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Asesores de Piñera: ganar no es matar

Teresa Marinovic
Por : Teresa Marinovic Licenciada en Filosofía.
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La baja en las encuestas será progresiva, por tanto, mientras el Presidente, su asesora en materia de comunicaciones y la reina del segundo piso no entiendan que convencer no es imponer, que argumentar no es presionar y que ganar no es matar.


Es difícil entender por qué un Gobierno cuya gestión ha sido extraordinaria tiene índices tan bajos de aprobación popular y por qué las personas no asocian la mejora de sus condiciones de vida con la gestión del Gobierno. Más difícil todavía es entender por qué el rechazo a la figura del Presidente alcanza cifras que necesariamente incluyen a una parte de quienes lo votaron.

Y aunque haya cuestiones coyunturales asociadas a la instalación de un nuevo gobierno que explican parte del fenómeno, es razonable preguntarse por qué sus buenos resultados no consiguen al menos mitigar un poco el efecto de las expectativas, desmesuradas a veces, que genera una elección.

Hasta ahora gran parte de las explicaciones (si no todas) apuntaron al estilo del Presidente y a la falta de relato del Gobierno. Es decir, a un déficit que pudiendo tener explicaciones más de fondo, dice sin embargo relación con el tema comunicacional.

[cita]La baja en las encuestas será progresiva, por tanto, mientras el Presidente, su asesora en materia de comunicaciones y la reina del segundo piso no entiendan que convencer no es imponer, que argumentar no es presionar y que ganar no es matar.[/cita]

Que los principales errores del Gobierno se han producido a este nivel es más o menos obvio, la pregunta es por qué. Y aunque la falta de experiencia política del gabinete y el carácter de mismísimo Presidente puedan ser una razón, cabe preguntarse si esa falta de experiencia o ese carácter no responden también a una estrategia mal diseñada, fundada sobre presupuestos equivocados.

Al respecto no deja de ser sintomático que quien asesora al Presidente en estas materias lo haga desde una oficina externa en la que también trabaja para muchas empresas. El lobby a este nivel no deja de ser útil y funcional a los intereses de un gobierno, pero a largo plazo resulta absolutamente insuficiente como estrategia comunicacional, en particular en un momento de la historia en que manejar a los medios de prensa y a las personas no es viable.

El tráfico de influencias puede ser eficaz, pero nunca puede ser la forma en que se concibe la comunicación entre el Gobierno y la ciudadanía, y con él no se logrará un repunte en las encuestas. Por lo demás, el modelo de asesorías externas que acabó con la renuncia de la Ministra Matte es bastante cuestionable también desde el punto de vista de la probidad pública.

Quienes saben de comunicación saben también de política y entienden que dar en el clavo en esas materias es algo sutilmente diferente a dar martillazos. En el juego de poder, que se da en primer lugar a nivel doméstico al interior de La Moneda, hay que saber imprimir presión pero solo ahí donde hace falta y en la medida correcta.

Si la fuerza se extrema, si las actitudes despóticas se institucionalizan, solo se consigue dejar heridos en el camino… y los heridos pueden ser muy peligrosos. Dar en el clavo exige por tanto tener y también conceder un cierto protagonismo, un equilibrio que no ha logrado este Gobierno ni tampoco el anterior, el uno por exceso y el otro por defecto.

No sabe ni comunicar ni gobernar, en suma, quien se empeña obcecadamente en imponerse. Se podrán ganar batallas en medio de ese forcejeo, pero jamás la guerra, porque la aprobación popular se puede lograr de muchas maneras pero nunca cuando al interior de un gobierno no hay cohesión y ésta no se logra jamás a costa de las buenas relaciones. Debiera saberlo la derecha, el Presidente y los asesores a su servicio especialmente.

Por eso mismo, que Golborne o Lavín lideren las encuestas no responde solo a una cuestión de carisma personal, sino a una larga experiencia (de uno en el retail y de otro en la política) en el trato con los más diversos actores. Conseguir alinear al propio sector, lograr un mínimo de benevolencia de parte la oposición y conquistar a la ciudadanía es algo que no se logra bajando notas de un diario, haciendo gestiones en las más altas esferas del poder o dejando a la oposición entre la espada y la pared, sino entendiendo a fondo la realidad de aquellos con quienes se debe interactuar.

La baja en las encuestas será progresiva, por tanto, mientras el Presidente, su asesora en materia de comunicaciones y la reina del segundo piso no entiendan que convencer no es imponer, que argumentar no es presionar y que ganar no es matar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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