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La tragedia de Cheyre y los héroes de la retirada

Los «héroes de la retirada» son fundamentales en determinados momentos de la historia, y esa es precisamente su tragedia, pues si bien sus acciones pueden no ser tan grandiosas y memorables como las de aquellos que adornan nuestras plazas y presiden nuestros desfiles, resultan fundamentales para el futuro de un país.


Los «héroes de la retirada» es un concepto acuñado por el escritor alemán Hans Magnus Enzensberger, para referirse a los héroes que no han realizado conquistas, triunfos o hazañas por todos aclamadas y cuyas figuras no llenan de orgullo el inconsciente colectivo de una nación.

Enzensberger utiliza el término «héroes de la retirada», para destacar a las figuras que van precisamente en el sentido contrario al de las grandes conquistas. Se refiere a los héroes «que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolición, el desmontaje». Y ¿qué es lo memorable de dichos héroes? Más que sus logros, la lucha moral que debieron enfrentar para realizar su tarea.

En el caso del ex comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre, se puede apreciar una especie de «héroe de la retirada», pues tuvo que hacer retroceder una visión del Ejército, una revisión de su pasado, un mea culpa como institución, que debió implicar rendir una convicción del mismo Ejército (y propia) sobre el rol de la institución durante el gobierno militar.

Lo destacable de este hecho, es haber asumido la visión de que ese pasado era incompatible con el rol de las FF.AA. en un Estado democrático y también con el futuro de una de las instituciones permanentes de la nación, como lo es el Ejército.

[cita]Los «héroes de la retirada» son fundamentales en determinados momentos de la historia, y esa es precisamente su tragedia, pues si bien sus acciones pueden no ser tan grandiosas y memorables como las de aquellos que adornan nuestras plazas y presiden nuestros desfiles, resultan fundamentales para el futuro de un país.[/cita]

El «héroe de la retirada» debe sacrificar incluso sus opiniones personales o sus convicciones más intimas. Tiene que desdoblarse, tiene que hacerse fuerza contra sí mismo, y aceptar ese choque entre el papel que la historia les ha asignado y las convicciones personales con las cuales ha vivido (en el caso de Cheyre, debe ser así, pues de lo contrario nunca habría llegado a General y menos a estar en posición de llegar a ser Comandante en Jefe del Ejército) y es precisamente el asumir ese desgarramiento interno, lo que constituye la otra cara del acto heroico que se debería destacar.

Lo anterior, es más meritorio aún, debido a que los «héroes de la retirada» deben asumir conscientemente que serán vistos como traidores por quienes se suponía debían representar (sus antiguos camaradas, con quienes vivió, compartió y trabajo desde los 14 años de edad) y la siempre presente desconfianza y rencor por parte de quienes combatieron al gobierno militar.

El programa de televisión el Informante de TVN que reunió al ex comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre con Ernesto Lejderman, refleja lo dicho. A pesar de que quizás Cheyre sí estuvo consciente de la primera dimensión del héroe de la retirada (el repudio de algunos de sus ex camaradas), tal vez no era tan consciente de la otra cara de esa moneda: ser siempre mirado como parte de los victimarios por parte de aquellos a quienes facilitó su avance.

Los «héroes de la retirada» son fundamentales en determinados momentos de la historia, y esa es precisamente su tragedia, pues si bien sus acciones pueden no ser tan grandiosas y memorables como las de aquellos que adornan nuestras plazas y presiden nuestros desfiles, resultan fundamentales para el futuro de un país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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