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Dos Lecciones Para Ganar la Presidencia

Mi consejo a la legión de presidenciables actuales es que observen atentamente las dos fotografías y extraigan de ellas las lecciones necesarias, de nunca terminar peleados con nadie y estar siempre «donde prenden el cuete», y las pongan en práctica para el mejor éxito de sus postulaciones.


Hoy el Presidente les da a los catorce o más candidatos presidenciales que han manifestado su vocación de servir al país desde la Casa Donde Tanto Se Sufre, dos lecciones valiosas acerca de cómo llegar a ella. Las imparte a través de dos fotografías aparecidas en la prensa.

En una aparece saludando cordialmente al ex Ministro Rodrigo Álvarez. ¿Cuál es la lección? La siguiente: «Nunca quedes peleado con nadie». El Presidente envió a Álvarez Aysén a defender la «doctrina Piñera» (según la cual no se haría concesiones a quienes ejercieran la fuerza para pedir algo). Pero después abandonó la doctrina que llevaba su nombre y, a través de otros ministros, hizo concesiones pese a subsistir las medidas de fuerza, y todo ello sin advertir a Álvarez. Éste, un hombre digno, con el cual no se puede «trapear el piso», renunció. Pero, como «el poder es más fuerte», la prensa y los opinólogos adictos al régimen se arreglaron para dejar finalmente a Álvarez como culpable. Pese a ello «el Presidente sabe más», y no sólo ha rendido homenajes al mismo Álvarez, sino que hoy una de las dos fotos del juramento del nuevo ministro reveló que fue invitado especial a la ceremonia y que en ella hubo un cordial apretón de manos con el Presidente. Éste sabe, primero, que le jugó una mala pasada a Álvarez; y, segundo, que no le conviene mantener ninguna situación conflictiva, si es que quiere remontar en las encuestas. Y el propio Álvarez puso de manifiesto haber asimilado, a su turno, esta primera lección, aunque todavía no es candidato (pero podría serlo, aunque estoy cierto de que no se va a autoproclamar).

Otra fotografía de hoy contiene una segunda lección para ganar la Presidencia, que reza así: «Debes estar siempre ‘donde prenden el cuete'». ¿Hay que ir a la TV a las 4 a. m. a «mover la colita»? Anda. ¿Te convidan a un programa de bajo rating de un canal secundario? Anda, y con mayor razón si te convidan a uno de alto rating en un canal principal. ¿Te convidan a la farándula para dejarte en ridículo? Anda, porque siempre es preferible estar, aun ridiculizado, que no estar. Estar, estar, estar siempre «donde prenden el cuete».

Pues la referida otra fotografía aleccionadora de hoy es la del Presidente con el tenista Fernando González, designado representante de nuestro país para obtener una sede deportiva internacional. Ambos están sonrientes y González aparece sosteniendo en sus manos una fotografía donde aparece junto a Piñera en Atenas, en 2004, cuando obtuvo una medalla de oro olímpica en tenis.

Piñera llegó a la final allá, por supuesto. Los protagonistas de esa hazaña, para efectos de los noticieros de TV, fueron tres: González, Massú y Piñera, este último constantemente enfocado por las cámaras saltando con una bandera chilena en las tribunas. Días después de la hazaña olímpica «La Tercera» publicó una crónica revelando que Piñera había llegado a la sede de la final del tenis sin entradas, y que había ofrecido unos pasajes de LAN a ciertos dirigentes para que le consiguieran una. Como simplemente no las había, optaron por utilizar la del kinesiólogo cubano de los tenistas y se la cedieron a Piñera. El kinesiólogo insistía, sin comprender la situación, que él era más necesario para la performance del equipo que el candidato, pero no fue atendido su argumento.

Esta decidora situación la comenté en la columna que mantenía por esos años en «El Mercurio». Por cierto, nadie refutó esa columna ni la crónica de «La Tercera», ni menos Piñera, en observancia de la primera lección para ganar la Presidencia.

De modo que mi consejo a la legión de presidenciables actuales es que observen atentamente las dos fotografías y extraigan de ellas las lecciones necesarias, de nunca terminar peleados con nadie y estar siempre «donde prenden el cuete», y las pongan en práctica para el mejor éxito de sus postulaciones.

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