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El perfil “sin guantes de seda” de Brennan, el nuevo jefe de la CIA ANÁLISIS

El perfil “sin guantes de seda” de Brennan, el nuevo jefe de la CIA

Obama intentó nombrarlo en 2009, pero había sospechas que había participado en interrogatorios en Guantámano. Verdad o no, el asunto es que fue acusado de haberlos respaldado verbalmente y con indisimulado entusiasmo. Se le adjudica la frase “interrogatorios sin guante de seda”. La tenaz oposición de los demócratas en esos años impidió su nominación en la CIA. Obama se lo llevó entonces a la Casa Blanca en calidad de asesor en asuntos de contraterrorismo, puesto desde donde coordinó lo que hoy es su máxima presea, la captura de Bin Laden.


El segundo período del Presidente Barack Obama se inicia con una remodelación completa de su staff más cercano en materias de Política Exterior, de Seguridad y de Defensa.

Sin embargo, los tres nuevos designados forman un elenco que, a primera vista, parece algo inconsistente. No constituyen un equipo propiamente tal, dado sus orígenes y visiones muy distintos. Pero en el fondo, los tres tienen algo en común, y que hace pensar en cierta complementariedad. Son todos hombres de gran confianza del Presidente. Por lo tanto, si se puede avanzar una conjetura, sería una labor marcada por una gran lealtad hacia el Presidente.

Obama parece haber sacado conclusiones poco positivas de su diseño anterior, donde privilegió los equilibrios y la representatividad. Recordemos que con Hillary Clinton disputaron duramente la nominación demócrata y con Petraeus tenía una relación muy profesional, pero fría y distante. A su vez, Robert Gates, primer secretario de Defensa de Obama, también era republicano, pero en su nominación pesó el hecho que provenía de la administración Bush y que Obama buscaba no alterar la continuidad en asuntos estratégicos. Ahora, sin dejar de lado los equilibrios políticos, el rasgo principal que se divisa es la confianza y el compromiso de cada uno de los designados con el Presidente.

En suma, el team II de Obama se compone de John Kerry en el Departamento de Estado, Chuck Hagel en Defensa y John Brennan en la CIA.

[cita]En círculos de Defensa e Inteligencia estadounidense se comenta que Brennan puede estar destinado a jugar un papel clave en la nueva administración de Obama, especialmente en el ámbito de lo que los americanos denominan kitchen cabinet, ya que no pertenece a ninguno de los dos partidos y mantiene un abanico muy amplio de relaciones en el Legislativo, así como en el mundo árabe, siendo considerado básicamente un profesional del análisis de inteligencia.[/cita]

Con la nominación de Kerry, un auténtico veterano de la política exterior estadodunidense (hijo de diplomático), la izquierda demócrata (los liberales) se siente plenamente satisfecha. Y Obama también. Siempre tuvieron un entendimiento marcado por la confianza. Gracias a esa franqueza, Kerry sabe que llega en reemplazo de Susan Rice, cuya designación fue boicoteada por los republicanos al hacerla responsable de falta de previsión en Libia que culminó con el atentado de Bengazi. Susan Rice, actual embajadora ante Naciones Unidas, estaba llamada originalmente a ser una de las piezas centrales del diseño de Obama para su segunda administración.

Hagel, en tanto, es un republicano de Nebraska que se opuso a la invasión a Irak, millonario del rubro de la telefonía móvil, veterano de Vietnam y que viene a reemplazar a Leon Panetta quien se jubila. Hagel cultivó amistad y cercanía con Obama en el Senado. Es conocido por su distancia con el lobby judío en EE.UU., con los asentamientos israelíes en territorios disputados y su oposición a una solución militar de la cuestión iraní, posturas que podrían traer más de un dolor de cabeza a la administración en los próximos años. En suma, Hagel es un republicano que privilegia el diálogo, la negociación, y muy contrario a aventuras militares. Cinco heridas gravísimas en Vietnam lo marcaron de por vida.

En este cuadro, la designación de Brennan en la CIA, estrecho colaborador de Obama, adquiere connotaciones bastante especiales. De partida su nominación provocó fuerte molestia entre los demócratas.

Obama intentó nombrarlo en 2009, pero había sospechas que había participado en interrogatorios en Guantámano. Verdad o no, el asunto es que fue acusado de haberlos respaldado verbalmente y con indisimulado entusiasmo. Se le adjudica la frase “interrogatorios sin guante de seda”. La tenaz oposición de los demócratas en esos años impidió su nominación en la CIA. Obama se lo llevó entonces a la Casa Blanca en calidad de asesor en asuntos de contraterrorismo, puesto desde donde coordinó lo que hoy es su máxima presea, la captura de Bin Laden.

Brennan exhibe una larga carrera como espía, ya que ingresó a la CIA muy joven cuando estudiaba Ciencias Políticas en la Fordham university; luego se trasladó a la American university de El Cairo donde aprendió árabe transformándose en un experto en Medio Oriente. Luego fue destinado como analista de países musulmanes surasiáticos. En los 90 retornó a cuestiones del Medio Oriente y tuvo un ascenso fundamental para su carrera: pasó a dirigir las oficinas de la CIA en Arabia Saudita.

En 1999, Brennan comenzó a tocar las cumbres de la inteligencia al ser designado jefe de gabinete por George Tenet, el director de la CIA por aquel entonces. Dos años después es nombrado subdirector. En 2004 asume el cargo de director del recién creado Centro Nacional de Antiterrorismo, una entidad que depende el Presidente y que actúa como receptora de los informes de todas las agencias de inteligencia y policías estadounidenses relativos al terrorismo con la misión de proponer y elaborar políticas de mediano y largo plazo. Brennan se retiró en 2005 para integrarse a la empresa privada de seguridad The Analysis Corporation y ejercer como Presidente de la Intelligence and National Security Alliance, una suerte de entidad gremial de analistas.

En círculos de Defensa e Inteligencia estadounidense se comenta que Brennan puede estar destinado a jugar un papel clave en la nueva administración de Obama, especialmente en el ámbito de lo que los americanos denominan kitchen cabinet, ya que no pertenece a ninguno de los dos partidos y mantiene un abanico muy amplio de relaciones en el Legislativo, así como en el mundo árabe, siendo considerado básicamente un profesional del análisis de inteligencia. Claro, no tendrá la preeminencia pública que habría tenido Susan Rice, pero hay muchos indicios que apuntan a su decisiva gravitación ahora que ella fue sacada del escenario principal.
Por lo mismo, su test principal, por ahora, se llama Medio Oriente. A la brevedad deberá mostrar algún trofeo proveniente de Libia, del grupo Ansar al-Sharia, que fue el que asesinó al embajador Chris Stevens en Bengazi. Otro tema delicado es ese nuevo foco de inestabilidad generado en torno a Egipto-Gaza-Península del Sinaí.

Brennan sostiene que es un error calificar a los terroristas islámicos con el nombre de “yihadistas”, puesto que así se le confiere cierta legitimidad religiosa. Es partidario de llamarlos simplemente terroristas o extremistas. En el caso palestino, defiende posturas duras respecto a Hamas y cree necesario privilegiar el diálogo con los sectores moderados de la OLP. En el caso sirio, se presume, no tendrá gran injerencia dejando más espacio a Kerry, un reconocido multilateralista, ya que cualquier salida a ese conflicto demandará de previa negociación con Moscú y Beijing.

Su designación encontró a Brennan coordinando otro programa estrella de la seguridad internacional estadounidense: los drones, aquellos aviones sin piloto capaces de rastrear terrenos de forma milimétrica o bien bombardear blancos preestablecidos. Estos drones han estado cumpliendo misiones en la frontera afgano-pakistaní y en Yemén. Quizás con la designación de Brennan asistamos a una verdadera proliferación de esta arma en cada foco de inestabilidad grave. Guardando las proporciones, algo así como lo vivido con las empresas privadas de seguridad con Rumsfeld. El problema es que, al igual que los submarinos en la Primera Guerra Mundial, los drones son considerados aún un arma “inmoral” y están sujetos al escrutinio público de forma muy intensa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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