gran parte de los parlamentarios, de norte a sur, a sendas reuniones (en mi caso, fue en la ciudad de Angol, IX Región) para manifestar su total rechazo a ese proyecto de ley.

¿El resultado? Gran parte de los parlamentarios socialistas comenzaron a retirar sus firmas y dejaron en el olvido el tema. En dichas reuniones no participaban grandes empresarios conservadores o grupos privilegiados de la élite nacional; eran cientos de colectiveros, pequeños comerciantes, profesores, todos miembros de las más diversas iglesias evangélicas. El mundo popular en nuestro país es profundamente valórico y ese es un dato que no se puede negar.

Si queremos construir una “Nueva Derecha” exitosa, debemos construir un “Movimiento” en base a nuestra propia realidad social y valórica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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