Señor Director:
En días pasados trascendió que miles de universitarios esperan desde marzo que se les entreguen recursos comprometidos a través de la Beca Presidente de la República. Aparentemente, el atraso se debe a que el requisito académico que se debe cumplir para poder recibir esta ayuda -tener nota 6- fue rebajado a un 5 y la Contraloría ha tardado en pronunciarse al respecto.
Sobre el particular, creo que todo análisis acerca de este tema tiene que tomar en consideración el hecho de que la beca se dirige a estudiantes de escasos recursos que, por lo tanto, no se educaron en los colegios pagados que suelen liderar los ranking de alto rendimiento académico. Por lo tanto, con la honrosa excepción de liceos públicos como el Instituto Nacional o el Carmela Carvajal, estos jóvenes seguramente llegaron al mundo universitario con ciertos déficit educacionales que se arrastran desde la familia.
A mi juicio, pese a la lógica de imponer exigencias para dotar de beneficios económicos con recursos de todos los chilenos a quienes más lo merezcan, también es importante llegar a consensuar una nota que no coarte la posibilidad de seguir en la educación superior a numerosos muchachos y muchachas que sin la beca perderán la oportunidad de adquirir un título profesional (siendo, quizás, los primeros de la familia en lograrlo).
Chile, como nunca, necesita capital humano capacitado, abundancia de talento. En este momento no es así. Falta mano de obra de alto nivel, sean profesionales u operarios. Lo vivo a diario en mi labor. Es más: existe una demanda por profesionales que ni el mercado ni las universidades logran satisfacer.
Por esto, desde una perspectiva de mediano y largo plazo, para el país resulta vital permitir que estudiantes talentosos que están luchando por conseguir un título revirtiendo sus carencias de fondo, sigan educándose en una universidad con la ayuda de la Beca Presidente de la República.
