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Los Porfiados hechos ya no son porfiados


Lenin solía decir que si los hechos no concordaban con sus afirmaciones, «tanto peor para los hechos».
Durante muchos años pensé que ese predicamento sólo acreditaba la arrogancia del líder soviético, pero el transcurso del tiempo me ha venido convenciendo de que él tenía razón. En el fondo, en todo el mundo y particularmente en Chile, se ha acreditado que se puede manipular de tal manera a la opinión ciudadana que los hechos dejan de tener importancia, a todo nivel. Ya no son «porfiados». Ceden.
Un acontecimiento insignificante y trivial, como lo es la revelación de un informe diplomático norteamericano de 2009 que aseveraba que la causa de la muerte de Eduardo Frei Montalva nunca será aclarada, ha provocado revuelo interno e internacional.
Lo que más me ha llamado a la reflexión sobre este tema ha sido el editorial de «La Segunda» de hoy, porque en un tono perfectamente mesurado y ecléctico, recoge y valoriza una tesis que no tiene ningún sustento en los hechos, como la de que hay dudas acerca de la causa de la muerte del referido presidente y conviene «por el bien del país», aclararlas.
Que eso lo afirme Sebastián Piñera no tiene nada de raro. Era casi de esperarlo. Su juego es esencialmente mediático, sean cuales fueren los hechos. Pero «La Segunda» es un diario serio, atenido a las realidades y, sin embargo, ha caído esta vez presa del oleaje mediático, del opinar «políticamente correcto», cualquiera fuere su base.
Que el embajador de los EE. UU. Paul Simons haya caído bajo los efectos del mismo oleaje y haya informado a su gobierno lo que le informó, tampoco tendría nada de extraño, si no hubiera sido porque, en 2005, la misma embajada norteamericana, sobre la base de informes toxicológicos del FBI, descartó por completo la tesis del envenenamiento de Frei. ¿Por qué el embajador Simons, sin ninguna base, contradice a su propia embajada y señala que no se conocerá nunca la causa de la muerte de Frei, si el FBI señaló precisamente que no había sido un envenenamiento, es decir, contrario sensu, que la causa fue obviamente la intervención quirúrgica erróneamente practicada? Respondo: porque el embajador también ha sido víctima del oleaje mediático, que es más porfiado que los hechos.
Los médicos más próximos a Frei Montalva, y correligionarios suyos, como Patricio Rojas, Osvaldo Olguín y el propio Patricio Silva (procesado como autor), que lo reoperó «in extremis» cuando se hizo evidente el fracaso de la primera operación del doctor Augusto Larraín, siempre han sostenido que la causa de la muerte fue la peritonitis que siguió al post operatorio, debido a una perforación intestinal secundaria a una obstrucción tardíamente tratada.
El propio doctor Larraín escribió una carta a «El Mercurio», poco después de la muerte de su paciente, carta que más de una vez reproduje, revelando que la viuda del presidente fallecido, señora María Ruiz-Tagle de Frei, le envió un regalo con motivo del nacimiento de una hija. El doctor quiso destacar públicamente el gesto de la señora María justamente por la responsabilidad que él tuvo en el desenlace fatal de la operación que le practicó al ex mandatario. Eso se lee entre líneas con toda claridad en su carta.
Nunca en 18 años nadie sostuvo seriamente que Frei Montalva había sido envenenado. Pero fueron 18 años en que cambiaron muchas cosas y el oleaje mediático fue creando conciencia de que los hechos, los anteriormente «porfiados hechos», podían ser derrotados. Fueron años en que los tribunales de justicia, crecientemente integrados por jueces de izquierda, herederos intelectuales de Lenin, fabricaron ficciones y construyeron presunciones más fuertes que los hechos y que el derecho. Fueron años en que se consagró como principio que «todo es posible» judicialmente. Por eso hay militares presos por mantener secuestrada a una persona que, desde luego, no podrían materialmente mantener secuestrada y a la cual, por añadidura, nunca vieron y ni siquiera conocieron.
Ellos podían asegurarle eso al juez leninista y hasta acreditárselo, por ejemplo (es un caso real) demostrándole que se encontraban fuera del país a la fecha en que habrían perpetrado el imaginario secuestro. Pero no les sirvió de nada, porque vivimos en una época leninista, en que si los hechos pugnan con lo que sostiene la izquierda, peor para los hechos.
Y esto se ha incorporado al ADN de la sociedad, no sólo en Chile, sino en el mundo entero, porque los medios son manejados, en el fondo, quiérase o no, por los sucesores de Lenin. Y los hijos de las tinieblas son infinitamente más astutos que los hijos de la luz, se nos ha dicho.
Los herederos de Lenin lo han perdido todo, su sistema político, social y económico fracasó, la gente los echó de los gobiernos, ya ni siquiera tienen votos propios para elegir parlamentarios (en Chile los tres que tienen se los regaló la DC, específicamente, Eduardo Frei Ruiz-Tagle). Sí, pero conservan el poder de manipular a los medios y a la opinión ciudadana. Un tremendo poder. Por eso Sebastián Piñera se retrata sonriente con los tres diputados comunistas en La Moneda, como consta de una foto que el lector Javier Bazán quiso enseñarme a subir a este blog, cosa que yo no pude hacer.
Voy a revelar una infidencia, porque no estoy obligado por ningún compromiso de secreto: cuando, a fines de los años ’90, Carmen Frei empezó a insistir en el tema del asesinato de su padre, el entonces presidente Eduardo Frei-Ruiz Tagle le dijo al entonces director responsable de «El Mercurio», Juan Pablo Illanes, quien me lo refirió en esa época a mí y nunca se me olvidó: «Son cosas de la Carmen». Porque él conocía los hechos. Pero ahora resulta que para Eduardo Frei Ruiz-Tagle la política, la oportunidad mediática, el oleaje de las comunicaciones y de la opinión pública son más importantes que los hechos.
Más importantes que el testimonio concreto de su cuñada Victoria Larraechea, enfermera que tenía bajo su cuidado al enfermo Eduardo Frei Montalva, la cual siempre ha sostenido que no fue envenenado sino que murió a consecuencias de un post operatorio mal tratado, que le generó una peritonitis difusa. Por eso hay una hija del ex presidente Frei Montalva, casada con un distinguido médico, el doctor Beca, conocedor de los hechos, que nunca ha sido parte de las acciones judiciales que han llenado titulares en estos días.
Pero son sólo hechos, porfiados, pero no tanto. Mucho más importante que ellos es hoy la configuración mediática de las opiniones, la manipulación de las conciencias, el lavado de los cerebros. Ese triple instrumental explica todo lo que está sucediendo, explica incluso algo tan inédito e increíble como el editorial que he leído en «La Segunda».
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