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Carolina: si quieres girar di no


Cambiar el nombre de la fenecida Concertación –cuya acta de defunción data de la primera vuelta presidencial de 2009– como pretenden algunos dirigentes, no es el tema, menos si el nuevo (“Convergencia Opositora”) desde ya supone asumir una notoria y patética incapacidad de ser gobierno al término del actual. ¿Qué es este travestismo político?, ¿tiene alguna utilidad? Si por cada error cometido en el curso de nuestras vidas pudiéramos cambiarnos el nombre, el Registro Civil no daría abasto. Peor aún: nuestros amigos se reirían en nuestra cara de semejante estupidez.

¿Cuál ha sido la diferencia palpable entre Democracia y Progreso (1989-1992), Participación y Progreso (1992-1993), Unión por el Progreso (1993-1996), Unión por Chile (1996-2000), Alianza por Chile (2000-2009) y Coalición por el Cambio (2009)? Ninguna. Se trata de los mismos partidos de derecha (UDI y RN), de la misma ideología política, de los mismos parlamentarios, de la misma visión de país, del mismo fundamentalismo religioso, de la misma moralidad culposa, de los mismos coroneles, o sea, de lo mismo de todo lo mismo. De hecho podrían haber intentado con “LOS MISMOS MOMIOS DE SIEMPRE”, e igual no habría cambiado mucho la cosa.

¿De qué convergencia hablas Carolina? Tal vez para ti la convergencia sean unas líneas en un papel que llegan al mismo punto. Eso es geometría, no es política. Quizás tu imaginación alcance para trazar cuatro líneas paralelas sobre tu cuaderno, y luego, en un segundo intento, fijar un punto de fuga y orientarlas hacia él, y darte por satisfecha. Líneas que para ti se llaman PPD, PS, PDC y PRSD, siendo P su denominador común. Inteligente de tu parte, pero inútil.

En vez de “Convergencia Opositora”, lo que Chile necesita es una “Emergencia Democrática”, pues es necesario que emerja algo nuevo con urgencia, y que incluya a otros que también quieren y necesitan ser considerados. ¿Por qué ustedes se arrogan el tener que ser, a partir de lo que ya fueron?, cuando en realidad deberían plantearse en qué y cómo ayudar en un proceso donde ustedes sean parte, y no el todo; no la fundación, sino parte del tejado, de las vigas.

Un consejo, Carolina: si quieres girar, di no. No cedas a la tentación gatopardista de darte una vuelta y quedar donde mismo, y pensar que todo cambió. Eso es no entender nada. El esfuerzo debe ser mayor. ¿Acaso en la Concertación no escucharon la voz del electorado?

Al parecer, nadie entendió ni una pizca. De haberlo hecho, existiría un bloque opositor responsable, que se hiciera cargo de fiscalizar al gobierno, y de hacer propuestas recogidas en las bases populares que alguna convocaron con la promesa de cambio. Una oposición seria requiere de liderazgos, de un timón y de un norte. A falta de aquello, existe un conjunto de opositores dispersos, emborrachados, que no saben cómo regresar a casa después de la juerga o de la pena grande; opositores que culpan al empedrado de su cojera, que carecen del elemental sentido de la autocrítica, y que creen que Mea Culpa es sólo un programa de TV; opositores sin ideas, cobardes, cuidapegas. Muchos corruptos. Para tu tranquilidad en el oficialismo no lo hacen diferente.

Carolina: si quieres girar, di no. Dile no al nepotismo, a lo mismo de siempre, dile no al caudillismo, dile a los que viven del erario nacional, dile no al diálogo de sordomudos al interior de la Concertación. Salta, rebélate, grita, construye un relato coherente, no un discurso electoralista busca pega, pero no gires sobre tu propio eje; si quieres girar, di no.

El país que ustedes abandonaron tras la derrota merece algo mejor, él no tiene la culpa de la crisis que vive la Concertación. La Concertación alguna vez empatizó con la ciudadanía y ésta con ella. Hubo feeling. Eso se perdió. No en la frustración de la última elección, sino en medio del ruido provocado por la propia algarabía de sentirse con el deber cumplido, cuando aún falta tanto por hacer.

La comodidad los traicionó. Los asientos mullidos entibaron sus cuerpos y el dinero hizo el resto. Ahora, sin el cobijo estatal, por supuesto que es más difícil. Pero hay millones de chilenos ignorados que viven haciendo piruetas para subsistir. No es tan terrible. Aquí falta barro en los zapatos, falta calle; sobra cerumen y falta participación ciudadana.

Una idea: ponle más líneas a tu cuaderno, más curvas, más círculos, más puntos de fuga. Chile no es un país en blanco y negro y esto no es la Guerra Fría. Toma tu goma y borra algunos nombres –incluso el tuyo si fuera necesario– y abandona ese mesianismo insostenible tan arraigado en tu colectividad. La amarga experiencia de la derrota debería ser suficiente para darte cuenta que ustedes necesitan mucho más a los chilenos de lo que éstos los necesitan a ustedes.

Carolina, si quieres girar, di no. El problema no es el nombre, son las personas. No hagas como Chance Gardiner (Desde el jardín, Jerzy Kosinski), quien sólo entiende el mundo a través de los actos de la TV. Esto es mucho más que una operación mediática.

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