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¿Sin mujeres en el Parlamento? Lo siento, es que no dan la talla


El resultado de estas primarias habría sacado chispas en cualquiera de los países desarrollados a los que aspiramos parecernos. Tanto así, que en muchos habrían sido declaradas nulas por no cumplir con las leyes electorales de esos países que aseguran que en las listas parlamentarias haya paridad de género.

¿Cómo es posible que las mujeres sigan siendo invisibles para los partidos políticos si en la mayoría de ellos constituyen el 50% de sus miembros?

¿Será cierto que las mujeres no son suficientemente buenas como para ocupar cargos de elección popular?

Y no me venga usted con que tenemos dos candidatas a presidentas, porque las leyes se hacen en el parlamento y eso significa que las reglas que nos rigen, las que deciden el modo en que se distribuyen los beneficios y cargas de la cooperación social, las que determinan las bases del autogobierno colectivo, son diseñadas casi exclusivamente por hombres.

[cita]A diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, las mujeres chilenas, debido a sus varias incapacidades políticas, deberán continuar siendo dirigidas por los hombres quienes, sin duda alguna, sí poseen las habilidades políticas que se requieren pues construyen redes, convencen al electorado y son comprometidos con su trabajo.[/cita]

¿Tienen los hombres mayores habilidades políticas?

¿Es verdad que las mujeres chilenas no dan la talla?

Pues, lamentablemente, así parece.

1.  Las mujeres no tienen redes: ellas no logran construir un círculo de apoyo que les permita adhesión

2.  Las mujeres no convencen: ellas no dan confianza a los partidos políticos de ser capaces de ganar elecciones

3.  Las mujeres carecen de habilidades políticas: no poseen facilidad de presentación de problemas y soluciones, carecen de destreza verbal, no poseen flexibilidad ante los cambios ni son capaces de entender al electorado ni de generar nuevas ideas, no muestran fidelidad a un ideario, etc.

4.  Las mujeres no se comprometen: las deficiencias mencionadas se deben, entre otras cosas, a su falta de compromiso con la política y, en general, con el arduo trabajo partidista.

En fin, parece que, a diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, las mujeres chilenas, debido a sus varias incapacidades políticas, deberán continuar siendo dirigidas por los hombres quienes, sin duda alguna, sí poseen las habilidades políticas que se requieren pues construyen redes, convencen al electorado y son comprometidos con su trabajo.

Puede que a alguien le parezca que lo anterior no es verdad. Al menos, no del todo. Pero francamente da igual ¿acaso usted es lo suficientemente ingenuo para que creer que se pueden cambiar las cosas con cuotas voluntarias? Pues no. Sepa usted que varios partidos chilenos ya poseen este tipo de cuotas de género y los resultados están a la vista: en las próximas elecciones parlamentarias la participación femenina ni siquiera se estancará en torno al 13% actual, sino que va a disminuir.

Por tanto, si piensa usted, si “sospecha” que en realidad el mérito decisivo que, comparativamente, poseen los candidatos que han resultado elegidos en estas primarias es que son, de hecho, hombres, entonces no nos queda otro remedio: ¡Cuotas electorales obligatorias, o nada!.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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