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Un Presidente realizado


Pleno de satisfacción, el Presidente volvió a exhibirse en el papel que más le acomoda: el de hacer realidad otra idea de la Concertación.

Ésta, desde siempre y por diversos motivos, ninguno de los cuales tiene que ver con el interés del país, había procurado privar a las fuerzas armadas de los recursos de la Ley 13.196 Reservada del Cobre, sabia normativa dictada durante el gobierno de don Jorge Alessandri. Hasta ahora la Concertación no había podido modificarla, porque siempre la derecha, con la misma visión de Alessandri, se había opuesto.

Hasta que esta última murió políticamente, como sucedió cuando apoyó y contribuyó a elegir a un Presidente que no es ni nunca ha sido de derecha, y que se ha dedicado, para emplear las palabras de «su mano derecha» (aunque debería decirse «izquierda», porque es zurdo) a «abrazar las banderas de la Concertación», tanto para triunfar en la elección como para gobernar.

La Ley Reservada del Cobre ha permitido que hoy, como lo reconocen tirios y troyanos, y gracias al aumento del precio del cobre, las fuerzas armadas de Chile hayan llegado a ser más fuertes que nunca en su historia, por comparación con las de las otras naciones que, para este efecto, interesa tener en cuenta.

Por eso hay voces en la propia Concertación que, ante el entusiasmo del ejecutor de sus políticas llamado Sebastián Piñera, ante esta, en particular, estén diciendo en voz baja que «convendría postergar la nueva ley para después de 2013». Porque, aunque muchas veces no lo parezca, algunos de los prohombres concertacionistas se preocupan realmente del interés del país y no va en la línea de éste debilitar el financiamiento de las fuerzas armadas justamente cuando se consolida un frente más amenazador que el de costumbre en el norte. Frente que, justamente cuando se torna más amenazador, suele recibir el soporte de otro que no está en el norte, como deberíamos saberlo por experiencia los chilenos. La derecha, en su condición de políticamente extinta, no dice nada, por supuesto.

Una sabia norma de sentido común aconseja que «cuando algo funciona bien, no hay que someterlo a reparaciones». La Ley Reservada del Cobre ha funcionado extremadamente bien. Los recursos van a manos de los uniformados y éstos, con la anuencia de la autoridad civil, resuelven cómo invertirlos. Y como la autoridad civil sabe menos que ellos de la materia, habitualmente accede. Por eso la Armada hizo una presentación naval espectacular, hace pocos años, en homenaje a Ricardo Lagos, sólo comparable a la del Bicentenario. Porque Lagos no interfirió en lo que deseaba tener la Armada.

Pues bien, con la ley que ahora se propone, los políticos no sólo van a interferir: se van a quedar con parte de la plata que hoy va a armamentos. Por eso el proyecto dice que la asignación para financiar las capacidades estratégicas de defensa «en ningún caso podrá ser inferior al 70 por ciento del monto promedio de la inversión en material bélico y gastos asociados financiados por la ley 13.1965 (la del año 1958), Reservada del Cobre».

Es decir, ya le están recortando un 30 por ciento a la defensa, para comenzar.

Los políticos civiles están de plácemes: ahora tendrán más presupuesto. Podrán dedicar a sus proyectos populistas una parte sustanciosa de lo que antes se destinaba a fortalecer la defensa del país.

El «V Gobierno de la Concertación» está nuevamente haciendo honor a este nombre. El Presidente Piñera no ha podido hacer el anuncio con más talante de autorrealización política. Su ministro Allamand, que desde los años del frustrado «Acuerdo Nacional» de mediados de los ’80 ha estado procurando acercarse a la Concertación, ha logrado hacerlo una vez más. Claro, esa inclinación le costó cara, políticamente hablando, porque el electorado de derecha era más «duro» de lo que él y Piñera creían en los ’90, y por eso RN tiene tantos menos parlamentarios que la UDI. Pero ésta, últimamente, perdió esa significancia cuando renunció a ser alternativa de poder y apoyó a un candidato a Presidente que no era de sus filas ni de sus ideas.

Y ahí los tenemos: aplaudiendo y votando por esta otra (mala) idea de la Concertación, impulsada por un exultante y realizado Sebastián Piñera, que está en su elemento cumpliendo el programa del conglomerado al que realmente siempre debió pertenecer.

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