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El Catch-22 de Gómez, Orrego y Velasco

Kenneth Bunker
Por : Kenneth Bunker Facultad de Economía y Gobierno, Universidad San Sebastián
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Si no siguen en competencia deslegitiman la proclamación de Bachelet y podrían ser un precipitante de la derrota de la oposición. Si siguen en competencia hipotecan sus carreras políticas apostando todo para la próxima elección. Al parecer los candidatos buscaran un punto medio, donde trabajen para validar a Bachelet en la primaria, mientras se enfocan en sus candidaturas de 2017.


La última encuesta de la UDP mostró que Bachelet no sólo va ganar en la primaria de Junio, sino que además tiene probabilidades significativamente altas de triunfar en la elección de noviembre. En el escenario en que se comparan todos los candidatos, Bachelet se impuso a su rival más competitivo (Golborne) por más de 30 %. Lo realmente novedoso, sin embargo, fue conocer la magnitud de su ventaja en el escenario de primarias. Allí Bachelet obtuvo 76,2 % frente al 7,5 % de Velasco, el 2,7 % de Orrego y el 0,9 % de Gómez. Con esta evidencia en mano, parece ingenuo imaginar cualquier otro desenlace que no sea una victoria para la ex Presidenta. Por eso, no queda claro por qué sus adversarios de primarias insisten en competir.

Lo lógico sería que depusieran sus candidaturas frente al pronóstico electoral adverso. Por supuesto, algunos sostienen que no están en la carrera para ser electos, sino que para proponer ideas. Es el caso de Gómez, por ejemplo, quien entiende que solamente por medio de una campaña presidencial de alcance nacional puede dar a conocer las propuestas que contempla su programa. Pero aún así parece una estrategia contraproducente, pues probablemente pueda lograr su objetivo de forma más efectiva desde el Senado en ocho años que desde su comando en seis meses. Lo mismo va para Orrego y Velasco, quienes probablemente tienen mejores perspectivas de influir en el aparato público si no compitieran en la primaria.

A esta altura parece ser un gesto heroico continuar en carrera contra Bachelet. Competir contra la candidatura más poderosa que ha sido registrada por encuestas de opinión pública, desde 1990, es sin duda una decisión romántica. Disputar una elección conociendo de antemano las altas probabilidades de perder es sencillamente una reacción revolucionaria contra lo racional. Pues al antagonizar a Bachelet, Gómez, Orrego y Velasco no sólo arriesgan perder, pero comprometen sus carreras políticas. Al debatir y contrariar a la ex Presidenta de forma pública arriesgan ser exiliados de futuros proyectos políticos. Un tema delicado, pues es probable que mientras más marquen su distancia del programa de Bachelet, más arriesgan ser blancos de represalias políticas.

[cita]Si no siguen en competencia deslegitiman la proclamación de Bachelet y podrían ser un precipitante de la derrota de la oposición. Si siguen en competencia hipotecan sus carreras políticas apostando todo para la próxima elección. Al parecer los candidatos buscarán un punto medio, donde trabajen para validar a Bachelet en la primaria, mientras se enfocan en sus candidaturas de 2017.[/cita]

La única manera de justificar su permanencia en la carrera es en el caso que tuvieran un objetivo que trascendiera la primaria. Y así parece ser. Pues, si los candidatos saben que van a perder, e insisten en realizar gastos millonarios en propaganda, es porque entienden sus candidaturas como inversiones a largo plazo. En esta línea, una alternativa presumible es que Gómez, Orrego y Velasco estén pensando más en 2017 que en 2013. Si esto es cierto, entonces conciben las primarias como un medio y no un fin. Lo ven como el primer paso en la ruta a su próxima nominación. Entienden que consolidarse como el candidato más competitivo contra Bachelet trae una recompensa. Un segundo lugar en la primaria fideliza una base de votantes crucial para enfrentar la próxima elección.

Ahora bien, permanecer en carrera también tiene un efecto indirecto importante para la legitimidad de la primaria. Bachelet necesita competencia para evitar un efecto similar al que causó la primaria de 2009. En ese año, muchos votantes castigaron a la Concertación por haber predicado ser una coalición democrática pero no haberlo practicado. Hacer primarias truchas otra vez iría en contra de toda la retórica que ha usado la oposición para limpiar su imagen. Sin primarias legitimas el ganador no tendría la autoridad moral para proclamarse el interprete de la gente. Realizar primarias truchas solo aportaría a ahuyentar votantes de la oposición hacia otras candidaturas. De pronto, Enríquez-Ominami terminaría recibiendo a varios votantes moderados insatisfechos con la Concertación.

Si los tres candidatos se bajaran de las primarias, la candidatura de la ex Presidenta perdería fuerza. Pasaría de ser la candidata democráticamente electa por los simpatizantes de la centro izquierda a ser la candidata nominada por los presidentes de los partidos. Si no hay primarias en la oposición y sí hay primarias para escoger entre Allamand y Golborne, la Alianza podrá clamar con justa razón que su candidato presidencial fue electo de una forma más democrática que el candidato de la oposición. Es factible incluso que muchos de los votantes independientes moderados reticentes de votar por candidatos vinculados a la derecha dictatorial cambien de parecer al enterarse que la cadena de mando de la Concertación sigue igual de autoritaria que en 2009.

De este modo Gómez, Orrego y Velasco se encuentran en lo que Joseph Heller denomina un Catch-22: una situación problemática para lo que la única solución es negada poruna circunstancia inherente al problema. No pueden retirarse e ir a primera vuelta contra Bachelet porque es probable que pierdan, pero es igual de probable que pierdan si permanecen en la carrera. Si no siguen en competencia deslegitiman la proclamación de Bachelet y podrían ser un precipitante de la derrota de la oposición. Si siguen en competencia hipotecan sus carreras políticas apostando todo para la próxima elección. Al parecer los candidatos buscarán un punto medio, donde trabajen para validar a Bachelet en la primaria, mientras se enfocan en sus candidaturas de 2017.

A pesar de que a Gómez le habría convenido buscar la re-elección, a Orrego le habría convenido optar por un escaño en el Congreso y que a Velasco le habría convenido ir directo a primera vuelta, todos se van a inmolar en primarias para que Bachelet resulte ganadora. A favor o en contra de lo que ella propone, los tres candidatos van a impulsar a la ex Presidenta para que sea la primera persona en repetirse el plato desde Alessandri Palma. Aun sabiendo que es difícil que lleve a cabo reformas radicales, que su elección no simboliza un recambio generacional y que continuarán las mismas prácticas políticas, Gómez, Orrego y Velasco la van a apoyar igual. La verdadera competencia de la primaria será justamente entre ellos, en la lucha por el segundo lugar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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