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El dilema de hoy: ¿Votar o no votar?

Rodolfo Schmal
Por : Rodolfo Schmal Ingeniero Civil Industrial y Master en Informática. Académico de la Escuela de Ingeniería en Informática Empresarial de la Universidad de Talca.
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Este domingo es la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile y las opciones que se tienen por delante son abstenerse, votar nulo o en blanco, o por una de las candidatas en carrera.

Quienes no voten, que muy probablemente sean los más, y de hecho probablemente la señora “abstención” sea la candidata ganadora, lo harán por los más diversos motivos. Están aquellos que no habían estado inscritos, como una manera de hacerle el quite al voto obligatorio, hasta que vino la inscripción automática y voto voluntario, como aquellos que votaban porque en su momento se inscribieron y ahora aprovechan que el voto dejó de ser obligatorio.

Se abstienen quienes a la fecha tienen más motivos para no votar que para lo contrario. Los motivos van desde que “votar no me cambiará la vida” hasta el rechazo a lo que llaman el duopolio que el sistema electoral binominal ha generado o el rechazo a la política en general, tal cual se expresa, o a lo que denominan la clase política.

Efectivamente, un voto no cambiará la vida de nadie, pero muchos votos sí pueden cambiarla. Tal como un grano de arena no da origen a una montaña, muchos granos de arena si la generan. Uno es parte de un todo. Si todos votamos podemos orientar al país hacia los objetivos que se aspiran.

Esto no significa que votando se aseguren tales cambios, pero sí asegura que sean más probables, y sí asegura que los cambios que muchos desean no se produzcan. Es una suerte de profecía autocumplida. No voto, porque no va a pasar nada, lo que efectivamente ocurrirá al no votar. Si la mitad del país no vota, por más mayoría que tenga quien triunfe en las elecciones, no tendrá las espaldas suficientes para tomar las decisiones que muchos de quienes no votan quisieran. A modo de ejemplo, si la candidata ganadora lo hace con un 60% de los votos, pero solo votó la mitad de quienes están habilitados para votar, significa que del universo electoral, solo un 30% votó por ella. Entonces, ¿con qué respaldo podrá emprender las acciones que muchos de quienes no votan aspiran?

En democracia, el voto es el instrumento clave, no la voz de la calle. La calle sirve para complementar, para expresarse, pero ningún gobernante puede adoptar decisiones en base a lo que diga la calle y a espaldas de quienes fueron elegidos, en tanto estos representan a las mayorías expresadas en las urnas. La voz de “la calle” tiene sentido en la medida que “la calle” vote, en caso contrario se transforma en un poder fáctico, como todos aquellos que repudiamos. Solo que en vez de estar en la sombra, lo hace a cara descubierta o encapuchado. La voz de “la calle” tiene sentido cuando quienes nos representan en las instituciones que se ha dado la democracia, no cumplen lo que prometen, o no estamos debidamente representados, lo que en cierta manera ocurre con el sistemita electoral que tenemos.

No votaré por Evelyn ya sea porque no comulga en mi parroquia, como porque no me gusta quienes se visten con ropaje ajeno. Pretender ganar con un eslógan como “por un país más justo” cuando el modelo que preconiza tiende a exacerbar la injusticia, la segregación, y que por lo demás sus ideólogos no visualizan negativamente porque la encuentran consustancial a la naturaleza humana, me parece un despropósito. Y para rematarla, ahora habla de “cambios revolucionarios” en circunstancias que su sector ha sido el muro de contención de tales cambios que denomina como “revolucionarios”. Se equivoca si cree que los abusos se podrán eliminar bajo el modelo económico desregulado que tenemos.

Por lo expuesto, mi voto será por Michelle. Respeto a quienes desconfían, no se hacen muchas ilusiones, a quienes no voten por Michelle, quienes lo harán por motivos más que plausibles. Mi opción es Michelle por su trayectoria de vida, porque le creo, le tengo confianza. Me fío más de sus dudas que de las certezas de Evelyn. Michelle es buena onda, tranquila, humana, acogedora, cree en lo que yo creo, sabe que el país necesita otro rumbo, más cooperación, menos competencia desenfrenada, más y mejores trabajos, menos precariedad, un país a escala humana. Sabe que entre todos y todas podemos, sin exclusiones. Guardando las proporciones, siento que Michelle representa lo que Mandela representa a nivel mundial.

Voto por Michelle porque para hacer lo que hay que hacer, necesita una victoria contundente, abrumadora, que la empodere, que le de fuerza. No se trata de dar vuelta el país, se trata de enderezarlo! Una vez más se trata de decidir sobre el país que queremos.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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