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La agonía de la Concertación

La actual crisis de la Concertación se basa en una izquierda que no se siente cómoda en ella y en un centro que mira con buenos ojos a las actuales fuerzas de gobierno. En otras palabras, los antiguos socios dentro de la Concertación están mirando cada uno para lados distintos, pero no se están mirando entre ellos.


Entre las varias lecciones que se pueden obtener de las últimas encuestas realizadas en nuestro país (CEP y ADIMARK), existe una que cobra gran notoriedad y relevancia, pues sus consecuencia en el mediano y largo plazo pueden modificar de forma sustancial el escenario político nacional.

Se trata de las claras señales de la crisis profunda que vive la Concertación. La última encuesta CEP de Noviembre-Diciembre 2010 ha dado un resultado devastador para el conglomerado político opositor, demostrando que la mayor y más exitosa coalición política de la historia reciente de nuestro país ha comenzado un persistente proceso de descomposición.

Es así como la muestra del CEP revela que las personas que se  identifican o simpatizan con la Concertación han pasado de un 27%, en agosto de 2009, a un magro 16%, a fines de 2010, destacándose en esta baja una diferencia importante en la identificación de las personas que se declaran de “izquierda”, cifra que disminuye de 23% a 16%, con las personas que se definen como de “centro” las que se mantienen estables entre 13 y 14%. Es decir, encontramos la primera fuerza de descomposición de la Concertación: las personas de “izquierda” se sienten cada vez menos representadas por la actual oposición.

[cita]Ante la pregunta de si aprueba lo realizado por la Coalición por el Cambio, es decir, por los partidarios del gobierno, sólo 14% de la gente de “izquierda” dice aprobarla, pero un  impresionante 55% de la gente de “centro” expresa su aprobación.[/cita]

Por otra parte, si analizamos el grado de aprobación o desaprobación a la labor de la Concertación en su rol como oposición, nos encontramos con que a fines de 2010, 43% desaprueba la labor de la Concertación y sólo 20% la aprueba.

El hecho más grave es que ese 20% de aprobación es una de las cifras más bajas que ha recibido la oposición en la historia reciente de nuestro país, igualada sólo por las cifras que la actual Alianza por Chile obtuvo en los años 2006 y 2007, es decir, después de años en la oposición, cuyo rol muchas veces desgasta más que el ser gobierno.

Si miramos los resultados de la encuesta Adimark éstos son aún más dramáticos, porque muestran una tasa de rechazo al rol de la Concertación como oposición de un sorprendente 61%.

Es nuevamente significativo que entre quienes desaprueban la labor de la oposición exista una clara diferencia entre las personas que se identifican con el “centro” y con la “izquierda”, pues las personas de izquierda desaprueban en un 31%, y en cambio las de centro en un 39%. Y más sintomático aún es que ante la pregunta de si aprueba lo realizado por la Coalición por el Cambio, es decir, por los partidarios del gobierno, sólo 14% de la gente de “izquierda” dice aprobarla, pero un  impresionante 55% de la gente de “centro” expresa su aprobación. Aquí nos encontramos con la segunda fuerza de descomposición de la Concertación: los índices muestran que la gente de “centro” ve con buenos ojos a quienes respaldamos al actual gobierno.

Lo anterior demuestra, asimismo, que la actual crisis de la Concertación se basa en una izquierda que no se siente cómoda en ella y en un centro que mira con buenos ojos a las actuales fuerzas de gobierno. En otras palabras, los antiguos socios dentro de la Concertación están mirando cada uno para lados distintos, pero no se están mirando entre ellos.

Sin embargo, creo que tanto estos resultados como los esfuerzos del Presidente Sebastián Piñera por captar el centro político -de la mano con la Democracia Cristiana- aún no producirán un efecto que haga cambiar el eje dominante de la política chilena desde la centro-izquierda a la centro-derecha. ¿La razón? Los dirigentes democratacristianos son los mismos que vivencialmente se han forjado en la Concertación, de modo que será muy difícil que este gobierno logre capitalizar esta descomposición transformándola en acuerdos políticos formales con las fuerzas de centro.

A pesar de lo anterior, estoy convencido que al menos se logrará, durante este gobierno, cimentar las bases para este cambio de la realidad socio-política, y así futuros gobiernos de la Alianza, una vez completada la renovación real de la dirigencia DC, podrán llegar a acuerdos importantes con los representantes del centro político chileno.

Así, es indudable que la agonía de la Concertación ha comenzado y que una nueva realidad socio-política de centroderecha ha comenzado a surgir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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