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Las injusticias del sistema de salud

Jaime Bassa
Por : Jaime Bassa Abogado constitucionalista, exconvencional constituyente por el distrito n° 7 de la región de Valparaíso.
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Hoy tenemos un sistema público que funciona en forma deficiente, con pocos recursos y mala gestión, que aunque ha mejorado en la última década, sigue siendo insuficiente. Al frente, un sistema privado que genera 45 mil millones en utilidades. ¿Cuánto tiempo más resistirá un modelo tan injusto y desigual?


Se han hecho públicas las utilidades generadas por las Isapres durante el primer semestre de 2011, la friolera suma de $45.000 millones. Estas utilidades se ha conseguido en un sistema regido por la lógica del pago de comisiones por seguros contratados, altas remuneraciones gerenciales, deducción tributaria de gastos, pago por arriendos de locales y oficinas, pago de prestaciones de salud a altos precios (las clínicas también reciben utilidades, a diferencia de los hospitales, que trabajan con lo justo). Así y todo, 45 mil millones declarados (los abogados tributaristas saben que es mucho más).

Cuarenta y cinco mil millones que se consiguen con las cotizaciones obligatorias de los sectores más privilegiados de la sociedad, esos que no requieren de la ayuda del Estado para satisfacer sus derechos porque les basta con sus propios recursos. No se engañe, yo también estoy en ese grupo.

¿No fueron las Isapres quienes vaticinaron el fin de los tiempos por culpa del plan Auge? Lo propio sucedió con los fallos del Tribunal Constitucional y la derogación de las tablas con los factores de riesgo (que, a pesar de ello, siguen aplicando). Ya vemos que ni el fin de los tiempos ni el desplome del sistema de salud ha ocurrido con la introducción de criterios de justicia en el sistema; sólo un pequeño ajuste en el costo de los planes de salud y estamos de vuelta con las ganancias multimillonarias.

[cita]Hoy tenemos un sistema público que funciona en forma deficiente, con pocos recursos y mala gestión, que aunque ha mejorado en la última década, sigue siendo insuficiente. Al frente, un sistema privado que genera 45 mil millones en utilidades. ¿Cuánto tiempo más resistirá un modelo tan injusto y desigual?[/cita]

Aquí hay dos grandes temas, que no están plenamente resueltos en nuestra convivencia social. En primer lugar, el modelo actual de sociedad se ha construido sobre la base de la mercantilización en la satisfacción de los derechos fundamentales generando dos efectos: a. los derechos de las personas se satisfacen según su propia capacidad económica (lo que atenta contra la igual dignidad que nos caracteriza) y b. existe un particular que lucra sin ningún control con el ejercicio de los derechos fundamentales, frente al Estado que se abstiene de cumplir con su deber (educación, salud, seguridad social).

En segundo lugar, es razonable preguntarse qué sistema queremos para la protección de la salud. Hoy tenemos un sistema público que funciona en forma deficiente, con pocos recursos y mala gestión, que aunque ha mejorado en la última década, sigue siendo insuficiente. Al frente, un sistema privado que genera 45 mil millones en utilidades. ¿Cuánto tiempo más resistirá un modelo tan injusto y desigual? Un pequeño sector de la sociedad se atiende en el sistema privado, donde está visto que sobra muchísimo dinero. Mientras, ‘la inmensa mayoría de los chilenos’ se atiende en un sistema público que se sostiene de un hilo, para gente pobre y de clase media.

Mi opinión es clara: el 7% de cotización individual debe ir a un fondo solidario.

Como está comprobado que en el sistema privado sobran los recursos, quien quiera podrá contratar seguros complementarios de salud que le permitan satisfacer los estándares de hotelería que requiera para su hospitalización. Se argumentará que esto vulnera el derecho de propiedad. Bueno, es cierto que se restringe su ejercicio pero, como en todos los derechos, no es absoluto. Un derecho que se limita por el ejercicio de otro derecho. No hay problema en ello. Si aceptar que no existen derechos absolutos le genera algún problema, recuerde lo siguiente: mientras en el sistema público las personas se mueren en las colas y dan a luz en baños y salas de espera, en el sistema privado sobra el dinero. Esta injusticia es tanto o más escandalosa que en educación. Espero que no sean necesarios otros cuatro meses de movilización para poner atención a tamaña injusticia que forma parte de la propia estructura de nuestra sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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