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Increíble: 13 proyectos de ley para regular la vacancia en el Congreso duermen sin moverse

Manuel Aris Alonso
Por : Manuel Aris Alonso Director de Incidencia de Espacio Público
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¿Qué puede explicar que existan 13 proyectos para reformar el mismo artículo de la Constitución, que ninguno tenga avance en su tramitación, y que 11 parlamentarios hayan presentado más de un proyecto al respecto, sin quitarle el patrocinio al proyecto anterior?


El cambio de gabinete instala nuevamente en la agenda pública la forma en la que debe regularse la vacancia de Diputados y Senadores en el Congreso, ya sea por fuerza mayor –enfermedad o muerte– o por asumir un cargo en el Ejecutivo. Cada vez que es necesario determinar al reemplazante de un parlamentario se instala el debate y estallan la creatividad y productividad de nuestros legisladores, pero nada pasa, pues ninguno de los 13 proyectos presentados desde 1998 hasta la fecha ha tenido algún avance, más allá de ser meramente presentado.

¿Incapacidad? ¿Falta de convicción? ¿Problemas de conveniencia? ¿Cómo han actuado nuestros Diputados y Senadores con respecto a este tema? Aquí algunos datos para que cada uno se haga una idea.

Desde 1990 a la fecha, cerca de 7 mil proyectos de ley han ingresado al Congreso. Generalmente la evaluación del trabajo de nuestros parlamentarios se realiza por la productividad de éstos calculada por el volumen de proyectos de ley de los que son autores, pero este indicador es sumamente engañoso, porque justamente la sobreabundancia de proyectos de ley ha afectado negativamente la labor legislativa.

Hoy no es la primera vez que se debate sobre la inconveniencia que implica que parlamentarios dejen las responsabilidades asumidas por mandato popular en el Congreso para iniciar una nueva aventura política desde el Ejecutivo. La soberanía popular es atropellada por la deliberación de las directivas de los partidos políticos, los ciudadanos son disminuidos a espectadores del negociado que se puede dar dentro de ellos, la democracia, se denuncia, se ve mermada por la violencia política que significa que un partido político elija a dedo al reemplazante de quien ha dejado el Congreso. Y esta denuncia, el enérgico reclamo, ha provenido desde todos los sectores políticos, dependiendo de ciertas coyunturas.

[cita]¿Qué puede explicar que existan 13 proyectos para reformar el mismo artículo de la Constitución, que ninguno tenga avance en su tramitación, y que 11 parlamentarios hayan presentado más de un proyecto al respecto, sin quitarle el patrocinio al proyecto anterior?[/cita]

Pero en todas estas coyunturas la creatividad de nuestros parlamentarios ha sido más fructífera que su habilidad por legislar finalmente por el tema: la creatividad y productividad de proyectos de ley ha sido mucho más fuerte que la capacidad de transformar ese consenso en ley. ¿Usted sabe cuántos proyectos de ley existen para tratar el tema de la suplencia de un parlamentario? 13 proyectos, y ninguno tiene avances en su tramitación. Esto significa que solamente fueron presentados y ni siquiera alcanzaron a entrar en una fase de discusión.

El primero de ellos se presentó en 1998, motivado por la muerte del Senador Carlos Letelier, por parte de Diputados de todas las bancadas políticas. Este proyecto proponía que fuera el Senado o la Cámara, dependiendo del caso, quienes eligieran al sucesor de un parlamentario, entre una terna propuesta por el partido político que tenía ese escaño. Ese proyecto está por cumplir 13 años en el Congreso, sin que haya tenido movimiento alguno.

El año 2007 volvió el tema al debate público, y con eso la efervescencia creativa de nuestros parlamentarios. En vez de discutir y mejorar el proyecto presentado en 1998, la vanguardia parlamentaria, otra vez desde todo el espectro político, presentaron un nuevo proyecto de ley, pero ahora proponiendo la elección popular como mecanismo para determinar al reemplazante de parlamentarios que no siguieran en ejercicio de su cargo. Este proyecto, al igual que el anterior, duerme intacto en la Cámara de Diputados.

Agosto y septiembre del 2008 también fueron épocas de alta productividad en la materia, al ingresar tres proyectos de Ley al Congreso. Dos de ellos entraron al Senado, proponiendo mecanismos de elección semi-directos, y teniendo como promotores a parlamentarios de la Concertación e independientes. El que había ingresado en agosto, con Juan Lobos y Maximiano Errázuriz como autores, proponía la elección popular de los parlamentarios que harían el reemplazo. Estos proyectos de ley fueron motivados por la muerte de los Diputados Juan Bustos y Pedro Pablo Álvarez-Salamanca.

El 2009 otra vez Maximiano Errázuriz presenta una Reforma Constitucional sobre el tema, pero esta vez con la intención de establecer la inhabilidad de los parlamentarios por ocupar cargos en el gabinete. El 2010, diputados de RN y la UDI presentan un nuevo proyecto, el que tenía una singularidad, el proyecto pretende establecer la inhabilidad de quien reemplace a algún parlamentario de postular en la próxima elección a otro distrito o circunscripción, según sea el caso. Este séptimo proyecto referido a la reforma del mismo artículo de la constitución política, fue sólo un antecedente del vendaval creacionista que a comienzos del 2011 invadiría a nuestro Congreso Nacional.

Entre el 19 de enero y el 22 de marzo de este año, 6 proyectos de reforma constitucional sobre el mismo artículo ingresaron al Congreso (Boletines 7461, 7462, 7455, 7460, 7464 y 7545). Cada uno con sus matices, algunos proponiendo inhabilidades, otros los mecanismos de elección de reemplazantes; algunos provenientes de la derecha, otros de la concertación, otros de ambos sectores. Lo curioso, por no decir trágico, es que 6 de nuestros congresistas aparecen como autores de dos proyectos de ley referidos a la modificación del mismo artículo de la Constitución, con proyectos de ley presentados incluso un día después del otro.

¿Qué puede explicar que existan 13 proyectos para reformar el mismo artículo de la Constitución, que ninguno tenga avance en su tramitación, y que 11 parlamentarios hayan presentado más de un proyecto al respecto, sin quitarle el patrocinio al proyecto anterior?

¿Se estará usando la facultad de ser autores de proyectos de ley sólo por motivos mediáticos, o como resultado de la presión de algunos grupos? ¿El trabajo de legislar y transformar en Ley lo que se desea para el país estará siendo postergado por la necesidad de dar respuestas mediáticas a las coyunturas? ¿Existe en nuestro Congreso tan limitada capacidad de diálogo, que es más conveniente presentar un proyecto nuevo que modificar uno que ya ha sido presentado? Esperamos que esta semana no vuelvan a aparecer nuevos proyectos de ley relativos a la materia, y que alguno de los ya presentados logre avanzar para que realmente se establezcan mecanismos que no afecten la calidad de nuestra democracia. Si al parecer estamos todos de acuerdo, debiera ser cosa de conversar nomás. La contingencia ha provocado la excesiva proliferación de proyectos de ley para atacar este problema, esta vez esperamos que provoque el avance de la tramitación de alguno de los proyectos para que el problema se solucione.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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