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Michelle Bachelet: liderazgo moral para tiempos difíciles

Pensamos que es una suerte para Chile que en un período tan crucial para nuestra historia podamos contar con una gobernante tan querida y respetada por sus compatriotas como lo es Michelle Bachelet. Ella es hoy fiel intérprete del mandato moral que surge desde nuestra Independencia, que reivindica para las actuales generaciones su derecho a no estar atadas a leyes aberrantes impuestas por una dictadura particularmente cruel.


Reconozco que tuve preocupación por el resultado de la Nueva Mayoría en las elecciones primarias presidenciales. Me inquietaba la forma en que podría incidir en los resultados la campaña millonaria de los candidatos de derecha, las páginas enteras en los diarios, las gigantografías, la información siempre distorsionada por los medios de comunicación dominantes. Más me preocupaba la verdadera «franja electoral» sin límite de tiempo con que el Gobierno favoreció a los candidatos de la derecha, orquestada por sus ministros y dirigida por el propio Jefe del Estado. Dentro de esta propaganda me indignaba e inquietaba especialmente la odiosa y cobarde campaña de desprestigio dirigida contra la ex Presidenta de la República Michelle Bachelet, a la cual se le consideraba una verdadera «pesadilla» y se le atacaba, descalificaba y emplazaba constantemente. Hasta se le imputaba responsabilidad por las muertes en el maremoto de febrero del año 2010. Llegándose a decir, incluso, que era tanta la indignación de los pobladores afectados por el maremoto que seguramente la ex Presidenta ni siquiera se atrevería a visitar la zona.

La respuesta a todas estas infamias hoy la conocemos. En las elecciones primarias, Michelle Bachelet obtuvo a nivel nacional más del doble de sufragios que los dos candidatos de la derecha juntos y además una abrumadora mayoría cercana al 80 % en comunas como Dichato, Tirúa o Talcahuano, epicentros del maremoto. Estos resultados son un claro triunfo de la ética en política. No se puede mentir descalificar e injuriar en forma tan descarada.

¿Cómo se produjo este resultado tan sorprendente? Ello responde simplemente a que las grandes mayorías de chilenos consideran a la ex Presidenta como una política capaz, honesta, consecuente, auténtica y creíble, Todo ello como fruto de una «historia personal» francamente destacable y ejemplar, ajena a toda expresión deshonesta o ególatra.

Efectivamente, en tiempos de una dictadura particularmente cruel, Michelle Bachelet, al igual que su madre, y especialmente su padre, vivieron en carne propia la extrema crueldad de esos días, terminando ella exiliada en Alemania. Vuelta a Chile, soy testigo de ello, lo hizo con profunda paz, sin odios. Esa paz interior que a mí me tocó conocer también en otro grande de la política chilena como fue Bernardo Leighton, quien fue gravemente herido en Roma por agentes de la dictadura.

[cita]Pensamos que es una suerte para Chile que en un período tan crucial para nuestra historia podamos contar con una gobernante tan querida y respetada por sus compatriotas como lo es Michelle Bachelet. Ella es hoy fiel intérprete del mandato moral que surge desde nuestra Independencia, que reivindica para las actuales generaciones su derecho a no estar atadas a leyes aberrantes impuestas por una dictadura particularmente cruel.[/cita]

Por otra parte, radicada ya en Chile, Michelle Bachelet se incorporó a la lucha por la recuperación de la democracia por la vía de la “no violencia activa», siempre sencilla, humana, auténtica, ajena a todo protagonismo o publicidad. Además, en su calidad de médico, se dedicó modestamente a asistir a millares de víctimas de las peores crueldades, y a sus familias, especialmente a jóvenes afectados en su salud mental. Digámoslo en otra forma: en tiempos en que muchos apoyaban las peores crueldades, o las silenciaban, o se aprovechaban de ellas, Michelle Bachelet estuvo al servicio de las víctimas de la opresión y de la causa noble y difícil de recuperar la libertad para su patria. Todo esto, lo hizo Michelle Bachelet, insistimos, con enorme sencillez, silenciosamente, ajena a toda publicidad. Sin embargo, ello fue conocido por millares de compatriotas que lo transmitieron voz a voz, persona a persona, en esa forma misteriosa con que se transmiten en el seno del pueblo las más grandes verdades.

Fue así como Michelle Bachelet llegó a la Presidencia de la República, terminando su mandato con una aprobación del 80 %. Ello por lo que hizo y por la forma en que lo hizo, privilegiando siempre el «nosotros» sobre el «yo». Y a los más postergados de la sociedad. Ajena a toda expresión de soberbia o prepotencia.

Hoy es necesario recordar estos hechos, pues existen muchas personas, especialmente jóvenes, que por su edad no los conocen. Y porque las conductas humanas en tiempos difíciles son antecedentes de extraordinaria importancia para visualizar las conductas futuras. En verdad, Michelle Bachelet es la antítesis del político hoy desprestigiado.

Posiblemente, a juzgar por la realidad internacional y por otros motivos, vendrán tiempos difíciles para nosotros. Tiempos en los cuales tendremos que, además, afrontar decididamente urgentes desafíos en educación, salud, diferencias irritantes de ingresos, etc. Junto con ello, y en íntima relación con ello, son tiempos en que existe la imperiosa necesidad de poner término a un aberrante régimen institucional impuesto por la dictadura de Pinochet, «destinado a que los gobernantes democráticos del futuro —según lo expresó su mentor Jaime Guzmán— tuvieran que hacer más o menos lo mismo que nosotros haríamos estando en el poder”.

Este último concepto está en absoluta contradicción con lo que ya en tiempos de nuestra Independencia expresara Camilo Henríquez, quien sostuvo que ninguna generación tiene el derecho a imponer sus leyes en forma inmodificable a las nuevas generaciones.

Pensamos que es una suerte para Chile que en un período tan crucial para nuestra historia podamos contar con una gobernante tan querida y respetada por sus compatriotas como lo es Michelle Bachelet. Ella es hoy fiel intérprete del mandato moral que surge desde nuestra Independencia, que reivindica para las actuales generaciones su derecho a no estar atadas a leyes aberrantes impuestas por una dictadura particularmente cruel. Ella es la única que por su enorme apoyo popular y su liderazgo moral —que todos debemos reconocer— está hoy en condiciones de hacer realidad el mandato que surge tanto de nuestra historia como del sentir de las grandes masas de chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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