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Las tasas de interés y los créditos universitarios

Francisco Castañeda
Por : Francisco Castañeda Economista de la Universidad de Santiago de Chile
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Actualmente los casi 14 mil millones dólares en fondos soberanos (descontando los asignados para financiar pensiones básicas universales) rentan menos de un 3% anual, mientras que la inclusión de talentos en la educación superior tiene una rentabilidad mayor.


Los actuales niveles de tasas de interés para el Crédito Universitario con Aval del Estado (CAE) entregado por la banca, implican tasas cercanas al 5,8% real. Esto significa que cubre hasta el Arancel de Referencia, el cual es más bajo que el Arancel Efectivo. Lo que no cubre el Arancel de Referencia a través de becas y/o créditos, lo cubre el estudiante de otras fuentes de financiamiento (se endeuda más, en la mayoría de los casos).

Ciertamente el Crédito con Fondo Solidario (CFS) implica una tasa de interés del 2% real, pero los niveles de cobro no resueltos eran altos. Esto ha llevado a un desahucio de este instrumento por la autoridad, quien ha preferido sesgar la oferta crediticia hacia el denominado CAE. Aunque el CAE está destinado a estudiantes con recursos económicos limitados, el monto de endeudamiento puede invalidar en el futuro al joven profesional, afectando la equidad a la hora de competir por puestos  laborales y/o llevándolo a aceptar  trabajos que en circunstancias de que si no tuviera una presión de pago, los postergaría o no tomaría (en virtud del nivel de deuda acumulado al final de sus estudios, y dado que no todas las carreras tienen una rentabilidad adecuada).

[cita]Actualmente los casi 14 mil millones dólares en fondos soberanos (descontando los asignados para financiar pensiones básicas universales) rentan menos de un 3% anual, mientras que la inclusión de talentos en la educación superior tiene una rentabilidad mayor.[/cita]

Además, la forma en que está concebido tiene la paradoja de que el riesgo académico de deserción lo asume la institución de educación superior mientras el alumno estudia. Esto podría por tanto generar incentivos perversos rebajando en el margen estándares de calidad para aprobar la mayor cantidad de estudiantes, titularlos y así reducir este riesgo crediticio debido a la relativa alta deserción. Esta modalidad provoca desperdicios de recursos públicos y privados. Y, en el largo plazo, un deterioro en la calidad de la educación superior.

Hoy existe un subsistema de crédito a empresas denominado FOGAPE (Fondo de Garantías al Pequeño Empresario). Esto posibilita que empresas con buena historia, pero sin los colaterales respectivos, obtengan crédito a través del aval del Estado (máximo un 70% del valor del crédito con ciertos límites). Esto permite el desarrollo de empresas pequeñas, la contratación de empleo, así como el fortalecimiento de actividades empresariales en pequeña y mediana escala. Haciendo el paralelo en términos de la acumulación de capital: en el caso FOGAPE es capital físico; mientras que en la educación es acumulación de capital humano.

Si la autoridad decide subsidiar el Crédito Universitario con Aval del Estado (CAE), podría llegar a tasas de interés del 2% real para estudiantes de ingresos medios-bajos en la educación superior. Actualmente los casi 14 mil millones dólares en fondos soberanos (descontando los asignados para financiar pensiones básicas universales) rentan menos de un 3% anual, mientras que la inclusión de talentos en la educación superior tiene una rentabilidad mayor.

A la luz de los  datos  anteriores  cabe  preguntarse ¿por qué no perfeccionar el CAE introduciendo una tasa de interés subsidiada que no hipoteque las futuras generaciones de estudiantes de educación superior? Así en el largo plazo habrá menos mochilas  (algunas impagables) y más inclusión social. En consecuencia,  la inversión productiva requiere la inversión en capital humano para desarrollar la economía en forma sostenible en el largo plazo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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