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Cómo Sarkozy instaló a la extrema derecha en el poder

Alvaro Pina Stranger
Por : Alvaro Pina Stranger Ph.D en Sociología en la Universidad Paris-Dauphine e Investigador asociado al ICSO, Universidad Diego Portales.
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Si Sarkozy logra obtener otro mandato, lo hará, como en 2007, con los argumentos nacionalistas de la extrema derecha. En tal caso, Francia tendrá un gobierno aún más exaltado y populista que el que ya ha tenido por 5 años. Si Sarkozy pierde en la segunda vuelta el escenario no será en esta materia mucho mejor. El partido mayoritario de derecha se desmoronará y el Frente Nacional aprovechará la oportunidad para refundar su movimiento e instalarse como el principal partido de (extrema) derecha en Francia.


Lo más significativo de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia es el resultado histórico del Frente Nacional, partido de extrema derecha que propone disminuir de 90% la inmigración legal, salir de la moneda europea y cerrar las fronteras a personas, productos y capitales. Aunque el tercer lugar que ocupa no le permite llegar a la segunda vuelta, la elección presidencial de una de las democracias más grandes del mundo se encuentra entre las manos de los herederos políticos e ideológicos de quienes llevaron a Europa a su período más negro.

¿Cómo el Frente Nacional logró obtener esta posición? Tres momentos aparecen claramente.

En 2002, el Partido Socialista y su candidato Lionel Jospin pecaron de soberbia. Con un balance de gobierno positivo en período de cohabitación (Jacques Chirac era el presidente y Lionel Jospin el jefe de gobierno), el PS subestimó la dilución del voto de izquierda en varios candidatos así como el resultado del Frente Nacional (casi 17%). Estos errores llevaron a Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, a la segunda vuelta.

[cita]Si Sarkozy logra obtener otro mandato, lo hará, como en 2007, con los argumentos nacionalistas de la extrema derecha. En tal caso, Francia tendrá un gobierno aún más exaltado y populista que el que ya ha tenido por 5 años. Si Sarkozy pierde en la segunda vuelta el escenario no será en esta materia mucho mejor. El partido mayoritario de derecha se desmoronará y el Frente Nacional aprovechará la oportunidad para refundar su movimiento e instalarse como el principal partido de (extrema) derecha en Francia.[/cita]

En 2007, el resultado del Frente Nacional en la primera vuelta bajó a 10%. Este resultado esconde una verdadera victoria ideológica. En efecto, si Nicolás Sarkozy logró un muy buen resultado (31% en la primera vuelta y 53% en la segunda), esto fue en virtud de una estrategia que consistió en legitimar las temáticas nacionalistas, xenófobas y obsesionadas por la seguridad del Frente Nacional. Sarkozy innovó, pues implementó una estrategia que por más de 30 años toda la clase política había rechazado. En las urnas el Frente Nacional aparecía debilitado, pero en política su ideología se infiltraba profundamente en la nueva cultura de la derecha francesa.

En 2012, la estrategia cortoplacista e irresponsable de Sarkozy mostró su verdadero rostro. Frente al balance calamitoso de su gobierno, los temas, ahora legítimos, del neo-nacionalísimo francés lograron movilizar y convencer a casi 20% de los electores. Con ese resultado, y cualquiera sea el desenlace de la segunda vuelta, el Frente Nacional pesa más que nunca en el panorama político francés. Si Sarkozy logra obtener otro mandato, lo hará, como en 2007, con los argumentos nacionalistas de la extrema derecha. En tal caso, Francia tendrá un gobierno aún más exaltado y populista que el que ya ha tenido por 5 años. Si Sarkozy pierde en la segunda vuelta el escenario no será en esta materia mucho mejor. El partido mayoritario de derecha se desmoronará y el Frente Nacional aprovechará la oportunidad para refundar su movimiento e instalarse como el principal partido de (extrema) derecha en Francia.

En suma, Nicolás Sarkozy no será recordado como el líder europeo que enfrentó la crisis de la finanza y de la deuda soberana, sino como el personaje político que, para obtener un mandato presidencial, instaló los argumentos de miedo y odio en el debate público y le abrió las puertas del poder a la extrema derecha en Francia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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