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La elección directa de CORES

Patricio Navia y Mauricio Morales
Por : Patricio Navia y Mauricio Morales Patricio Navia cadémico de la UDP y de NYU. Mauricio Morales es académico del ICSO-UDP.
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Los detalles importan en la democracia. Una buena reforma como ésta, debe ser bien diseñada para contribuir al fortalecimiento democrático. Es más, puede ser utilizada para corregir algunas falencias que se hacen evidentes en nuestra democracia, como la proliferación de caciques locales y la poca legitimidad del sistema de partidos.


Con la reforma que establece la elección directa de los Consejeros Regionales (CORES), ya no tendremos la elección indirecta realizada por los concejales, agrupados en un colegio provincial. Serán los propios ciudadanos los que escojan a los CORES.

Una mejor rendición de cuentas, el buen fortalecimiento de los partidos y el mejoramiento en la calidad de la democracia dependerá de dependiendo de la forma en que se establezca el sistema. Por lo que sabemos, la idea del gobierno y también predominante en el Congreso es que el sistema para elegir los CORES sea idéntico al que se utiliza para elegir concejales. Es decir, un voto con lista abierta (por candidato, no por partido) con un sistema de cifra repartidora (d’Hont) a fin de resguardar la proporcionalidad de votos y escaños que consigue cada partido o coalición.

El proyecto también establece un redistritaje que mejora sustancialmente los vicios del sistema de elección indirecta actual. Hoy, las comunas más pequeñas tienen una influencia desmesurada en el colegio electoral provincial (ver nuestro artículo en Revista Universum 23.1, 2008). Por ejemplo, la provincia de Iquique—constituida por las comunas de Camiña, Colchane, Huara, Pica, Pozo Almonte e Iquique—elige 7 CORES. El colegio electoral provincial está compuesto por 38 concejales, 8 de Iquique y 6 por cada una de las otras comunas. Pero Iquique tiene el 90,5% de la población provincial, y sólo el 21% de los votos (8 de 38 concejales). Con el nuevo sistema, estos problemas de sub-representación se corregirán de manera sustantiva.

[cita]Los detalles importan en la democracia. Una buena reforma como ésta, debe ser bien diseñada para contribuir al fortalecimiento democrático. Es más, puede ser utilizada para corregir algunas falencias que se hacen evidentes en nuestra democracia, como la proliferación de caciques locales y la poca legitimidad del sistema de partidos.[/cita]

Por su parte, si se usa una lista abierta (igual que para elegir concejales), habrá una proliferación de candidatos.  Como las elecciones de CORES serán el mismo día de la elección de alcaldes y concejales, el exceso de candidaturas traerá confusión para los votantes. En cada circunscripción provincial se eligen entre 2 y 16 CORES. Cada coalición presenta su lista de candidatos. Si sumamos los candidatos a concejales y alcalde, el número se hace casi inmanejable para los electores.  En 2008, La Florida tuvo 48 candidatos (sumando alcaldes y concejales). Con las listas de CORES, esa cifra podrá llegar a más de 100.

Para evitar la proliferación de candidatos y no confundir a los electores, proponemos usar listas cerradas. Es bueno mantener el sistema proporcional de cifra repartidora. Pero los electores debieran votar por partidos y no por candidatos. En las municipales de 2008, el 17% de todos los concejales de Chile (366 personas) fueron electos con menos del 5% de votos. Algo similar ocurrirá con los CORES, que tienen menos visibilidad pública que los alcaldes y concejales. En cambio, si se adoptan listas cerradas y bloqueadas, cada partido o coalición construirá su propia lista ordenando sus candidatos del primero al último. El elector selecciona la lista, respetando el orden que establece el partido. Esto obliga a los partidos a hacer campañas como partidos o coaliciones, y no basándose exclusivamente en caciques o líderes locales. Con este sistema, los partidos deben salir a la calle a convencer a los electores usando su identidad partidista. Esto implica un serio desafío, pero también una gran oportunidad para que los partidos recapturen el interés y la confianza de los ciudadanos. Por otro lado, este sistema genera representantes más disciplinados con sus propios partidos. Como son los partidos los que ordenan la lista, los representantes deberán ser disciplinados para que, en la elección siguiente, el partido los vuelva a colocar en los primeros lugares de la lista.

Los detalles importan en la democracia. Una buena reforma como ésta, debe ser bien diseñada para contribuir al fortalecimiento democrático. Es más, puede ser utilizada para corregir algunas falencias que se hacen evidentes en nuestra democracia, como la proliferación de caciques locales y la poca legitimidad del sistema de partidos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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