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La “letra chica” en educación

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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En educación la candidata debe precisar su oferta, porque es claro que sus partidarios no coinciden y que puede operar la ya conocida “vetocracia”.


Ignacio Walker, presidente de la DC, en carta a un medio a propósito de la gratuidad universal de la educación superior en el programa de gobierno de Michelle Bachelet, comentando dichos de Jaime Quintana, presidente del PPD, sobre programa de gobierno y gratuidad universal de la educación superior.

El timonel de la DC señala que, en 2011, los presidentes de partidos de la Concertación suscribieron un compromiso, en que «proponemos establecer un sistema que garantice gratuidad, a través de becas, al 60% de los sectores de menores ingresos que estudien en carreras universitarias, profesionales o técnicas, las que deberán ser debidamente acreditadas». Esto, por cierto, descarta la gratuidad que se ha entendido del programa de Bachelet.

Walker reconoce que luego se definió un alcance mayor: «Debe existir un solo sistema de becas y créditos para los estudiantes de educación superior» –entiéndase, para educación superior universitaria y técnica (CFT e IP), sin discriminación alguna– y proponer la sustitución del CAE (Crédito con Aval del Estado) «hasta alcanzar los estándares del actual crédito solidario y ser accesible desde el inicio a todos los estudiantes de educación superior».

[cita]En educación la candidata debe precisar su oferta, porque es claro que sus partidarios no coinciden y que puede operar la ya conocida “vetocracia”. [/cita]

«Aspiramos –dice el presidente de la DC– a garantizar gratuidad para los estudiantes hasta el séptimo decil de menores ingresos» (en una primera etapa para las universidades del CRUCh y luego para el conjunto de la educación superior, concurriendo ciertos requisitos).

Como se ve, el senador Walker ha hecho explícita la tristemente famosa “letra chica” que ha caracterizado la gestión gubernamental de los últimos decenios. Lo concreto es que  no se sabe quién tendrá finalmente gratuidad. Recuérdese que las estadísticas actuales muestran que hay cerca de 1.200.000 alumnos en los niveles que se están examinando, es decir, en uno de cada tres hogares chilenos sufren o soportan pagos enormes para sostener a alguno de los familiares en una educación superior o técnica  que, supuestamente, podría permitirle en el futuro asegurar mejores ingresos que sus padres.

Las preguntas que debe conocer la opinión pública, especialmente para ser respondidas por la candidatura de Bachelet, son las siguientes: ¿se trata de gratuidad para todos los estudiantes universitarios o sólo para los estudiantes de las universidades públicas? ¿Se trata del 60% (o del 70%) de menores ingresos o del 60% de los estudiantes? Esto es sumamente importante porque más del 50% de los estudiantes de educación superior pertenecen a los tres deciles más ricos.

El presidente Walker descarta que la gratuidad de la educación sea una propuesta acordada y lo posterga para adelante: “Es cierto que el programa de Michelle Bachelet plantea la posibilidad de avanzar hacia una gratuidad universal y efectiva en la educación superior, en un proceso que tomará seis años; sin embargo, ese compromiso será parte de la discusión parlamentaria en la medida que va más allá de los cuatro años del próximo gobierno”. Es decir, en educación la candidata debe precisar su oferta, porque es claro que sus partidarios no coinciden y que puede operar la ya conocida “vetocracia”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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