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Allende, el juicio y la Historia

Hans Mulchi
Por : Hans Mulchi Periodista. Académico de la Escuela de Periodismo del ICEI de la U. de Chile. Licenciado en Historia de la Universidad Católica de Chile. Documentalista, Máster en Documental Creativo de la Universidad Autónoma de Barcelona.
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Las conclusiones a las que llegue Carroza constituirán no sólo aquella suerte de “Verdad Oficial” para el presente, sino serán en su momento una pieza ineludible para los historiadores (los archivos judiciales son una fuente muy útil y reconocida por la historiografía). De esa manera tendremos la posibilidad de constituir una Memoria Sana, por verosímil, para el futuro.


En 2003, el cineasta británico Ken Loach participó del proyecto 11’09”01, en el que se convocó a 11 directores a hacer un cortometraje inspirado en el atentado del 11 de septiembre a las Torres Gemelas de Nueva York. Cada obra debía durar 11 minutos, 9 segundos, 1 fotograma.

Loach, prolífico director (Riff Raff, La Canción de Carla, Tierra y Libertad), sorprendió a los productores con una ficción/documental donde el protagonista, un exiliado chileno en Gran Bretaña interpretado por el actor aficionado Wladimir Vega, envía una carta a los familiares de las víctimas del 11 estadounidense. Solidariza con ellos, mientras les explica que muchos chilenos perdieron también a sus familiares un 11 de septiembre.

[cita]Las conclusiones a las que llegue Carroza constituirán no sólo aquella suerte de “Verdad Oficial” para el presente, sino serán en su momento una pieza ineludible para los historiadores (los archivos judiciales son una fuente muy útil y reconocida por la historiografía). De esa manera tendremos la posibilidad de constituir una Memoria Sana, por verosímil, para el futuro.[/cita]

En esa misma fecha, pero en 1973, perdieron también su democracia, en un golpe de Estado organizado por el gobierno de su país, les dice. Las imágenes de archivo que complementan el relato resultan impactantes. Buena Memoria.

En un gesto muy distinto, el Presidente Barack Obama decepcionó a muchos cuando visitó La Moneda en marzo pasado. Consultado si Estados Unidos estaba dispuesto a pedir perdón por su rol en la operación que condujo a la muerte del Presidente Allende (reconocido en el Informe Church del propio Senado norteamericano, en 1975), dijo que los EE.UU. y Chile no pueden estar “atrapados por nuestra Historia” e insistió en que él no podría “hablar de todas las políticas del pasado”. Mala Memoria.

(Un mes y medio después su discurso fue radicalmente distinto. El 6 de mayo, cuando visitó la Zona Cero de Nueva York a pocas horas de comandar la operación que atrapó y ejecutó al terrorista Bin Laden, dijo que Estados Unidos “Nunca olvida… a quienes atentan en contra de Su democracia”. ¿Memoria Selectiva, la del primer Presidente afro-descendiente de Estados Unidos, y Premio Nobel de la Paz?

De ahí la relevancia de la investigación que está llevando adelante el Juez Mario Carroza, a propósito de la querella para investigar la causa directa y las circunstancias que desembocaron en la muerte del Presidente Allende. Porque si la Memoria es frágil, ordenar los acontecimientos pasados que le dan contenido tampoco es sencillo. Esta última es la labor de los historiadores: escudriñar en el pasado para develarlo e interpretarlo. Para lograr dicho objetivo trabajan con fuentes de diverso tipo, las que no son otra cosa que los depósitos donde yacen las “pruebas”, de los acontecimientos (y que pueden ir desde textos escritos hasta testimonios orales, fotografías, etc.).

Tal vez percatada de esto, la senadora Isabel Allende, hija del ex mandatario, hubo de corregirse a sí misma los últimos meses. Cuando la familia pidió al juez la exhumación de los restos de su padre, la parlamentaria dijo que se buscaba establecer “la verdad histórica” de las circunstancias que rodearon la muerte del líder de la Unidad Popular. Esto, pues a los querellantes no sólo les motiva saber la última palabra respecto del eventual suicidio u homicidio del ex -mandatario. El juez ha dado lugar a importantes diligencias solicitadas por ellos, como el oficio evacuado al Ministerio de Defensa pidiendo los nombres de los pilotos de la Fuerza Aérea que bombardearon La Moneda, o la orden de ubicar e interrogar a Federico Willoughby, encargado de Prensa de la Junta Militar instalada desde ese día (para preguntarle, entre otras cosas, si recibió dinero de la CIA por su actuación, como está comprobado que lo hiciera, entre otros, el diario El Mercurio).

A diferencia de la Mesa de las Comisiones Rettig y Valech, instancias valiosísimas pero en donde los convocados actuaban hasta los límites que les imponía su buena voluntad, la Investigación Judicial tiene la potestad propia de la judicatura, es decir citar, interrogar, privar de libertad, emitir condenas, con el respaldo del Estado de Derecho. Establece, en ese sentido, una versión que todos, desde los participantes directos a las instituciones del Estado, debemos acatar.

El día de la exhumación de los restos del ex Presidente, la senadora Allende rectificó sus dichos de febrero, señalando que se buscaba establecer “la verdad judicial” de la muerte y las circunstancias que la rodearon. Su precisión, como hemos sugerido, no le resta valor a la Investigación del Juez. Por el contrario, las conclusiones a las que llegue Carroza constituirán no sólo aquella suerte de “Verdad Oficial” para el presente, sino serán en su momento una pieza ineludible para los historiadores (los archivos judiciales son una fuente muy útil y reconocida por la historiografía). De esa manera tendremos la posibilidad de constituir una Memoria Sana, por verosímil, para el futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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