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Conversando con Giorgio y Camila en París

Eduardo T. Valenzuela
Por : Eduardo T. Valenzuela Sociólogo chileno residente en Francia
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El oficialismo a pesar de haber utilizado históricamente la violencia como modo de regulación de las demandas sociales, esta obligada ahora a ejercitarse con otros métodos, o perderá por cincuenta años las elecciones. Esto podrá empujarla a salir de dogmas absurdos que pudieron construirse durante un régimen dictatorial, pero que no resisten más la prueba de la realidad.


Estas líneas son una manera de prolongar una conversación iniciada en Paris con Giorgio y Camila,  en torno al tema del derecho a voto de los chilenos en el exterior, en medio de una comida con empanadas y vino tinto. Fue una conversación que se prolongó en una discusión sobre lo humano y lo divino y terminó con una salida a bailar salsa, a la que algunos asistimos.

Tienen razón Giorgio y Camila, nadie renuncia a sus privilegios voluntariamente. Como dijo una senadora oficialista, en una democracia los movimientos sociales expresan reivindicaciones y el rol del parlamento, que tiene la legitimidad democrática de la representación, es legislar. ¿Qué hacer cuando los dados están cargados? ¿Cuándo el sistema político está hecho para auto perpetuarse, como ocurre con el sistema político actual? Cambiar la Constitución o el sistema binominal como lo dijo un dirigente del oficialismo, es una locura. ¡Ha dado tanta estabilidad! ¿Si las movilizaciones se agotan, convendrá llamar a observadores extranjeros? Cuidado. Ya los están acusando de querer seguir viajando y puede ser interpretado como el reconocimiento de la impotencia a la que llega el movimiento. Quizás haya otras maneras de hacer avanzar ciertos cambios que la opinión pública ha  apoyado.

[cita]El oficialismo a pesar de haber utilizado históricamente la violencia como modo de regulación de las demandas sociales, esta obligada ahora a ejercitarse con otros métodos, o perderá por cincuenta años las elecciones. Esto podrá empujarla a salir de dogmas absurdos que pudieron construirse durante un régimen dictatorial, pero que no resisten más la prueba de la realidad.[/cita]

El problema es que el cambio al que ustedes apuntan hace referencia a un cambio de la lógica del sistema. La aprobación general respecto a un cambio en el financiamiento de la educación, no se traduce en apoyo a cambios estructurales. Por lo demás no está claro cuáles. Las familias están cansadas de endeudarse para darles una oportunidad a sus hijos. Cuando el movimiento se aleja de esta reivindicación, el apoyo decae, las movilizaciones bajan y la gente está cansándose de tanto desorden, de perder el año escolar.

El movimiento estudiantil ha estado desde el comienzo en esta tensión: mantenerse cercano a la reivindicación central de gratuidad y del fin del lucro en la educación y la tentación de politizar el movimiento. El gobierno por su parte busca salvar la lógica del sistema creado en dictadura y administrado por cuatro gobiernos de la Concertación. Respira cada vez que los encapuchados actúan en las marchas, ponen bombas o que los estudiantes interrumpen a cara descubierta el funcionamiento de las instituciones. Está logrando aislarlos, poco a poco, por cansancio, mostrar que son ustedes los intransigentes.

En estas circunstancias, ¿cómo salvar la cara, cómo avanzar y hacia dónde? Todos pueden hacer prueba de imaginación.

Ustedes los estudiantes podrían inventar formas alternativas de movilización a las marchas y los paros. Por ejemplo llamar a los jóvenes a inscribirse en los registros electorales. Insistir en la aplicación de la ley de inscripción automática. Agitar esta amenaza puede inquietar a más que uno en las filas del establishment y esto darles fuerza de negociación. Incluso manteniendo el binominal, el apoyo que han logrado, traducido en las urnas, podría traducirse en un Senado y una Cámara de Diputados favorable a las reformas estructurales buscadas.

Tendríamos entonces un próximo parlamento constituyente, como en Túnez, pero sin los fundamentalistas musulmanes. Las elecciones municipales en las cuales los alcaldes son elegidos por un sistema mayoritario y los vocales por un sistema proporcional, podría ser un bonito espacio de experimentación, de empoderamiento, como dicen ustedes. Vayan pues.

El oficialismo a pesar de haber utilizado históricamente la violencia como modo de regulación de las demandas sociales, esta obligada ahora a ejercitarse con otros métodos, o perderá por cincuenta años las elecciones. Esto podrá empujarla a salir de dogmas absurdos que pudieron construirse durante un régimen dictatorial, pero que no resisten más la prueba de la realidad. Quizás un día se decida a avanzar como bloque por las sendas de la democracia, como lo están haciendo hoy en Brasil los sectores empresariales, cuando apoyan las políticas sociales iniciadas por Lula.

¡La mano invisible de los mercados desregulados nos lleva a La Polar, a Madoff y a la intervención de los bancos centrales de los países desarrollados en 2008 para salvar la economía de mercado, inyectando el equivalente de dos años de PIB mundial para engrasar el sistema! Ni un solo administrador estatal en los bancos recapitalizados, y al poco andar, los mismos beneficios distribuidos y la misma inestabilidad global. Y si no lo hubieran hecho el sistema colapsaba y estaríamos aún en la una nueva gran depresión, como en los años 30. Regulemos globalmente, ¿pero cómo? Y el colmo de la sinvergüenzura: los personeros del gobierno dando lecciones de buen manejo económico a las únicas democracias que han sabido traducir en derechos efectivos la igualdad y la libertad. Educación, salud, jubilación, para todos. Salario mínimo cinco veces más importante que en Chile. Con defectos, necesidad de modernizaciones y todo lo que se quiera, pero sin la esquizofrenia de principios abstractos que no se traducen en derechos efectivos. La igualdad de oportunidades significa algo más que medidas cosméticas, y el sistema puede reventar diez veces como en Argentina, pero no se regresará a un sistema de desigualdades estructurales como el que la derecha cree poder defender acá, ad eternum.  Las lecciones se las guardan. No estamos más en dictadura para hacer pasar dogmas absurdos, como si fuera la ciencia económica. La política Keynesiana de inversión pública puede ser también una política de derecha, como ocurre hoy en Europa y Estados Unidos.

Las reivindicaciones que han levantado no se agotan en el tema de la educación. Otro punto importante a poner en el tapete sería el de la financiación de los partidos políticos y de las campañas electorales. Por ahora, solo aquellos que obtienen el aporte de empresas o particulares pueden financiar las onerosas campañas políticas. No hay ningún control, ni límite. En estas condiciones es normal que reine la desconfianza en el sistema democrático. Un sistema de financiación pública de los partidos y de las campañas, podría introducir un cambio sustancial. En Francia los partidos son financiados en función del resultado de las elecciones, si pasan una barrera de 5% de los votos expresados. El aporte de las empresas y de los particulares está regulado y controlado, no pueden pasar ciertos límites, lo cual es una garantía para el ejercicio de la democracia. ¿Costaría caro el mecanismo? Un impuesto específico permitiría financiarlo o el cobre. De todas maneras la plata se gasta, en un caso son unos pocos los que deciden en el otro la democracia se profundiza. ¿La Concertación va esperar también que sean los estudiantes que se ocupen de levantar esta reivindicación?

La educación, la seguridad social, los fondos de pensiones, ¡hay tanto por hacer! Que va a pasar si el sistema financiero quiebra, no estamos lejos de esto. Habrá que restablecer un sistema de solidaridad entre las generaciones. No se le preguntó a nadie para acabar con ese sistema, que permite prever que pase lo que pase, los jubilados tengan derechos. En resumen, no podemos sentarnos todos a esperar que nuestros jóvenes estrellas asuman todos los problemas, cada cual a sus pasteles, decía Violeta y hay que dejarlos terminar sus carreras. Todo tenemos algo que decir y podemos ser actores del cambio, reinteresarnos en la política, no esperar que alguien, ni ustedes por muy estudiantes y encantadores que sean, vengan a solucionar los problemas y situaciones que nos afectan a cada uno. Todos somos responsables por la cosa pública. Es por eso que los chilenos del exterior reclamamos nuestro derecho a votar en las elecciones presidenciales y a elegir representantes en el parlamento. La mayoría de los países latinoamericanos y de la OCDE lo hacen ya. Nosotros no. ¡Este derecho está consagrado en la actual Constitución, pero ni la Concertación ni el gobierno actual lo han respetado. Quizás ustedes los estudiantes puedan ayudarnos a obtener este derecho, movilizando a los jóvenes y menos jóvenes, que han apoyado sus demandas, a inscribirse en los registros electorales y a votar en las próximas elecciones.

De todas maneras, pase lo que pase, gracias Giorgio y Camila por levantar estas luchas y llevarlas tan lejos cuanto sea posible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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