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El binominal sin legitimidad

Eduardo Saffirio
Por : Eduardo Saffirio Abogado y Cientista Político, Presidente del Directorio del CED.
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Insistir en la mantención del binominal solo profundizara el deterioro de los dos bloques políticos hasta hoy mayoritarios, pues otorga credibilidad a las acusaciones de “cartelización” del sistema de partidos o de “duopolio” que impide la competencia y el cambio. Lo anterior amenaza con desanclar definitivamente al sistema de partidos con la sociedad.


Un sistema electoral cuyo verdadero objetivo es sobre representar sistemáticamente a la segunda mayoría electoral, que desvirtúa el valor del voto, que no favorece la constitución de mayorías parlamentarias, ni la representación ni la representatividad y que tampoco reduce la fragmentación partidista, que es su principal objetivo declarado ¿puede ser legitimo?

La legitimidad supone que las instituciones son consideradas como merecedoras de apoyo, o al menos que se consideran las más apropiadas para una sociedad y un momento histórico dado. Difícilmente el binominal se encuentra en la situación anterior. Su modificación ha estado en los cinco programas de gobierno de la concertación y el debate reaparece  persistentemente en los 22 años de democracia. Hoy, pese a varios intentos fallidos por cambiarlo, nuevamente se abre la discusión.

[cita]Insistir en la mantención del binominal solo profundizara el deterioro de los dos bloques políticos hasta hoy mayoritarios, pues otorga credibilidad a las acusaciones de “cartelización” del sistema de partidos o de “duopolio” que impide la competencia y el cambio. Lo anterior amenaza con desanclar definitivamente al sistema de partidos con la sociedad.[/cita]

Como se desprende de lo anterior los déficits de legitimidad del sistema electoral vigente han sido permanentes, pero ahora la situación amenaza con arrastrar a la inestabilidad a la democracia “representativa” chilena. Durante estos 22 años el binominal ha coadyudado fuertemente al desprestigio y desinstitucionalización de los partidos políticos y al daño de la imagen del Parlamento, además de percibirse como injusto y excluyente.

Lo anterior significa que ha deteriorado la legitimidad difusa de la democracia chilena. También ha afectado a la legitimidad específica, pues existe conciencia creciente de su rasgo obstructor, contra mayoritario, posibilitador de un veto permanente para la aprobación de políticas públicas que permitan enfrentar las expectativas de igualdad y mejora social de importantes capas sociales.

Su permanencia ha afectado fuertemente la capacidad decisoria del sistema político, pues salvo que las decisiones se transen permanentemente con la minoría a la provee de poderes de vetos, no hay modificación posible dentro del cauce institucional. Ello hoy es percibido como intolerable, pues se ha comprendido su carácter conservador del status quo socio económico.

Insistir en la mantención del binominal solo profundizara el deterioro de los dos bloques políticos hasta hoy mayoritarios, pues otorga credibilidad a las acusaciones de “cartelización” del sistema de partidos o de “duopolio” que impide la competencia y el cambio. Lo anterior amenaza con desanclar definitivamente al sistema de partidos con la sociedad

La situación actual del país en materia política y social hace evidente una doble crisis: de representación y de distribución, ambas interdependientes y potenciándose mutuamente. Gran parte de lo anterior es producto del binominal. Ahora la pregunta es cuándo se traspasará el umbral que da paso a una crisis de legitimidad de todo el sistema político y comience la persistencia inestable de éste. La más que probable secuencia anterior, potenciada por la movilización social de actores otrora inexistentes, como el movimiento estudiantil, o apáticos y pasivos, como las capas medias cansadas de la desigualdad, los abusos, las dificultades para la movilidad social vertical y el endeudamiento económico, exige a cualquier político prudente la definitiva sustitución del sistema electora binominal.

  • La presente columna es parte de un trabajo más amplio escrito junto a Sergio Micco que se publicará en breve en www.asuntospublicos.ced.cl
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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