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Cyber Monday: la ferocidad

Patricio Hidalgo.
Por : Patricio Hidalgo. Usuario de El Quinto Poder.cl
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La histeria colectiva a propósito de nuestro Cyber Monday representa para muchos (o al menos para tres amigos con los que acabo de conversar en el Café Haití) algo más que un trance desagradable. El entusiasmo con el que “al toque de gong” cientos de miles de conciudadanos se abalanzaron sobre sus teclados para sobreendeudarse, pontificar con la convicción de un diputado acerca de la caída de las páginas web y volver a endeudarse es el patrón de conducta de un drogadicto. Somos consumidores desbocados, no ciudadanos, y es desde allí donde construimos nuestros relatos de justicia, modelamos nuestros deseos e interactuamos con nuestros pares, con un doble click. A lo máximo que podemos aspirar, a estas alturas, es a una interfaz expedita y a un precio bajo el costo. El ganador es el que encuentra la oferta más conveniente, como si todavía se tratara de andar buscando huevos de pascua, ahora en jardines virtuales.

La relación primordial con el entorno se da desde el consumo. En pocos meses tuve que asistir, por diferentes variables de mi pusilanimidad, a Santa Teresa de los Andes en fecha de procesión, al Parque O´Higgins para el 18 y a la Estación Mapocho para la Feria del Libro. El fiel no va a sostener un viaje místico, el chileno no va a celebrar sus raíces y ciertamente el eventual lector no va en busca de una voz que le remueva la conciencia. Sea religión, patrioterismo o cultura, de lo que se trata es de comprar, y más específicamente de conseguir ofertas. Se trata de agarrarse a codazos para llegar a la ganga, el objetivo final de todo esfuerzo. La ciudad se nos aparece como un hípermercado infinito, no como una instancia en donde realizar el bien común. Se trata de correr en masa, indiferenciadamente, a través de movimientos predecibles, multiplicables y moldeables, aquí, en Estados Unidos y en Singapur.
Ofertones como este (al menos en su versión gringa, para vaciar las bodegas) esconden, a través del contacto impersonal, el lado menos amable del fenómeno: la oferta está enajenada. Se produce más de lo que necesitamos y ese sobrestock lo terminamos consumiendo igual, aunque realmente no lo necesitemos. Esta ampliación de las necesidades termina alterando nuestra personalidad. Como la transacción es invisible, no vemos el derroche, las bodegas llenas, los alimentos pudriéndose en la basura. Sólo alcanzamos a ver un 1000 tarjado que por la divina providencia se transforma en un 500, y en vez de creer que gastamos 500, nos convencemos de que ahorramos esa misma cifra.

No tiene sentido, a estas alturas, insistir en que fuera de la compra y la venta ocurren cosas relevantes o que valor no es lo mismo que precio. Probablemente la abstención será mayor en la segunda vuelta presidencial que en este reciente e incausado día del consumo. Muchos de los que se desvelaron el domingo esperando que dieran las 12 deben considerar que esa oferta les afecta más que el destino de la asamblea constituyente. “Todo no se compra, todo no se vende. Tengo una lista interminable de cosas más importantes que la seguridad”. Eso decía un cartel de una vieja y cursi película argentina, “Tango Feroz”, estrenada justo hace 20 años, que no tenía nada que ver con esto. Nuestro Cyber Monday sí que es feroz.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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