Publicidad

La falla del oráculo de La Moneda

Carlos Correa B.
Por : Carlos Correa B. Ingeniero civil, analista político y ex Secom.
Ver Más

Desde el punto de vista del gobierno, es muy duro haberle creído de tal manera a Méndez. El mapa político construido sobre sus hipótesis y que mostraba algunos claros, los devuelve a los peores momentos. Y no es bueno no sólo para el gobierno, sino para el país completo, que tendrá que navegar en un año difícil con el Presidente más impopular de la historia.


En dos días frenéticos en cuñas comunicacionales más propias del Dadaísmo que del marketing político apareció la CEP con un demoledor 23% de apoyo al gobierno, contradiciendo la teoría de la estabilización y la mejora del gobierno en las encuestas.

El primer reflejo de las redes sociales y de los medios de comunicación fue mirar la pasada Adimark, donde se había levantado la tesis que lo peor había pasado y que el gobierno estaba tomando rumbo, ya sea por las menores apariciones del Presidente o por las múltiples medidas. Y reconozcamos que muchos le creímos a Roberto Méndez y nos olvidamos de aquella vez que salió en TVN anunciando erróneamente  ganadores de elecciones parlamentarias con sus encuestas “a boca de urna”.

Twiteros conocidos por su adicción a La Moneda repitieron el último mes las tesis del líder de Adimark con pasión. Más aún, una cadena de correos, como las viejas octavillas de los regímenes stalinistas, invitaba a defender los logros del gobierno en las diversas conversaciones y hacer ver que la aparente impopularidad se debía a los medios y al dolor de la Concertación de haber perdido el poder.

[cita]Es efectivo que la encuesta de Méndez es telefónica, metodología que tiende a sesgar los resultados hacia los sectores más acomodados y urbanos y que su estudio recoge solo la opinión de los principales centros urbanos del país, pero aún así no se explican las diferencias tan brutales.[/cita]

Hasta que apareció la CEP, encuesta que nadie podría calificar de “pasquín de izquierda”, ocupando el término de Gonzalo Díaz del Río para referirse a El Mostrador. El Ministro Chadwick, de manera sorprendentemente coincidente con un tweet de Roberto Méndez minutos antes, dijo que la diferencia se explica por un “desfase en las encuestas”.

Chadwick se equivoca técnicamente. Y por supuesto, Roberto Méndez también. En el segundo caso se entiende pues está defendiendo su marca, pero el vocero de gobierno debe ser más cuidadoso en sus juicios.

La encuesta Adimark correspondiente a la evaluación del gobierno del mes de noviembre  declara en su ficha técnica que su período de campo es desde el 4 de noviembre hasta el 26 de noviembre. La “desfasada” encuesta CEP hizo su trabajo de campo desde el 11 de noviembre hasta el 11 de diciembre.
Por tanto el aparente desfase serían los 15 últimos días. Si suponemos que ambas encuestas realizan la misma cantidad de casos por semana, como suele ser el procedimiento de todas las empresas encuestadoras, y fuera cierto lo que dice el Ministro, se daría la casualidad que prácticamente todos los que contestaron la encuesta CEP en los últimos 15 días reprobaron la gestión del gobierno, algo que es imposible. Uno de los teoremas más conocidos de las probabilidades, la Ley de los Grandes Números, quedaría completamente torcido si Méndez y Chadwick tuvieran razón.

Más difícil de creer se hace la hipótesis del desfase  si le hacemos caso a lo que  Méndez vendió con éxito: el gobierno tenía una aprobación creciente. Bajo ese supuesto el desfase debería arrojar que los resultados de su sondeo fueran más altos que los de la CEP, y no el balde de agua fría que implica el 35% que presentó versus el 23% que trae la encuesta  del think tank de la derecha liberal.

Es efectivo que la encuesta de Méndez es telefónica, metodología que tiende a sesgar los resultados hacia los sectores más acomodados y urbanos y que su estudio recoge solo la opinión de los principales centros urbanos del país, pero aún así no se explican las diferencias tan brutales. A manera de ejemplo, en la encuesta de Méndez se presenta al gobierno con mayor aprobación en las mujeres (38% v/s 31%) y en la CEP, el Presidente tiene en el sexo femenino 5 puntos menos que en el masculino. Y que conste que el chiste del Presidente tan criticado por la Ministra Schmidt no está medido en el desfase.

Más aún, el profético analista Méndez dijo a La Tercera en noviembre que “el movimiento estudiantil está desgastado en especial por un mayoritario rechazo a como los estudiantes se están manifestando” y que “Camila es de una violencia brutal”. Ambas tesis del analista preferido del Presidente son descartadas en la encuesta CEP. Camila Vallejo está en cuarto lugar de los personajes políticos y superando, con la excepción de Golborne, a todos los políticos de Gobierno. Además, el 65% de los chilenos opina que el gobierno debería autorizar las marchas.

Más grave aún es que dos fuentes completamente independientes entre si me han dicho que el gobierno conocía antes la encuesta CEP y que lo único que pidió La Moneda a dicho organismo es que la presentara entre Pascua y Año Nuevo. Si se hubiera presentado en enero, no habría podido levantarse el argumento del desfase, pues habría coincidido con la encuesta Adimark de diciembre, que haciéndole caso a Méndez debería mostrar a un gobierno en constante crecimiento.

Desde el punto de vista del gobierno, es muy duro haberle creído de tal manera a Méndez. El mapa político construido sobre sus hipótesis y que  mostraba algunos claros, los devuelve a los peores momentos. Y no es bueno no sólo para el gobierno, sino para el país completo, que tendrá que navegar en un año difícil con el Presidente más impopular de la historia. Esta vez el triunfalismo excesivo de Méndez hizo más daño que sus antiguas encuestas de “boca de urna”.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias