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Tasa máxima: usura legalizada y origen de todos los problemas

Esa altísima tasa máxima es la que estructura el sistema financiero chileno, favorece las utilidades crecientes de la banca, impulsa la emisión masiva de tarjetas de crédito bancarias y no bancarias y crea la tendencia a favorecer el negocio financiero por encima de la fabricación o comercio de mercaderías.


La llamada tasa de interés máxima convencional, que al 30 de Junio y desde el 12 de junio es del 50% anual, rige para los préstamos de consumo  de menos de 2.000 UF (aprox. 4 millones 400 mil pesos).

Detrás de estas cifras está la verdadera razón y explicación del negocio-fraude de La Polar y que indirectamente ha afectado a todo el negocio de las grandes tiendas, de las tarjetas de crédito y especialmente a los consumidores.

Chile es el único país en el mundo que permite, legalmente, cobrar 50% de interés anual, con una inflación que no llega al 4%.

Las condiciones en que se repacta la deuda de un deudor que está en mora, son muy draconianas. Durante más de 10 años, en CONADECUS  a todo deudor que concurría a solicitar asesoría para resolver su situación de mora, se le aconsejaba no aceptar la repactación. Las razones eran claras. Se le pedía que hiciera un abono al contado de a veces el 10% de la deuda. Ese abono no reducía la deuda, sino que iba a pagar honorarios y gastos del abogado que proponía la repactación. Los intereses devengados se sumaban al monto de lo adeudado y se constituía una nueva deuda  a la que se le aplicaba el máximo de interés legal: la famosa tasa máxima convencional.

[cita] Esa altísima tasa máxima es la que estructura  el sistema financiero chileno, favorece las utilidades crecientes de la banca, impulsa la emisión masiva de tarjetas de crédito bancarias y no bancarias  y crea la tendencia  a  favorecer el negocio financiero por encima de la fabricación  o comercio de mercaderías.[/cita]

El deudor se encontraba así con una deuda mayor que la original y a una tasa de interés  tan alta que prolongaba la deuda casi de por vida. La recomendación que se daba  al deudor era esperar la demanda judicial  y concurrir  al juzgado que lo citara por escrito, donde podría ofrecer al juez un abono de, por ejemplo, un 25% de la deuda original  y cuotas que pudiera servir rigurosamente. Era el juez a quien correspondería fijar la tasa de interés y esa era siempre más baja que la máxima convencional.

La forma de determinar la tasa máxima  está establecida en una ley del año 1981, dictada por la Junta Militar, cuando la inflación anual superaba el 25%. Ha sufrido modificaciones, pero no en el sistema de cálculo .La SBIF tiene la facultad de determinar cuál es la tasa promedio para cada tipo de préstamos, seguramente mirando la información  publicada por los bancos y financieras. Según el Banco Central la tasa de interés anual promedio para préstamos de consumo fue al 15 de Junio de 28,16% y esto conduciría  a una tasa máxima de 42% anual ¿de dónde sale la diferencia de 8%  hasta el 50% máximo autorizado?

No hay una explicación  clara por parte de la SBIF. Tampoco existe una explicación de por qué cuando la tasa de instancia del Banco Central baja, no bajan los intereses de los préstamos a los consumidores. Durante los años 2008 y 2009, el Banco Central redujo el costo del dinero a los bancos a casi cero y amplió a 6 meses el plazo de los préstamos. Las tasas de interés no cambiaron y la tasa máxima se mantuvo pegada al 50%.

Es cierto que el costo del dinero para La Polar, no era tan bajo como para los bancos. En la última emisión de bonos hecha el 16 de Diciembre recién pasado la empresa colocó  la emisión serie  D por un total de UF 5.000.000 a 10 años plazo a una tasa fija anual de 4,25%. Si le sumamos la  inflación proyectada de un 4% anual, el costo apenas supera el 8% anual. Por algo gran parte de las utilidades en las  tiendas del retail provienen del negocio financiero y no por el margen entre el costo de la mercadería y su  precio de venta. En el caso de La Polar el 65% de sus utilidades declaradas provenía de la ganancia financiera. Con ligeras variaciones esa es  la proporción en que las ventas a plazo y con tarjeta de crédito  participan en las utilidades de todas las grandes tiendas. El caso de La Polar, agravado por  las ilegales repactaciones automáticas, es un ejemplo más del abuso a que están sometidos los consumidores que recurren al crédito en tiendas y supermercados. El origen del abuso  está en la posibilidad de cobrar altísimas tasas de interés  tanto a los buenos pagadores como a los que caen en el atraso o mora.

Las estadísticas muestran que los consumidores chilenos son muy buenos pagadores. En promedio apenas un 4% de los tenedores de tarjetas de crédito se atrasan en sus pagos. En el caso de La Polar la morosidad a Diciembre del 2010 subió al 18,8%. Y se ocultó haciendo repactaciones automáticas sin la aprobación  del deudor. Una deuda morosa se transformaba así en una deuda al día y pasaba a ser parte del activo de la empresa. Incluso se la podía traspasar a una empresa securitizadora, que garantizaba préstamos bancarios y emisión de bonos.

Esa altísima tasa máxima es la que estructura  el sistema financiero chileno, favorece las utilidades crecientes de la banca, impulsa la emisión masiva de tarjetas de crédito bancarias y no bancarias  y crea la tendencia  a  favorecer el negocio financiero por encima de la fabricación  o comercio de mercaderías.

Están dadas las condiciones para una reducción sustantiva de esa tasa máxima convencional, basándose en el costo efectivo del dinero, del riesgo del universo de préstamos de consumo y de una utilidad razonable para quienes  hacen de inversionistas en el mercado financiero. Si el incremento por sobre el interés corriente se reduce a un 30%, la nueva tasa máxima convencional para préstamos de consumo inferiores a 2.000 U.F. no debiera superar el 30% anual, traer alivio inmediato a los consumidores endeudados  y terminar con la usura legalizada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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