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De maricones, indios y otras sutilezas

Nicolás Espejo Yaksic
Por : Nicolás Espejo Yaksic Profesor Visitante de las universidades de Oxford y Leiden. Miembro correspondiente del Centro de Derecho de Familia de la Universidad de Cambridge e Investigador del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema Corte de Justicia de México.
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Tal vez la bien intencionada, pero incorrecta lógica campaña de SERNAM, pueda ser utilizada en el futuro para otras causas. Por ejemplo, para intentar disminuir los accidentes de tránsito y las muertes asociadas a los mismos: “No maneje como indio, que se puede matar”.


Me ha costado escribir esta columna. En parte porque no he tenido mucho tiempo. En otra, porque he tratado de escuchar lo que otros quieren tratar de decir, algo mas bien raro en mí. El asunto es que ya que ayer martes se cerró la campaña del SERNAM “Maricón: digámoselo al que se lo merece”, me aventuro entonces con algunas reflexiones.

La expresión maricón no busca nombrar a hombres que le pegan a las mujeres, sino para referirse a los hombres homosexuales (Diccionario de la Real Academia de la lengua Española). En este sentido, los maricones siempre han sido, en el sentido coloquial-despectivo de la palabra, los gays, los homosexuales, los maricas, los invertidos, los mariquitas, los sarasas. Por ello es que resulta particularmente perversa la asociación de la expresión maricón a otro significado coloquial-despectivo del término y que surge con posterioridad en el tiempo: quienes fastidian o tienen malas intenciones para con otros.

Es decir, culturalmente, a lo menos en Chile, hemos llegado a asociar una determinada orientación sexual –no heterosexual- con una debilidad de carácter o falta de corrección moral. ¡Que salto lógico más olímpico!  “No seas maricón= no te arrepientas”; “no seas maricón: no me falles”; “no seas maricón=no me mientas”; “no seas maricón: no te rías de otro”. Y en el sentido inverso: “se hombrecito= asume tus decisiones”, “se hombrecito=apóyame”; “se hombrecito=di la verdad”; “se hombrecito: no abuses de tu posición”.

[cita] ¿Justifica la disminución de la violencia en contra de un grupo, la violencia en contra de otro? ¿Violencia, se dirá usted? ¿Qué tiene que ver la utilización de la expresión maricón para llamar así a quien golpea a una mujer, con la violencia en contra de la población homosexual? Yo creo que mucho.[/cita]

Una vez despejado lo anterior, pasemos a lo que hace la campaña de SERNAM. Antes que todo, no se trata de una campaña para superar la homofobia, los crímenes de odio o la estigmatización de género. Es una campaña orientada a disminuir los niveles de violencia en contra de las mujeres. ¿Y es que acaso no es ese un objetivo deseable? Por cierto, y no solo deseable, sino imperativo (sólo al 14 de noviembre de 2010, se han cometido 37 femicidios en Chile). La pregunta para mi es otra. ¿Justifica la disminución de la violencia en contra de un grupo, la violencia en contra de otro? ¿Violencia, se dirá usted? ¿Qué tiene que ver la utilización de la expresión maricón para llamar así a quien golpea a una mujer, con la violencia en contra de la población homosexual? Yo creo que mucho.

La violencia material o física, practicada de forma sistemática no es un accidente, sino una consecuencia necesaria de los hábitos sociales, de las valoraciones o desvaloraciones respecto de un grupo, clase o grupo de individuos y que se radican, entre otros lugares, en el lenguaje. Puesto que sabemos que la violencia en contra de la mujer es consecuencia de la dominación masculina, es que intentamos atacarla desmantelando los patrones simbólicos de la supuesta superioridad moral, política y económica de los hombres respecto de las mujeres y que dan lugar a una suerte de justificación o explicación social de por qué los hombres golpean a las mujeres. ¿Pero acaso no esperable que los homosexuales esperen lo mismo?  ¿No tienen derecho a esperar que también nosotros  -y el Estado- seamos cuidadosos en disociar la idea de homosexualidad de criminalidad? (el Código Penal de Chile, hasta el año 1999, criminalizaba la sodomía) ¿No es acaso cierto que la fatídica asociación entre homosexualidad y falta de corrección moral abre paso a un manto de justificación social de la discriminación y violencia física y simbólica en contra de la población homosexual?

Si es que lo que digo es cierto, entonces la utilización de la idea de un “maricón” para atacar la violencia en contra de la mujer es una mala idea. Como agudamente ha señalado Julio Dantas en su columna de The Clinic al utilizar la palabra maricón para atacar la violencia contra la mujer, el SERNAM no resignifica la violencia, sino que solamente la desvía hacia otro sujeto: el homosexual. En este sentido, y en contra de la campaña comentada, nadie “merecería” ser llamado maricón, si es que con ello se intenta describir un acto miserable, ilegal y brutal, como es pegarle a una mujer. Al nombrar como maricón a un agresor, se logra el efecto de asociar los actos de esa persona con algo que parece incorrecto. La trampa es que – incluso sin darnos cuenta, ya que así es como opera el lenguaje coloquial- reforzamos la asociación de lo indebido con la homosexualidad. Así, ganan las mujeres y pierden los homosexuales. ¿No habrá otra forma de atacar la violencia en contra de las mujeres, sin que el precio de dicha campaña sea el de reforzar la estigmatización en contra de la población homosexual?

Como usted podrá advertir, la preocupación que planteo aquí no solo es aplicable a la población homosexual. Tal vez la bien intencionada, pero incorrecta lógica campaña de SERNAM, pueda ser utilizada en el futuro para otras causas. Por ejemplo, para intentar disminuir los accidentes de tránsito y las muertes asociadas a los mismos: “No maneje como indio, que se puede matar”. Tal vez se disminuyan los accidentes de tránsito, pero es probable que el Estado no quiera llegar a decir algo como eso, a lo menos, por ahora.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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