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Centrales nucleares: por qué no

Hernán Sandoval
Por : Hernán Sandoval Médico Cirujano y Decano Facultad de Ciencias de la Salud Universidad de Las Américas-UDLA
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Vistos los mayores costos y enormes riesgos que representan, porque son megacentrales, no convienen por menos de 1000 mega watts y mejor más grandes, por lo tanto sólo pueden hacerlas entidades monopólicas, de Estado, como en Francia o privados como en otros países, que sirven a los grandes intereses financieros y a las corporaciones transnacionales que las producen.


Hemos reiteradamente expuesto nuestra posición antinuclear, tecnología peligrosa y que expone a la humanidad a catástrofes innecesarias. Nunca hemos usado el argumento del riesgo de catástrofe natural, como los terremotos de gran magnitud, por su baja frecuencia. Lamentablemente, la realidad habla por nosotros, esperamos que el pueblo y el gobierno japoneses logren mitigar la fusión del núcleo de  las centrales dañadas por el  sismo y no haya escapes radioactivos masivos, para evitar una catástrofe humana peor que Chernobyl, por la mayor cantidad  de población afectada.

Más allá de esta infausta coyuntura valen los argumentos permanentes que hemos expuesto:

Éticos: es inmoral endosarle durante veinticuatro mil años, a más de 600 generaciones de humanos, el cuidado de los residuos nucleares que se producirán para nuestro beneficio actual.

[cita][cita]Vistos los mayores costos y enormes riesgos que representan, porque son megacentrales, no convienen por menos de 1000 mega watts y mejor más grandes, por lo tanto sólo pueden hacerlas entidades monopólicas, de Estado, como en Francia o privados como en otros países, que sirven a los grandes intereses financieros y a las corporaciones transnacionales que las producen.[/cita]

Ecológicos: el plutonio, principal residuo, es producto de la actividad humana, aunque existirían trazas del mismo en las minas de uranio, sus radiaciones son intensas, de extrema nocividad y sirve para fabricar bombas nucleares. Puede causar daño genético, malformaciones congénitas y cáncer de diferentes localizaciones.  No existe un confinamiento seguro de estos residuos y de hecho ya se han producido escapes en los lugares donde se guardan, menos cuando hay que confinarlos tan largo tiempo.

Sanitarios: La operación misma de las centrales nucleares genera residuos volátiles que  periódicamente escapan a la naturaleza. De hecho en el hemisferio norte, donde están situadas la mayoría de las centrales nucleares, la radioactividad ambiental es decenas de veces más elevada que en el sur. Todos los residuos de corta duración tienen poder de causar daño genético y cáncer.

Económicos: Son más caras que otras formas de producir electricidad por el costo de construirlas y también de operarlas. Necesitan sistemas de seguridad de alto costo, incluyendo la protección de las plantas contra atentados y robo de material nuclear. Las medidas de seguridad adicionales que habrá que adoptar después de la catástrofe en curso, las harán aún más caras. Generan dependencia total de los productores de uranio enriquecido, cada día más caros y más condicionado por los escasos proveedores.

¿Por qué la insistencia? Vistos los mayores costos y enormes riesgos que representan, porque son megacentrales, no convienen por menos de 1000 mega watts y mejor más grandes, por lo tanto sólo pueden hacerlas entidades monopólicas, de Estado, como en Francia o privados como en otros países, que sirven a los grandes intereses financieros y a las corporaciones transnacionales que las producen. Insistir es sólo un asunto de intereses económicos y de poder, no de satisfacción de las necesidades nacionales. Nos proponen la generación concentrada clásica, es el pasado; la generación eléctrica del futuro, que podemos construir con nuestros recursos naturales, es distribuida, en capital y en emplazamiento, cercana a los centros de consumo,  múltiple y que no necesita de grandes capitales, pero si grandes decisiones.

Las energías renovables no convencionales son la alternativa más racional y más económica, considerando que se pueden poner a funcionar en corto plazo y no en más de 20 años como sería la nuclear.

Nuestros argumentos son conocidos de larga data, no por ello aceptados sino más bien sistemáticamente descalificados, no necesitamos de la desgracia humana para reforzarlos, sin embargo frente a la primacía de la fría lógica económica, esta magna tragedia nos obliga exigir decisiones ahora, que ojalá nuestros responsables políticos tengan el coraje de adoptar. No hacen falta más argumentos ni estudios, por encima de los intereses económicos de corto plazo, decisiones políticas ya.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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