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«Quiero pasar a verla mañana» Opinión

«Quiero pasar a verla mañana»

Camilo Feres
Por : Camilo Feres Consultor en Estrategia y AA.PP.
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Sean largos o cortos los cuchillos de la noche que comenzó, Piñera enfrenta la caída de la derecha, como es su tradición, con una opción de compra en el bolsillo. Fiel a su oficio, es probable que no ejerza esa opción del todo sino hasta que las acciones estén cerca de su piso. Mientras tanto, seguirá especulando.


En un llamado de pocos minutos, el Presidente Piñera puso en escena lo más representativo de su personalidad y mucho de lo que es su evidente diseño para salir del Gobierno como el más seguro candidato de su sector para las elecciones de 2017.

Sonriente, entusiasta y redundante, Piñera llamó a la Presidenta electa; le dio instrucciones; le ofreció garantías de comportamiento de todos los suyos y se invitó a pasar a verla al día siguiente. En un rasgo que habla de lo que es y de cómo ve la vida y la política, Piñera insistió siempre en quedarse con la última palabra; no acusó recibo de sus errores, aun cuando le fueron representados y salió jugando, como quien tapa todo lo que no tiene con aquello que le sobra: decisión y tozudez.

El de ayer no es un hecho aislado. La era Piñera es, para bien y para mal, la era de un solo hombre, de una sola voluntad y de los caminos de ésta para someter y, cuando no, adaptar la realidad a este designio. Así fundió a sus ministros, así indiferenció a sus parlamentarios, así terminó con parte de la UDI y de Libertad y Desarrollo armando su fundación y cuidando su legado.

La de ayer fue una escena más de la teleserie de las últimas semanas. Se suma a las comidas con parlamentarios de RN; los intentos de timbrar a las generaciones de recambio; las filtraciones sobre sus planes y los encargados de llevarlos a cabo; las asonadas de sus leales; los gestos para jubilar a la guardia pretoriana de la dictadura; los destacados sobre errores de Matthei, entre otros.

[cita]Piñera apuesta fuerte, y apuesta siempre. Pero nunca la vida le sonríe más que cuando todo a su paso parece devastado. Es el rey de la oportunidad en la crisis y sigue siendo el más temido de los accionistas minoritarios en los negocios y en la política. En su fuero interno, el Primer Mandatario debe estar juntando peras y manzanas para establecer que, mientras él pesa 40, todo el resto de la derecha pesa 36.[/cita]

Piñera apuesta fuerte, y apuesta siempre. Pero nunca la vida le sonríe más que cuando todo a su paso parece devastado. Es el rey de la oportunidad en la crisis y sigue siendo el más temido de los accionistas minoritarios en los negocios y en la política.

En su fuero interno, el Primer Mandatario debe estar juntando peras y manzanas para establecer que, mientras él pesa 40, todo el resto de la derecha pesa 36. Y lo que sigue no es nada muy distinto a lo que fueron sus afanes durante su mandato: copiar a la pata los movimientos de Bachelet que le permitieron sortear su propia caída en picada, la destrucción de su coalición, la pérdida del Gobierno y convertir todo ello en una oportunidad para volver sea por fatalidad o por aclamación.

Sebastián Piñera ha luchado mucho para estar donde está y no se encuentra disponible para salir de la escena. Y como lo suyo no son los matices, el no salir significa justo eso: no sólo llegar a todas las fiestas, sino que esforzarse al máximo por ser el homenajeado.

Sean largos o cortos los cuchillos de la noche que comenzó, Piñera enfrenta la caída de la derecha, como es su tradición, con una opción de compra en el bolsillo. Fiel a su oficio, es probable que no ejerza esa opción del todo sino hasta que las acciones estén cerca de su piso. Mientras tanto, seguirá especulando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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