No se requiere ser experto para saber que tanto el Quantitative Easing 1 (QE1) como el Quantitative Easing 2 (QE2) fracasaron rotundamente. Igual suerte seguirá el Quantitative Easing 3 (QE3). No olvidemos que el objetivo del QE1 era impulsar la economía norteamericana y no lo logró. Igual suerte siguió el segundo. ¿Necesitamos una prueba adicional del fracaso de primeros si hoy en día se plantea la necesidad del tercero? De haber funcionado, no habría necesidad de segunda ni tercera parte.
¿Pero dónde nace el problema hace tiempo conocido por todos quienes me leen pontificar en contra de las intervenciones estatales? Si en algo están contestes keynesianos y monetaristas es en las ansias por estabilizar o aumentar el nivel de gasto, pues concluyen, eso estabilizará el nivel de producción (y de empleo). El problema viene dado por los patrones de especialización que puede desarrollar una economía, los cuales no son fácilmente corregibles. Éstos, pueden ser insostenibles luego de una debacle, y los estímulos solo tenderán a ocultar el problema o chutearlo en el tiempo. Veamos un caso típico. España, tiene una economía adaptada para producir casi un millón de viviendas al año, pero no las necesita actualmente. Esos recursos deben destinarse a otras industrias más eficientes y más importante aún, que respondan a una demanda efectiva -posiblemente externa- ya que en la Madre Patria la cosa sigue color de hormiga. Solo eso permitirá a España obtener divisas y pagar lo que debe a Alemania y Francia (y que han dilapidado en la burbuja inmobiliaria).
Mientras la economía se reajusta, es evidente que el volumen de gasto se contrae, porque su producción se reduce hasta que el reajuste se complete. Esto es de Perogrullo. Si producimos menos/somos más pobres, gastamos menos. Eso seguirá así hasta que volvamos a ser más ricos/produzcamos más. Los monetaristas dirán “como la producción cae, incrementemos la cantidad de dinero” para que el gasto nominal no decaiga (aun cuando lo haga el gasto real).
Esto nos lleva a otro problema. Como se sabe, los Bancos Centrales no crean dinero a la usanza del minero que extrae oro, solamente conceden crédito (que luego es utilizado como dinero por los prestatarios). Pero este nuevo medio de pago no se distribuye uniformemente en la economía, lo que en teoría elevaría neutralmente los precios, por el contrario, incrementa la capacidad de pago de algunos agentes -el Gobierno–, distorsionando los precios relativos y la estructura empresarial de la economía. Eso y no otra cosa son los QE: Préstamos del FED muy ventajosos al Tesoro estadounidense que han permitido a Obama promover programas inútiles de estímulo que solo han retrasado la recuperación. A la fecha, más de un tercio de toda la deuda emitida por el Tesoro estadounidense desde 2009 ha sido monetarizada por la Fed.
Todos conocemos las implicancias de una política inflacionaria: La Reserva Federal pone en riesgo la confianza de la gente en el dólar como reserva de valor, la tasa de interés está artificialmente baja, lo que retrasa (y desincentiva) el requerido desapalancamiento de los agentes, la deuda pública sigue subiendo, el Gobierno pierde capacidad para amortizarla sin devaluar, el poco capital se dilapida en proyectos que no agregan valor (lo destruyen), y los precios relativos se distorsionan, lo que impide que el sistema de precios oriente a la adecuada recolocación de los factores en proyectos eficientes.
Apenas las materias primas se dispararon a precios de 2008, la QE2 fracasó. Lo que ha pasado estos últimos años es una sobreinversión en bienes finales (i.e. SUVs) y poca inversión en materias primas. El cuello de botella se ubica en la producción de estas últimas, estrangulando el crecimiento mundial. No se puede seguir gastando sin desatar este nudo gordiano. Esto solo será posible invirtiendo en nuevas minas o pozos petrolíferos, nuevas refinerías, reconversión del campo a uno más competitivo, etc. El problema es que habiendo plata fácil, da igual pagar más por materias primas porque se hace de inmediato. Eso pospone cualquier reconversión.
La política de Bernanke parece ser seguir dando plata a Obama para que gaste como desaforado. Ambos no logran captar que lo más importante para recuperar la economía es reajustar sus estructuras empresariales de manera tal que sus patrones de especialización respondan a una demanda real, lo que los hará sostenibles en el tiempo. Solamente intentan posponer la cuestión de la deuda para mantener a flote negocios quebrados y sin futuro por algo más de tiempo. Con la QE3 pasará lo mismo que la QE2. Se elevará el precio de las materias primas, distorsionando los precios relativos y las tasas de interés. Todo esto, a costa de nuevos billones que habrá que contabilizar en la inmensa deuda norteamericana.
Frente a una economía enferma, dependiente del dinero fácil, la única solución es la misma que conocemos para el alcohólico consuetudinario. Cortar de una buena vez y para siempre, la ingesta de alcohol (plata). Ningún alcohólico se recupera tomando cada día un poquito menos. En el ínterin muere de cirrosis.