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Revueltas londinenses y auto referencia Punk

Juan José Hernández
Por : Juan José Hernández Abogado y diplomático. johernanc@gmail.com Bruselas, Bélgica.
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Desde que en los setentas la “revolución punk” bombardeara a la reina, los lords y toda la partitocracia británica con sus consignas y exportara a todo el mundo un movimiento genuinamente “joven”, culturalmente contestatario y original, Inglaterra no ha producido una respuesta autóctona a las frustraciones que aquejan a su juventud.


Los sucesos que estallaron en Londres y encendieron rápidamente a otras importantes ciudades inglesas han tomado por sorpresa a la clase política inglesa, a sus referentes políticos tradicionales y aún a sus intelectuales, quienes no han atinado a buscar ni insinuar causas a la violencia experimentada en las calles. Sólo la foto de Mark Duggan en las noticias recuerda amargamente que “algo” pasó que los jóvenes salieron a las calles a quemar autos y destruir vitrinas.

El pasmo se extiende en todos los ámbitos y ante la ausencia de diagnóstico no parece factible que las autoridades inglesas logren encontrar una respuesta adecuada al “vandalismo”. A mi juicio, el asunto, sus raíces, en tanto culturales, no pueden ser abordadas por las políticas tradicionales de represión y concesiones sociales. Pese a ello, seguramente el garrote y la zanahoria, el viejo truco, será una vez hurgado en el sombrero.

[cita]Desde que en los setentas la “revolución punk” bombardeara a la reina, los lords y toda la partitocracia británica con sus consignas y exportara a todo el mundo un movimiento genuinamente “joven”, culturalmente contestatario y original, Inglaterra no ha producido una respuesta autóctona a las frustraciones que aquejan a su juventud.[/cita]

La falta de una referencia cultural y política para la juventud británica – extrapolarlo a otros países o realidades excede este análisis y no pretendo insinuarlom– es probablemente un elemento a considerar. Lo cierto es que al parecer la juventud británica porta una semilla de anarquía o destrucción para unos, o simplemente de contestación a la autoridad o de espíritu libertario para otros. El punto de vista da lo mismo, pero lo evidente es que estos jóvenes londinenses hace mucho que no sienten pertenencia a un movimiento cultural y político propio. Más bien la cultura que dominaría actualmente sus mentes y actividades ha provenido de productos archi-estudiados por el marketing de la industria internacional y compartidos por todos nosotros a través de los nuevos medios de difusión y comunicación como twitter, facebook y otras redes sociales. Las nuevas tecnologías serán los nuevos objetos de estudio de los científicos sociales y hasta ahora consideradas las “culpables” de la propagación de la violencia. El continente sobre el contenido.

Desde que en los setentas la “revolución punk” bombardeara a la reina, los lords y toda la partitocracia británica con sus consignas y exportara a todo el mundo un movimiento genuinamente “joven”, culturalmente contestatario y original, Inglaterra no ha producido una respuesta autóctona a las frustraciones que aquejan a su juventud.

Para quienes se vieron influenciados por ese movimiento, el punk más que una amenaza para la tranquilidad y estabilidad del sistema -visto ahora en retrospectiva, con toda su desfachatez, su carga “violenta” para algunos- fue más bien una válvula de escape a las frustraciones, a la exclusión que sentían los jóvenes por su lejanía con el poder. Fue un bálsamo inofensivo que cubrió al establishment, comparado con la deriva cultural a la que se enfrentan los jóvenes actualmente.

La canción White Riot de The Clash parece haber encontrado al fin un hijo en la realidad en estos días. ¿Joe Strummer estará sorprendido en su tumba también? Mejor dejemos a los jóvenes tranquilos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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