Publicidad

Plan B: peaje al carbono con devolución total

El peaje al carbono cumple en justicia con el objetivo de castigar solo a aquellos que pudiendo consumir y vivir como lo hace el promedio de los habitantes de su propia economía, optan por consumir mayor cantidad de carbono fósil y causar mas daño a los más pobres, a los jóvenes y a las futuras generaciones.


La evidencia científica indica que los daños de largo plazo que sufrirá el planeta si se mantiene el status quo (Business As Usual, BAU) y no logramos disminuir rápidamente la emisión de dióxido de carbono fósil, son de una magnitud equivalente a los daños de corto plazo que produciría la colisión de un gran asteroide contra la tierra.

Según el Dr. James Hansen, climatólogo, astrónomo y director, desde 1980, del Goddard Institute of Space Studies de la NASA, estos daños de largo plazo se harán imposibles de revertir después de mediados del 2030, cuando la concentración de CO2 atmosférico se acerque a las 450 partes por millón. 20 años pasan muy rápido y el desafío global, en términos de renovación de infraestructura energética para evitar el desastre, es gigantesco.

El principal obstáculo que enfrenta la lucha contra el CC radica en la incapacidad sensorial del ser humano para reconocer la emisión de CO2 como un daño a su hábitat, ya que se trata de un gas inerte, invisible, sin olor y porque además, los daños solo se pueden apreciar indirectamente muchos años después, cuando la acumulación de desbalance energético en el planeta sube significativamente la temperatura del océano superficial, por lo que también resulta difícil para el hombre relacionar la causa con el efecto.

[cita]El peaje al carbono cumple en justicia con el objetivo de castigar solo a aquellos que pudiendo consumir y vivir como lo hace el promedio de los habitantes de su propia economía, optan por consumir mayor cantidad de carbono fósil y causar mas daño a los más pobres, a los jóvenes y a las futuras generaciones.[/cita]

Adicionalmente, son muchos los factores que se retroalimentan y se combinan en el fenómeno del CC y la ciencia solo puede estimar la evolución de los daños con un grado de incertidumbre, pero es debido a esta incertidumbre, que resulta mas urgente que nunca dejar atrás los combustibles fósiles, ya que los cambios podrían ocurrir mucho más rápido de lo estimado, según parecen indicar las tendencias recientes en temperatura y acidificación de los océanos, perdidas de hielos polares, aumento de variabilidad climática y otros parámetros que analizó el Dr. Hansen y su equipo (www.giss.nasa.gov).

Los economistas y autoridades de gobierno se refieren a la emisión de carbono fósil a la atmósfera como una “externalidad negativa” del crecimiento económico, que es el bien común que justifica y hace necesario usar cada vez mayores cantidades de combustibles fósiles. Este razonamiento es absolutamente insostenible, por cuanto no reconoce responsabilidad en la emisión y en la práctica es imposible compensar los efectos negativos del consumo de combustibles fósiles con las externalidades positivas que ofrece el crecimiento económico.

También escuchamos a algunos economistas decir que no es posible descarbonizar la economía sin sacrificar crecimiento económico presente, lo que es absolutamente cierto pero solo parte de la verdad, ya que ignora la mayor perdida de crecimiento y calidad de vida que sufrirán todas las personas al postergar los esfuerzos por descarbonizar. Si la humanidad continúa sin una efectiva política conjunta para evitar los daños de largo plazo, la hambruna y la recesión acompañarán inevitablemente al Cambio Climático. Al postergar los esfuerzos de reducciones significativas de emisiones, también se postergan los beneficios de la mejor competitividad comercial y rentabilidad social de una economía descarbonizada.

Simplemente, el planeta no es lo suficientemente grande como para que todos los seres humanos usemos todo el combustible fósil que deseamos y esto hace necesario contar con un mecanismo que efectivamente disminuya el uso de estos recursos a tiempo y distribuya en forma justa la cantidad que sea sustentable utilizar.

Mientras más tiempo pasa, más difícil y cara se hace la tarea para el mundo y también para Chile, ya que mientras mas plantas termoeléctricas se construyan y mayor sea la dependencia de muestra economía en el gas natural, el petróleo y el carbón, mayor será la pérdida en inversión y mayor será el costo de reconversión para Chile.  En el 2012, el mundo continúa aumentando su emisión per cápita y Chile, después de China, es uno de los países que ha tenido mayor aumento porcentual de emisiones en los últimos 10 años, según el World Bank.

Si la reducción de emisiones hubiese comenzado en el 2005, solo se habría requerido un 3% de reducción global anual de emisiones de CO2 fósil para evitar el punto de no retorno y reponer el equilibrio energético del planeta hacia fines de siglo y empezar a frenar el CC de allí en adelante. Si se comienza en el 2013, se requiere un 6% anual y si se comienza en el 2022, se requerirá un 15% anual, que ya es una meta imposible (2012, Hansen et al).

La ONU, con su Panel Intergubernamental para el CC (IPCC) y la Convención para el CC (UNFCCC) han realizado esfuerzos para evaluar el fenómeno y tratar de que la humanidad mitigue y reduzca sus emisiones de gases efecto invernadero, pero la estrategia elegida no ha tenido un efecto significativo y la concentración de CO2 atmosférico durante el 2010, aumentó en 2,36 ppm y alcanzó las 391 ppm.

El protocolo de Kyoto, impulsado por la ONU, no ha logrado reducciones significativas en la cantidad total de emisiones del planeta porque es una solución compleja, burocrática y útil solo para algunas grandes empresas. Canadá se acaba de retirar del protocolo de Kyoto a fines del 2011, cuando reconoció que le resulta imposible cumplir con sus metas de reducción mediante los mecanismos acordados.

Resulta urgente reemplazar el protocolo de Kyoto por un esquema más simple y efectivo, por lo que a continuación explico el “Plan B”; la alternativa que hoy está recibiendo un creciente apoyo por parte de ciudadanos en todo el mundo, por su gran sencillez, justicia y posibilidad de pronta aplicación global.

La clave para desincentivar la extracción, consumo y uso de combustibles fósiles en el planeta pasa necesariamente por castigar en forma simultánea, progresiva e igualitaria su precio inicial al interior de todas las economías globalizadas y esto es posible mediante el cobro de un peaje de ingreso al contenido de carbono de todos los combustibles fósiles y en todas las economías. Este sobreprecio se aplica solo en la primera facturación que tengan estos combustibles y es recolectado por el fisco tal como lo hace con el IVA.

El castigo inicial a los combustibles fósiles repercutirá automáticamente en los precios de todos los productos y servicios de la economía, según sea la proporción de carbono fósil que cada uno de ellos lleve incorporado. Toda la industria tendrá la necesidad de usar otras fuentes de energía, ya que los combustibles fósiles seguirán subiendo de precio previsiblemente en todo el mundo, hasta hacerse inalcanzables.

Las fuentes de energía mas limpias (todas la fuentes de energía tienen alguna cantidad de carbono fósil incorporado) hoy no compiten de igual a igual con los combustibles fósiles, porque estos cuentan con el subsidio indirecto de no recibir castigo por el daño de largo plazo que causan, por lo que el peaje al carbono viene simplemente a corregir esta situación.

Como el peaje al carbono busca forzar el cambio tecnológico de la descarbonización en las diferentes economías y esto requiere tiempo e inversión; su tasa debe aumentar en forma gradual, programada, simultánea y coordinada en todo el mundo.

Debido a que la tasa inicial del peaje y su aumento anual debe ser acordado por la comunidad internacional y no por los países individuales y que además, el monto recaudado por las diferentes economías dependerá de la tasa de peaje variable dictada por la ONU y del consumo interno variable de carbono fósil; es clave que los dineros que genere la aplicación de este peaje no formen parte de los impuestos que mantienen el equilibrio fiscal de las diferentes economías.

También es necesario que este peaje no sea regresivo (que no castigue a los más pobres), que no sea recesivo (que no frene demasiado el crecimiento global) y que no aumente el tamaño del Estado y su ineficiencia (que no sea el Estado quien decida cómo y dónde gastar estos dineros).

Para asegurar los objetivos anteriores, es necesario que se verifique una recaudación totalmente neutral del peaje al carbono en todo el mundo.

Una recaudación neutral del peaje al carbono implica que ningún país podrá utilizar estos dineros para ningún otro fin que no sea su devolución total a los habitantes, en partes iguales y sin distinción de edad o nivel de ingreso.

El peaje al carbono solo afecta a quienes emiten mayor cantidad de carbono fósil que la emisión promedio de los habitantes en cada economía y entrega un beneficio económico neto a más del 75% de la población del planeta, que está constituido por los más pobres y más jóvenes, quienes emiten menos y estarán más expuestos a los daños futuros.

El peaje al carbono cumple en justicia con el objetivo de castigar solo a aquellos que pudiendo consumir y vivir como lo hace el promedio de los habitantes de su propia economía, optan por consumir mayor cantidad de carbono fósil y causar mas daño a los más pobres, a los jóvenes y a las futuras generaciones.

Con una tasa pareja de peaje global al carbono, cada economía deberá hacer un esfuerzo económico interno que es proporcional a su emisión per cápita y la cantidad de habitantes y además, deberá hacerlo en un escenario donde la emisión per cápita de los países desarrollados es entre 4 a 5 veces el promedio mundial, pero a medida que cada economía haga su transición tecnológica y se descarbonice, el monto recaudado por el peaje disminuye hasta llegar a un mínimo permanente.

Por ejemplo, USA tendría por delante una inversión per cápita en reconversión que es aproximadamente 7 veces la inversión en reconversión per cápita que tendría Chile para lograr el mismo nivel sustentable de emisiones. Lo anterior es debido a que USA debe reducir desde sus actuales 17,5 ton/pers-año a 2 ton/pers-año y Chile solo debe reducir desde sus actuales 4,3 ton/pers-año a las mismas 2 ton/pers-año. Este parámetro hace que la tasa pareja de peaje al carbono resulte justa para todos los niveles de desarrollo de las diferentes economías. Esta conclusión es muy importante debido a que aún ningún país ha expuesto fehacientemente en la ONU, la solución integral que ofrece el Peaje Global al Carbono con Devolución Total y Chile puede tomar hoy esta  oportunidad y convertirse en un actor clave en la superación de las diferencias Norte-Sur que mantienen trabados los esfuerzos climáticos internacionales.

Como hijos, padres y abuelos, tenemos la doble responsabilidad de informarnos y de comprometernos con un camino de solución al Cambio Climático; el mayor desafío de entendimiento y generosidad que haya tenido que enfrentar nunca la humanidad.

Cualquiera sea la solución que el lector crea es la correcta, las futuras generaciones  agradecerán el esfuerzo por procurar que Chile exprese a la comunidad internacional la  voluntad de endosar el proyecto de su elección, ya que el mundo necesita con mucha urgencia reemplazar en la Organización de las Naciones Unidas al todavía vigente y deficiente tratado de Kyoto, el cual se apoya en falsas promesas de reducción de emisiones por parte de los países signatarios, en un burocrático “mercado de bonos de carbono” (Certificados de Reducción de Emisiones) y en oscuros cálculos de “huella de carbono”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias