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La mano del Ministro Longueira en la expropiación del mar chileno

Juan Carlos Cárdenas
Por : Juan Carlos Cárdenas Médico veterinario. Director del Centro Ecocéanos.
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Es muy sintomático que los viejos estandartes pesqueros de 1988 estén reapareciendo ahora, aprovechando esta agresiva colusión pesquera, concebida e impulsada por el audaz Ministro Longueira.


Bajo el título de «Cuestionable acuerdo en el sector pesquero», La Tercera editorializó (01/10/2011) sobre la negociación que concluyó el 26 de septiembre entre las grandes compañías industriales y dirigentes de la pesca artesanal, la cual mereció los calificativos de «extraordinaria», «histórica» y «representativa» por parte del Ministro de Economía, Pablo Longueira, el Subsecretario de Pesca, Pablo Galilea, y diversos dirigentes del sector pesquero.

Esta inédita colusión entre los regulados del sistema, tuvo como objetivo impedir que en los próximos meses el gobierno envíe al Parlamento un proyecto de licitación de las cuotas de pesca del sector industrial. De paso, aprovecharon para repartirse a puerta cerradas las valiosas pesquerías del país por 20 años, las cuales generan 220 millones de dólares anuales. Este golpe de mano intenta generar un precedente en relación a cómo se van a definir las políticas públicas de acceso y uso de los recursos naturales en Chile, sin tener que ser discutida por la ciudadanía, y menos, pasar por la republicana discusión en el Parlamento de la Nación.

Sin embargo, nada anticipa que este audaz intento expropiador bajo la tutela del Ministro de Economía vaya a ser validado en el Parlamento. Desde ya, 12 parlamentarios han anunciado su buena disposición a escuchar a las pequeñas y medianas empresas pesqueras (Pymepes), pueblos costeros originarios, sectores de la pesca artesanal y ciudadanos afectados.
De partida, las Pymepes han presentado ante la Fiscalía Nacional Económica una denuncia por colusión entre competidores. Ella se fundamenta en la letra a) del artículo 3° del DL 211, el cual fija las normas sobre la defensa de la libre competencia, señalando como actos que la impiden, el “(…) asignarse zonas o cuotas de mercado, excluir competidores o afectar el resultado de procesos de licitación”.

[cita] Es muy sintomático que los viejos estandartes pesqueros de 1988 estén reapareciendo ahora, aprovechando esta agresiva colusión pesquera, concebida e impulsada por el audaz Ministro Longueira.[/cita]

Sin embargo, llama la atención que junto con cuestionar el procedimiento implementado en este acuerdo derivado de la cultura binominal, la editorial de La Tercera sugiriera que para que exista una definición de derechos de propiedad pesquera «sólidos y susceptibles de ser transados», es necesario dar término a la categoría de pescador artesanal, ya que «otorga un estatus diferente a determinados empresarios,(…) y restringe la operación de un auténtico mercado de cuotas de pesca, de modo que nuevos inversionistas puedan ingresar al rubro, adquiriéndolas a precios razonables, y que les permitan formar una base de explotación eficiente, competitiva y con las necesarias economías de escala».

Esta es una vieja aspiración del empresariado pesquero industrial chileno, que alguna vez fue plasmada en el Proyecto de Ley de Pesca que elaboró el Almirante Merino en las postrimerías de la dictadura militar. Allí se intentó suprimir la categoría de pescador artesanal, sustituyéndola por la de «armadores» y «obreros o trabajadores». Es decir, entre pescadores propietarios de embarcaciones, y quienes trabajan para ellos. Dicha propuesta fue eliminada en la Ley General de Pesca promulgada por el gobierno del Presidente Aylwin en 1991.

Frente a este provocador desafío del Grupo Saieh a través del diario La Tercera, sería importante saber cómo se consideran los propios pescadores artesanales y sus dirigentes. ¿Cuántos siguen pensando y actúan como tales?, ¿Cuántos están contentos con ser considerados como «empresarios pesqueros » o «emprendedores» por los grandes conglomerados industriales? Paradójicamente, podrían por ese camino ser representados en el futuro por instancias tales como Sonapesca o Asipes. Y ¿cuántos estarán felices por pasar a ser la categoría de empleados o trabajadores de sus ex compañeros?

Es muy sintomático que los viejos estandartes pesqueros de 1988 estén reapareciendo ahora, aprovechando esta agresiva colusión pesquera, concebida e impulsada por el audaz Ministro Longueira.
Hoy los Pinochet´s boys controlan posiciones claves en el gobierno y Parlamento. Ejemplo de ello son las figuras de Andrés Chadwick, Joaquín Lavín, Cristián Larroulet, Juan Antonio Coloma, el propio Longueira, así como el presidente de la Cámara de Diputados, Patricio Melero.

Sería paradojal que luego que obtengan las seguridades jurídicas sobre supuestos «derechos históricos» de acceso y uso de la mayoría de las pesquerías del país, además de consolidar sus derechos de propiedad mediante la creación de un mercado secundario de compra, venta y arriendo de cuotas de pesca, los grandes conglomerados pesqueros industriales presionen para eliminar legalmente  la categoría de «pescador artesanal», haciéndola desaparecer productiva, social y culturalmente de la faz del sexto país pesquero del planeta (y de desapariciones, estos funcionarios tienen experiencia). Cuando esto ocurra, uno de los jóvenes de Chacarillas 1977, habrá logrado en tiempo récord, cumplir con su promesa de llevar a término una de las reformas inconclusas de la dictadura militar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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