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A otra cosa mariposa

Cristóbal Bellolio
Por : Cristóbal Bellolio Profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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El aire de superioridad se puede oler a kilómetros y despierta en los contrincantes un mar de odiosidades. Subir al columpio al pesado de la clase no sólo se hace fácil, sino que además parece moralmente justificado. Es cierto que Pepe Cortisona no se puede transformar en Don Chuma de la noche a la mañana.


«No nos engañemos, estamos recién dando los primeros pasos” dijo el primer mandatario respecto de la leve mejoría que exhibieron los últimos resultados de la prueba Simce para cuartos básicos. Lo tuve que leer dos veces. ¿Piñera apelando a la moderación? Increíble pero cierto. Supuse que al menos había dejado claro que el mérito era todito suyo. Pero no. Piñera partió “reconociendo el aporte de los gobiernos anteriores”. Raro en el personaje. Al día siguiente celebró las cifras arrojadas por la encuesta de seguridad ciudadana, pero también añadió que estamos “lejos de conseguir un triunfo definitivo”. ¿Dónde quedó el exitismo desbordante de la chilean way?

Mi impresión es que La Moneda acusó el golpe Van Rysselberghe. La Concertación se anotó su primer gol legítimo –los otros fueron autogoles- al defender el principio de la probidad administrativa, mostrando además la sabiduría política necesaria para saber retirarse antes de exponerse al contragolpe oficialista: la persistencia de la acusación podría haberse leído como una expresión de innecesaria beligerancia y espíritu confrontacional, lo que no suele ser  premiado por la opinión pública. Lo que pudo transformarse en el súper marzo de Piñera apenas alcanzó para empate técnico, según la recién conocida Adimark.

La lección que saca el Ejecutivo no se limita a recomponer confianzas y aceitar las relaciones con los partidos de la Coalición. Eso es relevante, pero no es lo único. Lo que parece haber entendido el Presidente y sus asesores –crucemos los dedos, no escupamos al cielo, toquemos madera- es que hay que cambiar el tono. La expresión de Piñera al cerrar el capítulo de la ex intendenta (“a otra cosa mariposa”) debería revelar algo similar a un convencimiento de que el diálogo político debe conducirse en términos más cuidadosos. La oposición, lo sabemos, está al aguaite para salir a pegarle con todo al gobierno ante el más mínimo exabrupto. ¿Habrá entendido finalmente La Moneda que no hay que dejar la pelota dando bote?

[cita]La Concertación, por su parte, también debe hallar su sintonía fina. A falta de un proyecto político consistente y de una generación dispuesta a “matar al padre”, en nuestros días bien basta una calibrada habilidad comunicacional. El episodio “publicidad en textos escolares” debería ponerlos en alerta.[/cita]

Es cosa de hacer memoria. “El nuestro será un gobierno de excelencia” quiere decir que los anteriores fueron de regulares a malos. ¿Se acuerda de “en 20 días hemos hecho más que en 20 años”? Difícil condensar en una frase una expresión más rotunda de arrogancia y desprecio por el rival. Incluso cuando había buenas razones para jactarse –tras el rescate de los mineros- el Presidente en menos de un mes llegó a sobregirar una cuenta que parecía tener fondos ilimitados. La publicitada reacción al tsunami japonés y la comparación con la gestión de Bachelet para el 27/F fue la más reciente joyita.

La hora de humildad ha llegado para la centroderecha en el poder. Si no es por sincera convicción, al menos que sea por probar una estrategia diferente, esperando que esta sí dé resultados. No le queda otra; el aire de superioridad se puede oler a kilómetros y despierta en los contrincantes un mar de odiosidades. Subir al columpio al pesado de la clase no sólo se hace fácil, sino que además parece moralmente justificado. Es cierto que Pepe Cortisona no se puede transformar en Don Chuma de la noche a la mañana. Pero hay una amplia variedad de grises entre ambas alternativas.

La Concertación, por su parte, también debe hallar su sintonía fina. A falta de un proyecto político consistente y de una generación dispuesta a “matar al padre”, en nuestros días bien basta una calibrada habilidad comunicacional. El episodio “publicidad en textos escolares” debería ponerlos en alerta. La vehemencia de la acusación original se ve desmedida e injusta cuando nos enteramos que se trataba de una medida adoptada varios años atrás. En estos casos, el gobierno debe estar atento a señalar cuando el doble estándar de la oposición se haga evidente, en forma limpia, veraz y poco aparatosa.

Los chilenos tienen olfato para esto. No queremos aduladores ni soberbios ni alharacas ni llorones. Nos merecemos un gobierno y una oposición en serio. Así es que, por favor –o como diría Coloma, “por amor a Chile”-, a otra cosa mariposa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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