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Nueva generación de votantes: un desafío para los viejos procesos electorales

Celeste Garros
Por : Celeste Garros Regional Sales Manager de Citrix para SOLA
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Aristóteles decía que los seres humanos éramos “animales políticos”,  y a pesar del tiempo y el peso de su historia, además del crecimiento demográfico, esta teoría es refrendada hasta nuestros días; la democracia directa ateniense fue trocada por las elecciones de representantes, constituyéndose como un procedimiento clave para la construcción y estabilidad de cada estado-nación moderno.

Pero contrariamente al constante interés y evolución que ha sufrido la política, el método eleccionario ha quedado un tanto rezagado a la llegada de la tecnología. Al no ser  incorporada, ha mermado la participación de quienes han nacido con ella y no se conciben sin su existencia: la generación Y o Echo Boomers, que representa un tercio de la población en países desarrollados.

Este nuevo y eventual votante se caracteriza por privilegiar el uso de plataformas tecnológicas que simplifiquen tareas engorrosas, como tener que inscribirse en un padrón electoral para acudir a un centro de votación y luego de hacer una enorme fila, ejercer su derecho ciudadano.

Plantear la posibilidad cierta del Voto Electrónico, proceso eleccionario más dinámico y accesible, que ofrece una mejor experiencia del usuario, privilegiando la ubicuidad: votar desde cualquier lugar y dispositivo de forma segura, es una opción que seduce a los escépticos nuevos ciudadanos, trayendo viento fresco a los viejos procedimientos electorales, lo que cautiva más participación y refuerza la democracia.

[cita] Los nuevos valores como la simplicidad, el ahorro de tiempo, el cuidado por el medioambiente y la probidad, hacen del voto electrónico una opción ideal. Por medio de esta modalidad desaparecen los costos de impresión de papel, la cantidad de personas involucradas en el proceso y se gana transparencia.[/cita]

Los nuevos valores como la simplicidad, el ahorro de tiempo, el cuidado por el medioambiente y la probidad, hacen del voto electrónico una opción ideal. Por medio de esta modalidad desaparecen los costos de impresión de papel, la cantidad de personas involucradas en el proceso y se gana transparencia al tener en todos los puntos de votación la misma información de candidatos o postulantes.

De esta manera, podemos poner la “máquina de votación” disponible para todos los ciudadanos, permitiéndoles que accedan por Internet desde cualquier dispositivo  (PCs, Notebooks, Smartphones, etc.) y desde el lugar donde se encuentren.

Es probable que podamos contar con el voto electrónico en un corto plazo, porque ciertamente vamos en ese camino. Hoy en día este sistema en términos de máquinas de votación electrónica es algo que se utiliza frecuentemente en Asia, Europa y  América Latina, y ha tenido una experiencia sumamente exitosa en Venezuela y Brasil, particularmente.

Para evolucionar en este método eleccionario, se debe realizar primero un cambio cultural que instale la importancia de adoptar tecnologías como la virtualización de aplicaciones y escritorios de trabajo, que permiten concentrar la información dentro del centro de cómputos, evitando que cualquier dato sea transferido fuera de este entorno, y permitiendo una independencia total en la utilización de esta información.

Como en todos los proyectos tecnológicos de esta envergadura, la inversión inicial requerida es importante para poder lograr esta nueva modalidad de votación. Ahora bien, deberá evaluarse financieramente la mejor alternativa, ya que, por ejemplo, podría haber opciones de arrendamiento de parte de la infraestructura.

Pero más allá de inversiones y costos, la posibilidad de que las personas puedan votar donde quieran y como quieran es un cambio trascendental en la forma de ejercer la política. Quizás con esta modalidad nuevamente podremos decidir los asuntos de la polis en una plaza pública, como lo hicieron los paters en el ágora griega; pudiendo incorporar, esta vez, a los más jóvenes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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