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Mi lectura de la renuncia de la Intendenta


Bueno, cuando hasta había aparecido una justificación legal para el ofrecimiento supuestamente ilegal de la Intendenta de la VIII Región a los allegados de Nueva Aurora (la resolución exenta 2.186, que permitía incluir entre los damnificados a un porcentaje de quienes, en rigor, no lo fueran) ella ha renunciado al cargo.

¿Por qué lo ha hecho ahora y no antes? Yo no lo sé, pero tengo razones para suponerlo: lo ha hecho porque la acusación constitucional se iba a aprobar. Y se iba a aprobar porque existe ya certeza de las deserciones que se iban a producir en las propias filas de la Alianza.

Las fuerzas estaban muy equilibradas: la Concertación y la Alianza tenían 57 votos cada una. Los votos del PRI estaban divididos ingualitariamente, pero había tres indecisos; y el voto restante, del PRO, estaba indeciso.

El único factor en contra de la Intendenta era que en la Alianza había más indecisos que en la Concertación. Es decir, la Intendenta corría el riesgo de perder la votación de la acusación víctima del «fuego amigo». Una manera de describir un rasgo no infrecuente en nuestro medio y en particular en la centro-derecha: el de «darse vuelta la chaqueta».

Ella sabía que estaba bajo el «fuego amigo» (si es que puede llamarse «amigo») de RN. Pero, además, algunos hacían labor de zapa en su contra dentro de su propio partido. Y así nadie puede.

La gente cree que, ahora, la Concertación se desistirá de la acusación, pero a ésta no le conviene ni tiene por qué hacerlo. Pues la renuncia de la Intendenta no inhibe la prosecución de la acusación, así es que podría ser aprobada de todas maneras y con ello se conseguiría el alejamiento de Jacqueline van Rysselberghe de todo cargo público por cinco años, lo cual políticamente le convendría a sus adversarios, porque ella ha venido obteniendo cada vez más votos en sucesivas elecciones de alcalde (la última vez casi consiguió los dos tercios de los sufragios).

De modo que si la Concertación retira la acusación, la ex Intendenta podrá presentarse como candidata a senadora, y si la prosigue y aprueba, no.

En este momento, aun con toda la campaña en contra que ha sufrido Jacqueline van Rysselberghe, su apoyo ronda el 50 por ciento en la región.

Por consiguiente, predigo: 1) Que la oposición va a persistir en la acusación, pese a la renuncia, porque su objetivo es impedir la candidatura senatorial de la ex Intendenta, que sería ciertamente segura si no hubiera o no se aprobara el libelo. 2) Que la acusación se va a aprobar, por las deserciones y «vueltas de chaqueta» de sus compañeros de coalición, que también, por intereses políticos propios (algunos UDI) y también de su partido (todos los de RN) quieren ver desaparecer de la región a esta mujer que consigue tantos votos.

Por supuesto que puedo equivocarme, porque he hecho un análisis lógico, y con frecuencia la política nacional discurre por vericuetos ajenos a la lógica u obedientes a razones, si bien dotadas de su propia lógica, inconfesables.

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