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Los miedos de la derecha: a propósito del Socialismo

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
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Por ahora, la derecha debe entender que en el nuevo ciclo social y político su proyecto de sociedad debe validarse y legitimarse en el contexto de la competencia democrática sin subsidio militar, constitucional ni electoral.


Días atrás, Lucia Santa Cruz expuso en un “seminario de coyuntura” en el Instituto Libertad y Desarrollo sobre el Programa de Bachelet. Sus palabras emitidas ante “empresarios, altos ejecutivos y líderes de opinión” en un contexto privado como ella misma dijo días después se convirtieron en un hecho político que se instaló en la agenda mediática local. Desde todos los sectores se escucharon réplicas. Aún se sienten.

Pero, lo relevante y simbólico del hecho es que su exposición da cuenta del estado de ánimo en la derecha chilena que se puede describir como de pesimismo, temor –por no decir, miedo- y preocupación. ¿Por qué?

El asunto comenzó cuando El Mercurio publico una nota sobre sus palabras el día 27 de noviembre con una titular que decía que “el programa de Bachelet es el primer escalón en el establecimiento del Socialismo en Chile”. Días después, la propia Santa Cruz en una carta al mismo medio afirmaba que dicha frase “como les debería haber quedado claro en una lectura atenta, es simplemente una cita de lo expresado hace unos días en un programa de televisión” por Karol Kariola. “Llama la atención –continúa- que cuando lo dice ella no produce efecto, pero si lo dice alguien ajeno a esa coalición es campaña del terror”.

Santa Cruz, por tanto, plantea que ella no ha dicho tal afirmación y que no han leído bien su intervención. Pero, como dice Silvio en una de sus creaciones: “no es lo mismo, pero es igual”. Al finalizar su exposición y detallar los aspectos “medulares” del programa de Bachelet plantea que “en suma, como afirmaba la dirigente comunista Karol Kariola, el programa es el primer escalón en el establecimiento del socialismo en Chile”.

Su exposición comienza con algunas preguntas: “¿estamos en un punto de inflexión… en el término de un ciclo económico y político?, ¿se trata del fin de la democracia liberal representativa y su reemplazo por formas de democracia directa de tipo plebiscitario y frente a la sustitución de la economía de mercado?, ¿ha llegado el fin del modelo”?

Sin duda, preguntas de gran impacto político. De hecho, la actual elección presidencial es “la más importante desde el retorno a la democracia y la que presenta más incertidumbre… en relación al rumbo posible que tomará el próximo gobierno de la Concertación y el PC.  Su propuesta…  es más de cambio radical que de continuidad como fueron todas las anteriores”.

Y agrega que “todo parece estar en cuestionamiento y discusión… y cabe preguntar: ¿es viable un país donde nada es inamovible? Los cuestionamientos se refieren a lo fundamental: las discrepancias no son en el margen, como en una democracia desarrollada, sino medulares”.

Hasta aquí, Santa Cruz ha caracterizado la coyuntura política: inflexión, incertidumbre, cuestionamiento radical a lo existente y potencial inviabilidad del país.

Luego, este análisis lo complementa con los resultados de la jornada electoral del pasado domingo 17. Cuatro son las conclusiones que saca. En primer lugar, que Bachelet no era el “fenómeno electoral” que se creía. En segundo lugar, que la abstención se debe principalmente a que “los ciudadanos que no votan no creen que haya algo particularmente decisivo en juego”. En tercer lugar, que “la derecha no fue arrasada en las parlamentarias… como algunos pronosticaban” y en cuarto lugar que el “dato político más relevante es el triunfo de la Nueva Mayoría en el Congreso”.

En este último punto está el problema político para el sector. En efecto, “esto podría perfectamente permitirle en alianza con independientes y/o díscolos de RN o UDI, llevar a cabo la totalidad de las transformaciones estructurales profundas medulares del programa de Michelle Bachelet”.

Luego, entra al análisis del programa. Para Santa Cruz, la igualdad es “la idea rectora” del programa. Afirma que “desde el punto de vista conceptual se postula la reconstrucción de la sociedad, del sistema político y económico, a partir de una idea rectora única: la igualdad… en aras de la cual se sacrifican todas las otras aspiraciones legítimas existentes en una sociedad diversa y plural”.

Lo relevante y esto si lo dijo directamente es que esta reconstrucción sobre la base de la igualdad es una “característica principal de los totalitarismo”. Incluso, mas adelante plantea que el proyecto político constitucional de la “Nueva Mayoría” es pariente cercano de los “populismos y democracias populares”.

Para Santa Cruz hay tres propuestas medulares del programa que “implican un cambio permanente y fundamental del sistema político y económico: educación, derecho de propiedad y democracia”. Son ellas, las que “deben suscitar una verdadera preocupación porque crean situaciones muy difíciles de revertir”.

Repitiendo las afirmaciones de Kariola plantea que “según ella… se intenta crear un Estado social y democrático de derecho”. En consecuencia, “ningún aspecto de la institucionalidad económica, social y política escapa al intento de reforma radical basada en la expansión de la esfera del Estado: la previsión, la salud, las isapres, la legislación laboral, la operación de los mercados, etc.”

Y luego, se hace “una pregunta clave: ¿cuál es la viabilidad de estas reformas entendiendo que ellas han sido suscritas por todos los partidos de la Nueva Mayoría y que existe la posibilidad cierta de tener las mayorías necesarias para implementar más del 70% del programa sin requerir votos de la Alianza”.

Para Lucia Santa Cruz –un referente ideológico e intelectual en la derecha local y conservadora- “el modelo de desarrollo está hoy gravemente amenazado”. De hecho, Bachelet “no ha dejado de insistir que estamos frente al fin de un ciclo económico y político; que hay dos visiones de país en pugna; que la igualdad es el eje rector de su proyecto, y que su propósito… es llevar a cabo reformas estructurales radicales”.

Santa Cruz, sólo ha planteado lo que muchos en el sector han identificado, a lo menos, desde hace un año. El inventario de este tipo de afirmaciones es abundante. En efecto, para la derecha el modelo de desarrollo social, político y económico vigente en el Chile de hoy que se diseño e implemento bajo el régimen militar de Pinochet está fuertemente cuestionado y potencialmente desmantelado.

El problema político para la derecha es que debe enfrentar este escenario en una situación de debilidad política, electoral e ideológica. Política, porque ha perdido capacidad de articular, de generar certezas y liderar un país; electoral, porque ha perdido las últimas cinco elecciones –municipal, primaria, consejeros regionales, parlamentarias y presidenciales-; e ideológica, porque sus ideas materializadas en un modelo de desarrollo están siendo fuertemente cuestionadas.

En definitiva, ¿cómo defender el tipo de sociedad que fundaron hace más de tres décadas?, ¿cómo neutralizar las favorables condiciones políticas, electorales y sociales existentes hoy para desmantelar el modelo?,  ¿cómo re-formular su proyecto de sociedad y legitimarlo socialmente?, ¿cómo competir en el nuevo ciclo político sin subsidio político en el marco de una democracia sin restricciones y sin binominal? son algunas preguntas que el sector deberá resolver a mediano plazo.

La señora Lucia, en consecuencia, sólo ha manifestado desde las profundidades de la derecha local sus miedos y preocupaciones. Por ahora, la derecha debe entender que en el nuevo ciclo social y político su proyecto de sociedad debe validarse y legitimarse en el contexto de la competencia democrática sin subsidio militar, constitucional ni electoral. El desafío no es menor. Los miedos sólo neutralizan, distorsionan y debilitan.

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