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La última imbecilidad de moda


Esta mañana volvió a salir en «El Mercurio» una carta de un doctor opinando sobre las ganancias de las isapres. ¿Hasta cuándo los doctores opinan de lo que no saben? Ya cuando lo hacen de lo que supuestamente saben suelen resultar peligrosos («con honrosas excepciones», como advertía don Augusto cuando mencionaba a los señores políticos). Como soy un chileno típico, supongo que debería impetrar la dictación de una ley prohibiendo a los médicos dictaminar sobre cosas ajenas a la salud del cuerpo humano. Pero, por esta vez, no lo voy a hacer. Lo que prueba que no soy tan típico.

Ya el país debería estar saturado por otras imbecilidades que ocupan la escena pública, como las de que la educación la imparta sólo el Estado y que se prohíba enseñar haciendo una ganancia. Si el mundo hubiera adoptado esos criterios, primero, habría sido todo comunista a estas alturas y no al revés; y, segundo, los educadores ya se habrían extinguido, pues «no al lucro» exige que uno obtenga menos de lo que pone para educar, en cuyo evento la pérdida perpetua lo llevaría a la muerte por inanición; o, en el mejor de los casos, si uno va a obtener educando lo mismo que gasta en educar, o sea cero, como hay otras actividades en que uno puede obtener un retorno mayor a cero, todos se marcharían a ellas y ya no quedarían educadores.

Lo notable de la última imbecilidad sobre las isapres es cómo una información cuyo significado real no se da a conocer puede suscitar tanto revuelo público. En el blog de la carta de hoy del médico a «El Mercurio» se pueden leer torrentes de diatribas e insultos contra las isapres sin ninguna referencia a los hechos fundamentales que permitirían analizar el tema en serio.

¿Es así cómo se forja la «opinión pública»? ¿Ése es el grado de primitivismo imperante? Pues ¿qué significa decir que las utilidades de las isapres aumentaron en 70 % en el primer semestre en relación al año anterior, sin decir cuáles fueron esas utilidades en el año anterior? Supongamos que hayan sido de mil pesos en 2010. ¿Sería un escándalo que hubieran aumentado a mil 700 pesos en 2011? No, por supuesto. Pero todo lo que se publica es que los chilenos lo consideran un escándalo.
¿Está el país capacitado para tomar decisiones de políticas públicas si predomina ese grado de incapacidad de análisis? ¿Puede gente con ese nivel de ignorancia y desinformación manejar los destinos del país? Porque, según lo que uno lee y oye, la mayoría opina así. ¡Pobre democracia!

Entonces yo, tras leer la carta de hoy del galeno de turno diagnosticando con escándalo una enfermedad del sistema de isapres que no existe, averigüé lo pertinente para poder opinar: cuánto es la utilidad de las isapres calculada sobre sus ventas. Y resulta que es del 6,1 %. Y después averigüé las de otras empresas en el primer semestre: CIC, 7 %; TVN, 8%; Codelco, 10 %; Costanera Norte, gracias al pito que toca cada vez que yo paso por ahí, y eso que apenas le desgasto el pavimento y no hago taco, porque no viajo en horas punta, 13 %; Chilectra, 23 %; Embotelladora Andina, 34 %; y Sonda, 39%, justo premio, hay que decirlo, para su controlador, que es todo un héroe, pues vuela siendo piloteado por el Presidente (según aseveró éste a los habitantes de Licura Bajo; lo vi en TV); sufre un aterrizaje forzoso porque se les acabó la bencina y después la Dirección General de Aeronáutica Civil lo sanciona a él por no respetar el plan de vuelo. Merece su 39 % de las ventas, sin duda.

En otras palabras, las ganancias de las isapres son no sólo normales sino más bien moderadas, y experimentaron un alza del 70 % de un año a otro porque en el anterior fueron bajas.

Como señalé en un blog anterior, si hubieran sido extraordinarias, habría más isapres de las siete abiertas que hay hoy, pues más emprendedores querrían entrar a ese atractivo mercado. La solución, en todo caso, no sería llamar a escándalo, sino eliminar las barreras a la entrada.

Por lo demás, los rabiosos críticos de las mismas por lo que a ellos les cobran, tienen la solución en la mano: irse a FONASA. Pero les aseguro que ninguno de los perseguidores de las isapres en anteriores gobiernos y en el Parlamento, que son muchos, está en FONASA. Así como ninguno de ellos, que son los mismos que critican a la educación privada con fines de lucro, tiene a sus hijos en colegios de la educación pública, sino en los particulares pagados. Y si hay alguno o más en uno u otro caso, que por favor me lo comunique, porque le voy a recomendar que se haga ver por algún médico que no esté entre los críticos de las isapres, porque si lo está la validez de su diagnóstico podría ser peligrosa para la salud de sus pacientes.

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