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Wong Kar Wai: Música, viajes y corazones rotos


Wong Kar Wai es, probablemente, uno de los artistas vivientes más importantes de nuestra era. No sólo por ser un gran director de cine: también por haber patentado una forma de ver el mundo (y la imagen) que en su época fue revolucionaria y hoy es casi cliché.

Tímidos inicios

Wong Kar Wai debutó como director a los treinta años, con As Tears Go By (1987), una película menor, pero que tiene algunos atisbos del maestro en que se convertiría: montaje acelerado, especial interés por la perspectiva forzada y un uso de las calles de Hong Kong que se volvería su marca de fábrica.

El gran impacto lo dio con su segundo filme, Días de Ser Salvaje (1991), donde trabajó con muchísima más libertad y presupuesto y donde además encontró a dos de sus colaboradores históricos: el actor Tony Leung y el director de fotografía Christopher Doyle.

Días de Ser Salvaje era un drama romántico sobre galanes en fuga, chicas crédulas, amores juveniles que se desbarrancaban hacia la tragedia y la necesidad de vivir la vida sin detenerse, como los trenes de la Filipina lluviosa o los pájaros sin patas –condenados a jamás posarse en ningún lado- que obsesionan a uno de los personajes.

La ciudad

Desde sus inicios, el director amó Hong Kong. La filmó como nadie, la hizo icónica, le dio categoría y glamour a sus rincones más cochambrosos. Convirtió sus departamentitos miserables en catedrales y sus callejones en túneles de luz y color. Fellini tal vez adoraba Roma y Scorsese sin duda se siente cómodo en Nueva York, pero WKW nunca ha dejado de postular a Hong Kong como su escenario ideal, y las veces que se ha distanciado de ella (como en la catastrófica El Sabor de la Noche) su mano ha perdido inspiración y energía.

Latinoamérica

El remix, el mash-up y esas otras cosas eran habituales para WKW hace ya dos décadas. Y de todas sus conexiones artísticas, ninguna es más misteriosa y amplia que su lazo con nuestro continente: sus filmes, desde Días de Ser Salvaje hasta 2046, están repletos de guiños a escritores como Cortázar, Puig y García Márquez, así como de apropiaciones de melodías tropicales, boleros y tangos.

Su interés por Latinoamérica le llevó hasta Buenos Aires para filmar Happy Together (1997), una historia sobre amantes homosexuales que además era un bello ensayo sobre la tensión entre el amor de pareja y el miedo al desarraigo. Aunque no recuerdo que se mencionara en la época, siempre he creído que es una de las grandes películas sobre exilio jamás filmada.

La improvisación

Dos historias (o leyendas) sobre los métodos de trabajo de WKW. La primera tiene relación con Christopher Doyle, el director de fotografía australiano con el que han trabajado en siete largometrajes y un corto (The Hand, del 2004). Doyle, famoso borrachín y fiestero, solía perderse en los bares de Hong Kong cada noche durante el accidentado rodaje de Chungking Express (1993).

Entonces, cada mañana, un par de asistentes salían a buscarle en un vehículo equipado con un altavoz. Voceaban su nombre hasta que algún barman o mesero los llamaba de vuelta y así recogían a Doyle, por lo general suficientemente borracho como para necesitar una ducha y ropa limpia antes de presentarse en el set. (*)

La segunda historia es más oficial: desde Días de Ser Salvaje, Wong Kar Wai no trabaja en base a un guión. Presenta a los productores un libreto que luego desecha o altera y la mayor parte de los diálogos y escenas los desarrolla en set con los actores. WKW jamás ha desmentido que ese sistema genera enormes problemas logísticos (2046 estuvo a punto de no estrenarse en Cannes por sus demoras de montaje), pero todos sus colaboradores, desde el elenco hasta los técnicos, defienden los resultados.

Los únicos que chillan son los productores, lo que le ha hecho más y más difícil el financiamiento.

Espacios vacíos

La manera de encuadrar y fotografiar lugares cerrados y rostros ha sido una de las señas de identidad de WKW desde sus primeras películas. Algunos dicen que su obsesión por filmar en Hong Kong creó su estética agobiante, nocturna y claustrofóbica, la misma que convirtió los enormes espacios abiertos de Ashes of Time (1994) en una curiosa variante de esos mismos departamentitos atiborrados de objetos.

La cámara en una película de WKW suele estar en el lugar desde donde puede registrar más expresivamente la soledad de un personaje. Una pared, un cristal, un trozo de cielo, ocupan la mayor parte del plano. En una esquina, arrinconado por el ángulo, está el personaje. A veces acompañado. Pero siempre solo.

Una idea recurrente en el cine de WKW (que fue astutamente reciclada por el cine de terror japonés de fines de los ’90) es que el ser humano jamás habita el espacio, sino que es un accidente fugaz dentro de su arquitectura.

We few, we happy few, we band of brothers

Maggie Cheung, Tony Leung, Faye Wong,  Jackie Cheung y ahora último Zhang Ziyi, han sido parte de ese exclusivo club de los actores de Wong Kar Wai. Al hongkonés lo han sindicado como un gran “director de mujeres”, aludiendo con eso a las increíbles actuaciones que suele conseguir de sus actrices.

Pero la relación más duradera y compleja la ha tenido con Tony Leung, cuya primera aparición en un filme de WKW todavía sigue siendo motivo de discusión y asombro entre los críticos. Leung ha sido un alter ego del director, su versión personal del James Stewart de Hitchcock: el rostro conocido que saludamos con alivio en medio del caos.

Música, maestro

“-¿Diría usted que la música es capital a la hora de contar sus historias?

-Yo diría que para mí, la música es más importante que la historia”.

Entrevista a Wong Kar Wai en uno de los extras de la edición Criterion de Con Animo de Amar.

Rastros de carmín

WKW ha sido fuertemente influencia por dos realizadores: Jean-Luc Godard y John Cassavettes, ambos muy interesados en la improvisación y el ritmo. Huellas de lo que Wong Kar Wai ha hecho pueden buscarse en el cine –o el estilo- de directores tan diversos como Oliver Assayas (Irma Vep), Hou-Hsiao-Hsien, la Lucrecia Martel de La Mujer sin Cabeza  y Michael Mann en los momentos más surrealistas de Colateral.

También hay ecos, casi plagios, en películas como Garden State, de Zach Braff y la reciente Somewhere, de Sophia Coppola.

Lo que viene

Para el 2012 está anunciado The Grandmasters, la primera biopic dirigida por WKW, centrada en Ip Man, el maestro de artes marciales que supuestamente entrenó a Bruce Lee. Vuelve a trabajar con Tony Leung y Zhang Ziyi, lo que será una buena manera de cerrar la herida que nos dejaron al final de 2046, la obra maestra que sigue siendo el gran compendio de todos los temas del director: la soledad voluntaria, la felicidad retrasada, el acto de recordar como tortura personal, la noción de que lo que mantiene el amor vivo en el tiempo es la ausencia de contacto físico.

(*) Texto publicado en http://somosblogs.cl

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