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Discriminación gay en televisión

Por: Fernando González Martínez


Señor Director:

Apenas terminó la presentación del señor Óscar Gangas en el reciente Festival de la Canción de Viña del Mar, a eso de las 00:30 horas, presenté un reclamo ante el Consejo Nacional de Televisión por el trato ofensivo, discriminatorio e indigno que el humorista hace de los homosexuales, con el fin de no ser pifiado. En unas horas, logramos reunir 22 denuncias, la mayor cantidad de reclamos que ha recibido el Consejo en el último tiempo.

Según consta en el acta de la última sesión, divulgada ayer 28 de marzo, el Consejo formuló cargos en contra de Chilevisión. Según el organismo, «la persistente ridiculización de la referida minoría, empleada para suscitar la hilaridad del público, representa un hostigamiento, que no puede sino herir la dignidad de sus personas, a la vez que vulnerar, por el depósito de intolerancia a él subyacente, el pluralismo, componente inmanente a todo sistema democrático».

Chilevisión deberá ahora hacer sus descargos. Entre sus posibles argumentos dirá que no cuenta con el control de la rutina de los humoristas o que fue una «salida de libreto». Sin embargo, esta tesis queda rebatida con el simple hecho de que la organización premió tanto a Gangas como a Mauricio Flores con una lluvia de antorchas y gaviotas además de las frases halagadores de los presentadores del tipo «han triunfado en la Quinta», «nos han hecho reir» y otras de similar originalidad y peso intelectual.

Quisiera, sin embargo, detenerme en otros aspectos que creo importantes en este debate: el primero de ellos dice relación con saber si hubo menoscabo.  Sin querer entrar a definiciones filosóficas sobre lo que es humor o no, es esencial contar con una barrera que separe lo permitido de aquello que la sociedad debe repudiar. A mí parecer, los epítetos del calibre de «ven para acá, maricón» espetados por el señor Gangas sobrepasan la barrera de lo chistoso. Es cierto, uno se puede reir de que al compañero nuevo de trabajo le saquen la silla todos los días cuando se van a sentar, o que el jefe ridiculice en público al empleado que no es de su agrado para echarlo de la compañía. ¿Pero es eso aceptable? ¿Es eso tolerable? Yo creo que no. Creo que es derechamente acoso, hostigamiento.

Esto mismo es aplicable a los peruanos, los mapuches, los huasos, los tartamudos y los gangosos. Debe de haber un límite entre lo tolerable socialmente y aquello que no. Para quienes piensen que estoy siendo delicado de cutis, los invito a revisar los foros con las noticias sobre este tema y pueden ver el grado de virulencia de los adjetivos utilizados en contra de los homosexuales.

¿Desde cuándo tan delicados? La pregunta no es esa sino por qué recién ahora 22 personas presentamos un reclamo ante un organismo estatal por considerar que se están transgrediendo nuestros derechos esenciales en un sistema democrático. No, señor, creo que no hay delicadeza de cutis, sino todo lo contrario: silencio.

¿Por qué creen que no se ven publicamente personas del mismo sexo tomadas de la mano? No sólo por las miradas raras de la gente, sino por las continuas ofensas que deberán ser afrontadas. O los niños con pinta de gays en los colegios. Pregúnteles de las ofensas que reciben a diario. Entonces, claro, suena demasiada «delicadeza de cutis» cuando se presenta un reclamo por esta insignificancia si comparativamente nos hemos acostumbrado al acoso diario en contra de los homosexuales.

Al leer lo declarado por el Consejo y los argumentos aquí delineados, se podrá ver que los valores a los que se hace referencia no sólo son deseables y exigibles a los contenidos aparecidos en televisión sino que en todos los aspectos de la vida pública.

Reclamamos ante el Consejo Nacional de Televisión debido a la inexistencia de otros organismos estatales que protejan la dignidad y los derechos de las personas en la vida pública. Chile carece de un organismo con herramientas legales suficientes para defender a los ciudadanos de estos abusos.

Entre los países que se han tomado en serio este tema, podemos mencionar a Canadá. La provincia de Montreal, a modo de ejemplo, cuenta con la Commission des droits de la personne et droits de la jeuneusse, con una carta clara de los derechos que debe proteger en TODOS los aspectos de la vida pública, desde que una persona arrienda un lugar hasta las acciones más sofisticadas. Esta se puede ver aquí: http://www2.cdpdj.qc.ca/DroitsDeLaPersonne/Pages/Default.aspx#droits-reconnus

Entonces, más allá de que el señor Gangas difícilmente estaría con el bolsillo igual de tranquilo en países con una potente legislación que defienda los derechos de las personas, lo importante aquí es darle prioridad a un organismo que salvaguarde la dignidad de todos los hombres y mujeres. Esta es también una exigencia que Chile comienza a recibir con mayor fuerza de los organismos multinacionales a los cuales se encuentra adscrito.

Bienvenida entonces la discusión sobre las facultades del Consejo Nacional de Televisión, pero por sobre todo, es esperable que cuando alguien vea vulnerados sus derechos en todos los aspecto de la vida pública sepa claramente a dónde puede acudir.

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