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Consolidar la democracia sin ortodoxias

Marcelo Mella
Por : Marcelo Mella Decano de Humanidades, Universidad de Santiago de Chile.
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«Pensar sin permiso» soluciones y respuestas para los problemas públicos, por tanto, se inaugura un período donde el «camino propio» para la democratización y el desarrollo será una alternativa necesaria.


En una publicación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de España, Leonardo Morlino, a la sazón Presidente de la International Political Science Associaton (IPSA), propone analizar la consolidación democrática a partir de la noción de calidad. Para ello el profesor Morlino sugiere, además de evaluar procedimientos e instituciones, abocarse a estimar los contenidos y resultados que producen la democracia y sus políticas.

Esta posición constituye una cierta ruptura -y una grata noticia-, respecto de la tradición dominante en la ciencia política, mediante la cual, la democracia era “simplemente” un procedimiento (Schumpeter) o una agregación de ellos (Przeworski-Dahl). Morlino habla de procedimientos, contenidos y resultados, así como de instituciones, actores y cultura como dimensiones claves para determinar la calidad de las democracias en el mundo y su capacidad de respuesta frente a las demandas de los ciudadanos.

De algún modo, estas ideas rompen con las creencias tradicionales acerca de qué es y qué no es democracia y abren la discusión con cierta ortodoxia académica respecto de “lo deseable” y “lo posible” en  el ámbito de las políticas públicas. Las sucesivas oleadas de crisis económicas e institucionales gatilladas en el mundo desde el colapso de la “burbuja financiera” en Estados Unidos, ha puesto en entredicho creencias básicas respecto del papel del Estado y, parafraseando a Javier Santiso, dogmas acerca de la “economía de lo posible” en América Latina de post-transición. Así también, se han relativizado o derogado las tesis neoconservadoras que establecieron, hace ya algunas décadas, cual sería la matriz de distribución del poder internacional desde la caída del muro hasta nuestros días.

[cita]“Pensar sin permiso” soluciones y respuestas para los problemas públicos, por tanto, se inaugura un período donde el “camino propio” para la democratización y el desarrollo será una alternativa necesaria.[/cita]

Múltiples acontecimientos se han apartado de la proyección de Huntingtton en “Choque de Civilizaciones”, y eso no es malo para los países en vías de desarrollo. Cosas que no debían ocurrir, ocurrieron, y también viceversa. Adam Przeworski decía hace algunos años que la historia suele reírse de la ciencia política. Agregaríamos hoy también que la historia se ríe de la economía.

Robert Zoellik, ha llamado a terminar con la noción de “tercer mundo” para profundizar el multilateralismo. El G-20 ha visto caer su liderazgo por su incapacidad para entregar soluciones frente a los efectos de las crisis que ha afectado a Estados Unidos y a Europa. Para llenar ese vacío han surgido nuevas alianzas de “geometría variable” como BRIC. Mientras, Estados Unidos y la Unión Europea han tenido que soportar la crisis sin una “hoja de ruta” clara y bajo el estupor de las instituciones internacionales, otros países han logrado encontrar su “camino propio” para sortear con éxito la coyuntura apelando al pragmatismo.

Probablemente, el caso más cercano para nosotros, de aquellos países que han logrado encontrar el tono y hacer funcionar la democracia con calidad en estos tiempos de “aguas turbulentas” fue Brasil durante la administración del presidente Lula (2003-2011).  Considerando el período 2003-2010, Lula  consiguió disminuir la pobreza del 35% al 22%; aumentar el salario real promedio en un 40%;  y aumentar el porcentaje de la clase media desde un 37% a casi un 50% de la población, entre otras cifras.  En una perspectiva internacional, los países reunidos en el BRIC poseen niveles de crecimiento anual de sus economías, superiores a Estados Unidos y la Euro Zona.

Frente al envejecimiento de la ortodoxia, surge la necesidad de “pensar sin permiso” soluciones y respuestas para los problemas públicos, por tanto, se inaugura un período donde el “camino propio” para la democratización y el desarrollo será una alternativa necesaria. Hay algunas señales. En Inglaterra el gobierno tory de David Cameron ha anunciado su proyecto de “Big Society” distanciándose del discurso conservador imperante desde Margaret Tatcher. En Argentina se discute intensamente la conveniencia de solicitar al FMI apoyo para el diseño de indicadores de desempeño económico, propuesta realizada por la presidenta Cristina Fernández. En Rusia, Vladimir Putin se encuentra en las puertas de la OMC e impulsa una zona de libre comercio de Lisboa a Vladivostok. Los caminos propios de India y China ya no son novedad.

Durante este año, se espera una nutrida agenda de reformas propuestas por el gobierno del presidente Piñera, que producirá cambios importantes en el rediseño institucional de nuestro país. ¿Qué significa en nuestro país ser ortodoxo? ¿Qué alternativas realistas existen para construir un “camino propio” en políticas públicas? ¿Cuánta responsabilidad compromete la ortodoxia? ¿Cuánta convicción requiere salir de la ortodoxia? Bien valdría la pena tener a la vista estas preguntas al momento de discutir la pertinencia de las reformas en curso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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